Cap 10: La Mejor Inversion de Sus Vidas

Por Diana Méndez   Publicado a las  8:11 p. m.   1 comentario


Gracias a Yanina Barboza (Betas FFAD) [www facebook com / groups / betasffaddiction /] , por hacerme el gran favor de corregir este capítulo. Sin ti este fic no sería nada, nena :)

Capítulo 10

Annie abrió la puerta para su patrón y, con una sonrisa, le deseó un buen día.

—Gracias, Annie —le contestó Edward. Se acercó a ella y en tono confidencial le pidió—: Mantén vigilada a la señora Isabella.

Annie asiente.

Edward sale de la puerta de la casa, pero frena su marcha cuando escucha su nombre.

—Edward —lo llama Isabella. Él voltea hacia ella con el ceño fruncido—. ¿No piensas despedirte de mí? —le pregunta con un leve puchero.

Edward camina hacia ella lentamente, tanteando el terreno.

—Cuando fui a despertarte para desayunar estabas dormida. Se me hace extraño ya que tú nunca duermes mucho —explica él. Isabella le da un abrazo y un casto beso en los labios de buenos días—. ¿Puedo saber a qué se debe tu buen humor?

— ¿No puedo despertar y querer ver a mi marido?

—Bueno, normalmente no haces eso un lunes por la mañana.

—Bueno, quiero cambiar eso.

Edward sonríe. Va bajando sus manos lentamente por la espalda de su mujer hasta llegar a sus nalgas. Isabella lo detiene.

—Edward, Annie aún sigue en la puerta —le detiene. Edward sube un poco sus manos hasta el final de la espalda—. Mucho mejor —murmura Bella.

Él se acerca hasta ella un poco más y la besa tiernamente. Se separan cuando escuchan un carraspeo.

—Señor Cullen, le acaba de llegar esto. —Annie extiende un sobre hacia él—. Buenos días, señora Cullen —saluda.

—Buenos días, Annie. —Isabella sonríe.

Edward extiende su mano y Annie le da el sobre.

—Con permiso —dice ella, y se va hacia la puerta de nuevo a platicar con Taylor.

— ¿Qué es? —pregunta Isabella.

Edward abre el sobre y lee la carta. Frunce el ceño un poco molesto.

—Es de mi padre —notifica Edward—. Dice que la gente está empezando a decir que alguno de nosotros es estéril porque no hemos tenido un hijo —le explica.

Isabella rasca su cabeza.

—Podríamos ir arreglando eso, ¿no? —murmura.

Edward la mira con un brillo satisfactorio en sus ojos.

— ¿Qué dijiste?

—Que podría ir a quitarme el DIU para ya tener el bebé de una vez por todas.

—No me gustaría tener un hijo en estas condiciones. —Bella frunce el ceño ante la explicación de su marido—. Me refiero a que... No quisiera que el bebé naciera por ser presionado. Se supone que es algo que los papás desean, no la otra gente.

—Yo... soñé algo muy bonito contigo —confiesa Isabella.

— ¿Qué cosa? —presiona Edward.

—Soñé que cargabas un niño muy bonito. Tenía los mismos ojos que tú, Edward, y el mismo color de cabello. Era una réplica tuya, te lo juro. Lo único por lo que supe que era mi hijo también, era por la forma de sus labios y la nariz respingada igual que la mía —cuenta Isabella. Edward sonríe. Ella rodea el cuello de su esposo con un brazo, acercándolo más a ella—. Quiero tener un hijo contigo, Edward.

— ¿En serio? —pregunta él.

Isabella asiente.

—Por supuesto que sí. No podría desear un hijo que no fuera contigo. No podría planear tener otro hijo con otro hombre, Edward. Jamás. Eres tú el único —le dice ella.

Edward sonríe tímido y la besa de nuevo.

—Yo no quisiera tener un hijo que no fuera contigo —le dice Edward.

Ella sonríe.

—Buenos días, señor y señora Cullen. —Scott baja las escaleras un poco adormilado aún. Sí, él aún seguía en la casa. Tenía ya tres noches durmiendo ahí.

—Buenos días, Scott —saluda Edward.

Isabella sonríe.

—Hola, Scott, ¿cómo amaneciste? —pregunta Isabella.

Edward se separa un poco de ella.

—Bien, muchas gracias, señora Cullen.

—Bella, ya me voy —dice Edward, llamando la atención de su esposa—. Tengo que ir a arreglar unas cosas en la empresa.

