Cap 20: Seras Tú .. Siempre

CAP.20: COMPROMISO

Bella POV

El bosque desbordaba verdor, aunque parece que la tormenta de anoche había sido fuerte porque había muchas ramas rotas y caídas por todas partes. No se como no pude notarlo!

El estaba radiante. Acaricié su mejilla y beso la palma de mi mano. Se lo veía realmente muy feliz, tanto como yo. Sentí que había vuelto a revivir, plena y llena de energías.

Aun me costaba creer que este maravilloso hombre, que estaba junto a mi, había regresado a mi vida y nos amábamos nuevamente como si el tiempo no hubiera pasado. Tal vez el destino, que nos volvió a juntar, había planeado esto desde el principio. Sin ahondar sobre ello, lo único importante era que nos pertenecíamos naturalmente. No podría nunca aceptar una vida donde el no fuera parte de ella. De eso estaba segura.

Llegamos a la mansión y encontramos que el auto de Carlisle estaba en la puerta, como pronto a partir. Al entrar a la estancia, fuimos a la cocina y lo encontramos allí con Esme, tomando café.



-Buenos días! –dijo Edward muy alegre. Esme nos miro con una gran sonrisa.

-Buenos días! Como han estado? – dijo con tono sugestivo y Carlisle se sonrió.

-Buenos días, Esme! Todo muy bien – conteste sonriendo. Edward beso mi cabeza y se sentó junto a ellos.

-Van a algún lado?

-Vamos al hospital a ver a los chicos. Llevamos algo de ropa para ambos por las dudas. Imagino que Emmet deseara cambiarse.- me acerque y me senté junto a Edward.

-Podríamos ir, no?

-Si – contesto Edward – pero por la tarde. Esta bien? – y asentí, mirándolo. El se sonrió y tomo mi mano entre las suyas.

-Bueno, va a ser mejor que nos vayamos – dijo Carlisle. Se despidieron de nosotros y casi al momento, entraba Alice, despidiéndose de ellos también.

-Buenos días, tórtolos! – dijo picara. Nosotros nos reímos. Ella miro a Edward y le guiño un ojo. El asintió y no entendí de qué se trataba. Ellos siempre habían tenido esa capacidad de hablar sin palabras, como si pudieran leerse la mente o algo así.

-Bella, te dejo con Alice y voy a cambiarme. Ya vuelvo – y se inclino para besarme. No podía más que suspirar. Alice nos miro, con gran dulzura.

-Bella, todo bien?

-Maravilloso!

-Han hecho planes de algún tipo? – me desconcertó su pregunta

-Planes? Con respecto a que?

-No se... planes

-No, aun no hemos hecho ningún "plan", como tu dices – y me reí. – Que quieres decir?

-Bueno, no se: un viaje, un proyecto compartido... planes! – y realmente me reí con ganas.

-No, aun no hemos proyectado nada. Es muy pronto, no te parece?

-En realidad, no. Es como que entre ustedes, el tiempo se detuvo y volvió a marchar cuando se encontraron nuevamente. A pesar de todo, tiene como una continuidad. O te parece que necesitan ahondar para conocerse de nuevo? – era interesante su planteo.

Edward y yo nos conocíamos muy bien. Funcionamos siempre como un reloj suizo. Es verdad, parecía que eso no se había perdido. Sí teníamos planes hechos años atrás, que involucraban un futuro juntos. Incluso el otro día, habíamos hablado algo sobre ello, sobre formar una familia, y si había cambiado mis ideas sobre eso y otras cosas. Y ahí estaba... intacto.

-Si, no lo había pensado. Es que creo que estábamos enfocados en ver como nos sentíamos juntos ahora. Si todo era como antes.

-Y?

-Y siento que es igual o mejor! Yo nunca deje de amarlo y el me dice lo mismo... Si, creo que tienes razón. – y me regalo una gran sonrisa.

En eso entra Jasper, que me da los buenos días y se acerca a Alice para darle un tierno beso. Raros verlos tan amorosos en publico. Usualmente siempre son muy reservados. Detrás, vuelve Edward enfundado en unos jeans gris oscuro, una remera azul y una camisa gris suelta por encima. Es hermoso y es mío!

-Bueno señorita, nos vamos?

-Adonde?

-Sorpresa! – respondió pícaro. Me reí y me despedí de Alice y Jasper.

Salimos nuevamente al auto, y me pidió que me pusiera las manos sobre los ojos. Yo lo mire, molesta. El me rogó, primero con un por favor, y luego con un beso intenso. Quien podría negarse?

El auto mantuvo el movimiento como unos diez minutos. Yo preguntaba si faltaba mucho, y el se reía y me decía que no. Quería fastidiarlo como hacen los niños con sus madres cuando están aburridos, y preguntan todo el tiempo si falta mucho. El solo reía.

El auto se detuvo. Fui a sacar las manos de mis ojos y el tomo mi cara para volver a besarme, dejando breves pero álgidos besos en mi, que distrajeron mi atención por completo. Cuando me soltó y abrí los ojos, no salía de mi asombro.

Estábamos frente a la cabaña de Esme. Era hermosa! Grandes matorrales de rosas de innumerables colores la rodeaban y una madreselva se trepaba por una de las blancas paredes. Un hermoso camino de piedra gris, semejante a la que la rodeaba, cortaba el césped hasta la puerta con arco, que era la entrada. Era nuestro lugar... El lugar donde nos amamos por primera vez.

