Cap 4: Breathe Me

Capítulo IV

Coloque mis manos sobre sus hombros y él aferro las suyas a mi cintura, siguiendo el compas de la música. Así pegada a su cuerpo viril me era difícil pensar; deseaba con todas mis fuerzas que bajara la cabeza y se apoderara de mis labios y como si se tratase de una orden sucedió….

Se apodero de mis labios con ansia. No se trato de un simple roce de labios, fue algo mucho más profundo. Cuando su lengua invadió mi boca un estallido de placer me recorrió y con premura enrede mis dedos en sus cabellos, acariciándolos con vehemencia. Moví mi lengua con timidez acompañándolo en aquella danza explosiva que provocaba un dolor placentero en mi bajo vientre.

—Oh Edward—susurre cuando nos separamos aun acariciando su cabello.

—Creo que ya es hora de retirarnos—dijo con voz ronca.

Asentí no sabiendo que decir ni teniendo voz para hablar.

Nos despedimos de algunos conocidos, y de unos muy sorprendidos Denalis quien me imagino presenciaron por primera vez muestras de afecto entre mi marido y yo.

¡Oh Dios Santo! Dije mi marido, creo que el beso me esta afectando.

El camino hacia la casa se hizo en un silencio incomodo en el que Jane sorprendentemente no hizo ningún comentario, quizá por la atmosfera tensa.

Edward parecía perdido en sus pensamientos y manejaba más rápido de lo que normalmente lo hacia, así que supuse quería no estar cerca de mí, y lo confirme cuando al llegar a la casa se despidió con un obligado buenas noches cruzando la puerta que unía y dividía al mismo tiempo nuestras recamaras.
Y con dolor comprendí que eso era lo que buscaba Edward dividir nuestras vidas, que no invadiésemos el espacio del otro, como bien dicen juntos pero no revueltos.

…

—Ya sólo me faltan unos capítulos—casi grite a mi editor Erik York, me encontraba a punto de estrellar el teléfono contra la pared. Cuando hace tres meses la casa editorial me había comunicado que el señor en cuestión seria el editor de mi segundo libro, me di de jalones de cabello; e tipo era insoportable exigiendo cuando el no llevaba todo el peso del escrito.

—Isabella tenemos programado el lanzamiento del libro en unos cuatro meses, no te estoy presionando sólo quiero que esté sea un éxito, incluso mayor que el primero—repuso.

Conté hasta diez mentalmente para tranquilizarme y no soltar ninguna grosería.

—Hasta el momento llevo escritas quinientas cincuenta y dos páginas y con lo que falta creo que llegare a las seiscientas treinta.

—Eso es genial, todo el mundo hablara de tu nueva obra literaria—se escucho un murmullo del otro lado de la línea—Nos vemos en ocho días Isabella para ver como vas, cuídate y escribe cosas maravillosas—se despidió apresurado.

—Adiós Erik.

Coloque el teléfono en la mesa que reposaba en el despacho.

—No sabia que te estuviesen presionando para que entregaras tu nuevo libro.

Di un respingo al escuchar su frase, no sabía cuanto tiempo tenia de estar allí escuchando conversaciones ajenas.

—Digamos que Erik es un poquito exigente e insistente y quiere que termine mi libro antes de lo esperado.

—Parece que no te agrada—pronuncio sarcástico esbozando su deslumbrante sonrisa de medio lado.

Debía ser un pecado poseer un atractivo como el de Edward.

—En resumen es un hombre insoportable, en mi próximo escrito pediré otro editor, no creo soportar volver a trabajar con él.

— ¿Cuántos libros más piensas publicar? —inquirió curioso.

—Esa pregunta no se le hace a un escritor, porque en realidad no lo sabemos. De repente llega una idea a tu cabeza y corres a buscar un bolígrafo con una hoja o un computador y la plasmas; en mi caso no termino hasta que llegue a su fin.

—Eso lo he notado, pareces perdida en otro mundo algunas veces.

Reí porque era cierto.

—Lo estoy, nosotros digamos que vivimos a diario con nuestros amigos imaginarios.

Frunció el ceño.

—Para escribir una historia tienes que sentirte parte de ella, yo siento cada cosa que viven mis personajes.

—Ya entendí lo que quieres decir…

El sonido del teléfono nos interrumpió.

—Estoy esperando una llamada importante, si me disculpas—se excuso.

Asentí retirándome.

Como todas las mañanas había mucha actividad en la hacienda, los trabajadores caminaban de un ladro a otro realizando sus labores; salude a alguno de ellos en mi camino hacia las caballerizas. El olor a estiércoles inundo mis fosas nasales y el relinchar de algunos caballos se hacia mas sonoro a cada paso que daba.

Iba en busca de Selena, mi yegua. Fue un regalo de bodas hecho por Carlisle y apenas la vi me enamore de animal. Su color arena con manchas blancas la hacían espectacular, era una Westfaliano tranquila pocas veces se alteraba.