—De acuerdo. Que te vaya bien. —Le da un beso en la boca y al separarse sonríe.

—Claro, siempre me va bien. Cuídate, y ve a revisarte —le dice él.

Ella asiente.

Edward sale directo hacia el coche, y Taylor lo lleva hasta la empresa.

— ¿Sobre qué tiene que revisarse, señora Cullen? —pregunta Scott.

—Sobre nada, Scott. ¿Desayunamos ya? —Bella cambia el tema rápidamente.

El día pasa sin más preámbulos en la casa de los Cullen. Isabella se mueve de un lugar a otro revisando que todo vaya bien. Scott solo la sigue.

En CullenBooks las cosas están como siempre: con mucho trabajo, cosa que está muy bien.

Una llamada en la oficina, saca a Edward de sus cavilaciones de tener un hijo con Bella.

— ¿Qué sucede, Marylou? —pregunta Edward por el teléfono.

—Su padre está aquí y quiere verlo —avisa Marylou.

—Dile que pase. —Cuelga.

La puerta se abre y dejan pasar a Carlisle.

—Quiero que eches a patadas al mugroso que tienes en tu casa —le ordena.

Edward se ríe burlándose de él.

—Bella quiere adoptar a ese niño, no puedo hacer nada. Intenté convencerla, pero no cambiará de idea, la conozco.

— ¡No puedes adoptar a ese niño, Edward! Él es un ratero, un mal viviente, que solo se está aprovechando del momento. Él no puede ser un Cullen.

— ¿Y qué quieres que yo haga, Carlisle? Yo hablé con ella, pero ese niño ya se ganó su corazón y yo no se lo arrebataré. Sería muy doloroso para ella —dice Edward.

Carlisle resopla y se sienta frente a él.

—No me digas que estás enamorado de Isabella —se burla Carlisle.

— ¿Tú no lo estás de mi madre? —pregunta Edward.

—No sé qué tiene que ver tu mamá aquí. Sabes que sí la amo, ¿cuál es el problema? —pregunta de nuevo.

—En que me tratas como un monstruo que no puede querer a nadie —responde Edward con un nudo en su garganta.

—Tienes que querer a una mujer que se atenga a tus necesidades, y haga las cosas sin rechistar.

—Isabella no es ninguna sumisa. Ese es su encanto —explica Edward, defendiendo a su esposa.

—Como sea, Edward. No quiero a ese niño ahí, así que lo vas sacando de una vez —ordena Carlisle.

—Te he dicho que no puedo hacer nada. Ese niño no es un ratero, lo ha demostrado en estos días.

—Pero no puede llevar nuestro apellido, ya te lo dije.

—Entonces, ¿cómo le hago? Si lo saco a patadas, Bella nunca me lo perdonará. Apenas esta mañana ella me dijo que quería tener un hijo conmigo. Si Scott se va, eso se viene abajo. ¿Qué no eso es lo que quieres? ¿Un nieto?

—Sí, un verdadero Cullen —contesta Carlisle—. Si no puedes sacar a ese niño, haz que él se vaya. Dile que un asistente infantil está preguntando por él porque no se encuentra en el registro estudiantil desde hace años —explica.

—Bien, veré qué puedo hacer, Carlisle —responde Edward poniéndose de pie.

—Nada de que verás, Edward. Tienes que hacerlo. —Dicho esto, Carlisle Cullen sale decidido de la oficina.

Edward se deja caer en su asiento, soltando todo el aire posible. Toma su cabeza entre sus manos, y jala su cabello.

—No puedo hacerle esto a Isabella —dice en voz alta—. Eso la destruiría.

— ¿En dónde se encuentra Isabella, Angela? —pregunta Edward al llegar a su casa.

—En su habitación. Tiene mucho ahí adentro —explica.

Edward asiente.

Sube las escaleras hacia el cuarto de su esposa, y ahí la encuentra, poniéndose unos pendientes frente al espejo.

—Hey, llegaste temprano —saluda Bella. Se pone de pie y le da un beso a Edward en los labios.

Edward la toma de la mano y la gira sobre sí misma, observándola.

Isabella lleva un vestido corto hasta cuatro dedos antes de la rodilla. El vestido es negro y tiene corte cuadrado sobre los pechos. Es de tirantes y es recto con delgadas líneas horizontales. Lleva su cabello recogido en una coleta alta, y sus sombras negras en los ojos hacen que se pronuncie más.