No espere a que me abriera la puerta y me baje del auto. En un segundo lo tenía junto a mí. Rodee su cintura con mis brazos y me acurruque en su pecho, sin sacar los ojos de la casa. El me abrazo y beso el tope de mi cabeza.

Nos encaminamos a la entrada, ingresando a su interior. Ahí si me lleve una sorpresa. Parecía que estaba volviendo, en parte, a la noche en que estuvimos aquí por primera vez.

La chimenea estaba encendida liberando un agradable y tenue calor en la estancia. A cada lado, los candelabros de hierro altos estaban encendidos, al igual que innumerables velas. Lo que esta vez, había mobiliario.

Frente a la chimenea había un gran sillón capitoneado en color borgoña, que en cierta forma dividía el ambiente. Sobre su espalda, una mesa de arrime larga sobre la que había un jarrón de cristal con rosas y unos portarretratos. Sobre la izquierda, la cocina. Los muebles de madera rustica armonizaban con las paredes de madera y piedra formando una U, dejando sobre un lado un desayunador con butacas.

La alfombra, que estaba entre el sillón y la chimenea, era la misma que fue nuestra testigo, aquella noche. Estaba emocionada. El rodeo mi cintura y me atrajo sobre su flanco.

-Te gusta?

-Es hermosa!

-Es mía ahora! Se la compre a Esme hace un año. Estaba en muy mal estado. Así que Emmet restauro la casa, ampliando un poco los cuartos hacia el fondo, mientras Esme y Alice se dedicaron al diseño del interior. Alice tiene muy buena memoria!

-Si, ya veo. Eso es lo que significaba la seña entre ustedes en la cocina? –y se rió.

-Si... Es que deseaba que la terminaran pronto. Aunque hoy me parece extraño, porque apuraba el final de la obra para poder venir a descansar aquí. Te extrañaba! Y sin haberlo podido prever, estas aquí conmigo. Parece que era necesario que se finalizara solo cuando pudiera regresar aquí contigo. Que increíble, verdad? - Y nos abrazamos.

El tomo mi mano y me llevo hasta el sillón donde nos sentamos. Paso su mano por mi hombro y dejo que me apoyara en su pecho. Podría pasar la eternidad de esta forma y seria poco, para estar junto a el.

Nos quedamos en silencio, escuchando el crepitar de la madera en la chimenea. El viento creaba un murmullo leve y agradable, como una canción de cuna. El beso mi frente y se aparto de mi.

Camino hacia la breve biblioteca bajo la ventana. En el segundo estante había un equipo de música. Lo encendió y empezó a sonar música clásica en piano. La estancia se lleno se sonidos sutiles y a mi me pareció que todo era perfecto. No quería pensar en nada que no fuera nosotros, este lugar y este momento. El volvió al sillón, sentándose junto mi, tomando mis manos. Parecía algo nervioso.

-Bella

-Si... – y el trago, como si tuviera algo atorado en la garganta.

-Hace años, cuando fui por primera vez a Cambridge para arreglar nuestra estadía en la Universidad, había alquilado un pequeño departamento. Tenia todo planeado. Esperando darte esa sorpresa, compre todo lo necesario para amoblarlo en un negocio que vendía cosas antiguas. Y entre esas muchas cosas, también compre esto...

Metió la mano en su bolsillo y saco una cajita de terciopelo gris. Cuando lo abrió me quede con la boca abierta. Dentro había un hermosísimo anillo. La banda era sencilla y lisa, pero en el centro tenia una flor con múltiples pétalos y cada uno de ellos, era un diamante. Era delicado y elegante. El me miro a los ojos.

-El hombre dijo que era del periodo Eduardiano y yo me reí. Parecía una coincidencia! Lo compre para ti. Pensaba, en aquella época, que empezaríamos una vida juntos que era para siempre. Y yo quería que esto fuera el símbolo de esa vida. Una flor que nunca se marchita.

Ahora la que tragaba era yo, porque no quería ponerme a llorar como una tonta. No esperaba esto. Como tampoco esperaba que el se arrodillara ante mi. Las lagrimas eran incontenibles.

-Isabella Swan: prometo amarte cada día como el ultimo, y deseo que nos prometamos hacer crecer este amor cada amanecer, para que nos acompañe por el resto de nuestras vidas. Me concederías el gran privilegio y el enorme honor de ser mi esposa? Mi mitad... hasta que dejemos esta vida?

Y yo me tape la cara porque no podía dejar de llorar. Las palabras se me atoraban en la garganta y no podía pensar. Respire muy profundo para poder responderle. Retire las manos e intente secar parte de mis lagrimas para poder ver sus hermosos ojos verdes, también húmedos.

Me arrodille al igual que el, tome su cara y lo bese con todo el amor que podía sentir. Que otra cosa podía hacer? Respire profundo y salio de mis labios en un susurro.

-Por supuesto que si, mi amor... Para siempre!

El tomo el anillo y lo paso por mi dedo, para abrazarnos con toda emoción. Por favor! Lo amo tanto que no puedo contenerlo en mi cuerpo.

Nos miramos conmocionados y nos reímos. Nos dimos miles de besos hasta enredarnos nuevamente, en la alfombra que fue nuestra testigo, bajo este mismo techo, tantos años atrás.