—Buen día señora—saludo Brady un jovencito de unos trece años que ejercía de mozo de cuadra.

—Buenos días Brady—pareció sorprendido de que recordara su nombre— ¿Ya está lista?

—La he alimentado y cepillado hace unos minutos, señora.

Me acerque con cuidado para acariciar el hocico de Selena que relincho gustosa.

—Voy a salir a pasear un rato. ¿Podrías prepararla?

—Enseguida.

Observe al muchacho trabajar con esmero, se parecía mucho a mi hermano Jacob cuando tenía su edad. Con el cabello azabache y la piel morena por el sol.

Sabía que Edward le había ofrecido el trabajo al verlo desmayarse formando las filas para conseguir el empleo; en contra de sus principios de erradicar el trabajo infantil.

El muchachito necesitaba el dinero y la alimentación que se le brindaba en la hacienda.

— ¿Cuántos años tienes? —pregunte sentándome en un cuadrado de madera.

—A pocos días de cumplir los trece años, señora. —respondió tímido.

— ¿Y no estás estudiando?

—El trabajo no me da tiempo para los estudios.

Brady escondía algo en su timidez y lo descubriría.

—A mí no me parece que un menor de edad tenga un trabajo tan pesado como el tuyo, le comentare a mi esposo sobre ello—comente provocándolo.

Su rostro temeroso confirmo mis sospechas, el chico tenía graves problemas en su casa.

—No lo haga señora—se arrodillo frente a mi; dejándome paralizada—Se lo suplico, si me despiden no sé como le hare para mantener a mi hermanita.

— ¿Tu hermana?

—Sí, Claire es un bebé de cuatro meses. Con lo que gano me alcanza para comprarle sus víveres y darle algo de dinero a mi vecina que es la que se encarga de cuidarla hasta que yo llegue de trabajar.

—Pero como es posible y acaso tus padres no trabajan.

—Mi madre murió al dar a luz a Claire y mi papá nos abandonó en cuanto supo que mi mamá estaba embarazada de mi hermana.

—Santo Dios—exclame con sorpresa por la triste historia. —Mira Brady no le diré nada a mi esposo pero a cambio quiero que mañana traigas a tu hermana.

—Mañana la traeré señora—prometió.

Una idea loca se formaba en mi cabeza.

—Sólo debes hablar con Edward—susurro mi conciencia—No creo que se niegue, pero si ese es el caso pelea con el si es necesario.

Cabalgue por treinta minutos hasta llegar a la cascada. El sonido del agua al caer contra las piedras me suministraba un estado de relajación completo. Me acosté en la húmeda hierba y cerré los ojos, la verdad no se en que momento me quede dormida, desperté sobresaltada por los insistentes gritos de mi nombre.

—Bella, Bella, Bella…—esa era la voz de Edward.

—En la cascada—grite.

Apareció montado en su semental negro, como si se tratase de un vaquero sureño de las películas del viejo oeste.

—Acompáñame, quiero mostrarte algo.

Cinco minutos después paramos, amarrando a los caballos en unos arboles para que pudieran alimentarse un poco.

— ¿Estamos cerca? —inquirí mirando a los alrededores con curiosidad, ya que no conocía aquella parte de la hacienda.

—Sígueme.

Caminamos unos minutos más y ante mis ojos emergió una cabaña, estaba pintada con un color caoba y revestida por ladrillo pequeños, tanto en el techo como en las paredes; su puerta y ventanas estaban pintadas de blanco yeso adornadas por pequeños maceteros alineados debajo de ellas.

Hermosa fue mi primer pensamiento al verla.

—No sabia que existía esta cabaña—susurre fascinada mirando la casita rodeada de frondosos arboles y flores silvestres. —Es tan…

—Irreal—completo él sonriendo—Nadie sabe que existe esta cabaña a excepción de mi padre. Sabía que te encantaría y creo que seria un buen lugar para que te relajes y puedas escribir tus historias.

Los ojos se me llenaron de lágrimas de felicidad y tuve que tomar varias inhalaciones para poder hablar. —Muchísimas gracias Edward—susurre sorbiendo la nariz.

Oh Dios mío debo estar soñando.

—Mi intención no era hacerte llorar Bella—murmuro preocupado acariciando mis mojadas mejillas.

Negué con fervor la cabeza, tratando de disimular la descarga de eléctrica que me provocaba su toque.

—Lloro de felicidad Edward…Esto es fantástico y me siento muy emocionada por este regalo.

Con un asentamiento de cabeza se acercó a mí envolviéndome en sus brazos y besando mis cabellos.

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N/A: No tengo palabras para agradecer todos los hermosos comentarios que me hacen llegar, sólo me queda decir Gracias por leer la historia.

Chicas necesito que visiten mi Blog http://caralunadc3.blogspot.com/ , allí encontraran el prólogo de una nueva historia no tiene título todavía y necesito que ustedes me ayuden a buscarle uno y de paso comentan que les parece.

Besitos.

Luna