—Te ves muy hermosa hoy, ¿a qué se debe? —pregunta Edward acercando a su esposa.

—Reservé una cena para hoy en la noche en tu restaurant favorito —confiesa Isabella.

Edward sonríe. Su restaurant favorito era aquel donde la había invitado a cenar y, después de eso, la hizo suya.

—Eso me parece perfecto, tomatito. —Edward se ríe y Bella se sonroja.

—Deberías de tomar un baño para que te relajes un poco —aconseja ella.

Edward asiente.

—Okay, ¿a qué hora es la reservación?

—A las 9:00 p.m., así que aún tienes tiempo.

—Este lugar me trae muy buenos recuerdos —murmura Edward, mientras mantiene la silla para Isabella. Se sienta frente a ella con una sonrisa.

— ¿Qué pasa? —pregunta Isabella, un poco incómoda.

—Solo estoy pensando en toda la suerte que tengo. Eres muy hermosa, Isabella —dice Edward.

Ella se sonroja, como siempre.

—Gracias —contesta. Ella toma el menú y lo lee.

—No puedo creer que todavía leas el menú, Isabella, si ya te lo sabes de memoria. Pero lo que verdaderamente no puedo creer es que aún te sonrojas cuando te digo algo que no es más que la verdad —se pregunta Edward.

Isabella levanta su mirada hacia él.

—No es lo que dices, sino la forma en como lo expresas. Me miras de esa forma tan... abrasadora, y me estremezco. No sé, siempre me pasa lo mismo. Tal vez nunca me acostumbre a que me digas esas cosas.

—Pues eso está bien porque me gusta verte con las mejillas rosas —confiesa Edward.

Bella sonríe tímidamente.

La cena no duró mucho. A eso de las 11:00 p.m., Edward estaba entrando a su estudio. Se había excusado con Isabella diciéndole que tenía que arreglar unas cosas, cuando en verdad él solo quería pensar.

Se sentía tan confundido. Él sabía que no merecía a Isabella, pero empezaba a sentir algo realmente grande por ella, algo que nunca había sentido.

Eran unas ganas enormes de cuidar de ella, de protegerla de todo el mundo; de amarla y valorarla como ella se lo merecía; quería abrazarla y hacerla suya en cada momento; quería despertar con ella todos los días de su vida; quería tantas cosas, pero ninguna era posible.

Él nunca pudo cuidar de dos mujeres igual de importantes que ella, ¿por qué podría hacerlo con Isabella? No, no podría.

El sonido de una tecla del piano resonó por toda la casa. Edward levanta la vista desde donde estaba agachado y se pone de pie para ir al salón.

Ahí se encontraba Bella, tan hermosa como siempre. Llevaba su bata negra de seda y su cabello suelto y peinado. Ella se dio cuenta esta vez de su presencia y sonríe apenada.

— ¿Ibas a tocar algo? —preguntó Edward.

—Quería llamar tu atención para ir a dormir —le confiesa.

Edward se sienta en el banco del piano, y palmea a su lado.

—Quiero que toques algo para mí, Bella —pide Edward.

Isabella con su ceño fruncido, se sienta a un lado de él. Piensa en una canción correcta para dedicarle, y solo puede pensar en una.

Fix you.

Empieza a tocar la canción y Edward la reconoce de inmediato. Cuando Elizabeth había cumplido sus quince años, Edward la había raptado del colegio en Londres para ir a ver a Coldplay. Recordó perfectamente como él le había cantado esa canción a su hermana en el oído.

—When you try your best, but you don't succeed

When you get what you want, but not what you need

When you feel so tired, but you can't sleep

Stuck in reverse

—When the tears come streaming down your face

When you lose something you can't replace

When you love someone, but it goes to waste

Could it be worse?

—Lights will guide you home

And ignite your bones

And I will try to fix you —cantan los dos.

—And high up above or down below

When you're too in love to let it go

If you never try, then you'll never know

Just what you're worth

—Lights will guide you home

And ignite your bones

And I will try to fix you

—Tears stream down your face

When you lose something you cannot replace

Tears stream down your face

And I...

—Tears stream down your face

I promise you that I'll learn from my mistakes

Tears stream down your face

And I...

—Lights will guide you home

And ignite your bones

And I will try to fix you —finalizan juntos la canción.

Edward se recarga en el piano y sorbe su nariz. Las lágrimas amenazan con salir, pero él lo oculta bien. Bella se acerca más a él y recarga su cabeza en el hombro de Edward. Él gira su cabeza y besa a su esposa.

Un beso necesitado y expresivo. Toma el rostro de ella entre sus manos y la mira fijamente a los ojos.

—Yo nunca podré arreglarte, Isabella. Yo estoy igual de destruido que tú —le dice.

Las lágrimas de Isabella caen por tercera vez en su vida y se apega más a él.

—No importa lo destruido que estés, yo estoy igual —confiesa ella.

—Lo sé, por eso me siento así. Tú mereces a una persona que te ayude y que pueda protegerte, no una que tenga tanto miedo a perderte porque sabe que no te puede cuidar —dice él en voz baja.

—Los dos podemos arreglarnos juntos. Tú a mí, y yo a ti —planea.

Edward sonríe.

—Perdóname por todo lo que te hago pasar, Bella, pero yo... tengo miedo. Miedo que un día de estos no te importe nada y te vayas por esa puerta. —Edward señala la puerta del salón, aunque refiriéndose a la de la entrada—. A que un día llegue alguien mejor que yo y te haga abrir los ojos de que esto no es lo correcto. Soy un maldito cabrón posesivo que solo te quiero para mí, pero solo así me siento bien. He estado con muchas mujeres en toda mi vida, Bella; pero ninguna me ha hecho sentir esto; sentir la necesidad de tenerte siempre a mi lado.

Isabella se abraza más a él y deja un beso en su frente.

—No quiero escucharte nunca más decir que tienes miedo, Edward. Yo nunca me iré de tu lado, Edward, entiéndelo. No quiero hacerlo. Si tú eres un cabrón posesivo, yo quiero ser tu estúpida sumisa —le dice ella con un nudo en su garganta.

A la mañana siguiente, Edward miró a Scott desde lejos. El niño estaba jugando fútbol con Taylor. Edward caminó hasta donde estaban, y le hace una seña a Taylor para que se retire.

—Hola, Scott —le saluda Edward.

El niño frunce sus labios.

—Hola, señor Edward —le responde.

—Llámame Edward, por favor —le pide.

—Disculpe, pero a mí mi mamá me había enseñado a no tutear a los adultos.

—Eres muy educado, nunca lo pensaría de ti —le confiesa Edward.

Scott se sonroja.

—Yo también tuve a alguien que me educara —se defiende él.

—Quiero hablar contigo acerca de la adopción —le dice Edward.




Okay, siempre cumplo mis promesas (quiero pensar que lo hago, la verdad) : ) ¿Qué les pareció el capítulo? Espero que les haya gustado. La verdad es que nunca puedo hacer que las personas se odien, soy tan buena... Ok, pero no crean que todo será tan fácil. ¿Recuerdan a Jacob? El aparecerá un poco más adelante, acompañado de otra persona. Perdonenme si no supero sus expectativas. Me pondré a escribir pronto el próximo capítulo, no se preocupen. Posiblemente en la semana lo suba. No prometo nada.

Gracias a todas las que me dejan un lindo comentario, me ponen en favoritos & alertas. Tal vez algunas veces no conteste sus reviews & eso es porque no se me ocurre nada aparte de Gracias, pero si los leo, & siempre me sacan una sonrisa :)

También quiero anunciar, si es que aún tienen tiempo de leerme, que haré una adaptación de la serie White Collar. No se si han checado mi perfil, o me tienen agregada en facebook, pero amo a Matt Bomer, por eso el amor a la serie. White Collar es la mejor serie de estafas que he visto, además de divertida. Neal Caffrey, quien es él protagonista, será Edward Masen. Subí ya las reseñas de los personajes al grupo en facebook, para que se unan & las lean, & opinen también, por supuesto.

Pueden ver adelantos, vídeos, o imágenes del fic en el grupo: www . facebook groups / 468078329894825

Sin espacios, ¿okay? No olviden seguirme en twitter, aunque nunca lo uso :$ Que pasen un buen día, mis Lullys : ) ¿En serio dije eso? :$

Lullaby SH


Acerca del Autor

Nos dedicamos a brindar información a todos los fans de la Saga Crepúsculo. Desde entonces nos hemos encargado de cubrir premieres, eventos, actualizar día a día nueva información sobre el cast. Después de que terminó la épica Saga en Noviembre del 2012, seguimos los proyectos de cada actor como corresponde.
Lee más en: Conócenos

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