Cap #8: Unrestraint

Por DiarioTwilight   Publicado a las  11:59 p. m.   fanfic 1 comentario

Capitulo 8: Bella Gruñona.

—Es increíble, no te imaginas lo mucho que me estoy divirtiendo aquí —respondí al teléfono, Ángela había aprovechado la oportunidad de usar el teléfono de casa de sus tíos para llamarme, a ellos no le importaba que hiciera llamadas a larga distancia. En Roma eran cerca de las diez de la noche y aquí en Miami apenas eran las tres y treinta de la tarde.

— ¿Has conocido algún chico guapo? Te digo, los italianos son preciosos, me los comería a todos si no tuviese novio y si no fuesen mis primos.

—Ya sabes lo que dicen, la carne de primo también se come.

— ¡Iugh! No lo digas ni en broma y no me cambies de tema. ¿Hay o no un chico especial y guapísimo que capte tu atención? —Me carcajeé al escuchar aquello, extrañaba a mi amiga, a pesar de todo su compañía era imprescindible para mí.

—Pues…—contesté dudosa, no sabía qué responder, estaba esta cosa con Edward aunque no consideraba algo real ya que el chico casi me odia por juntarme con su prima, algo que aun rondaba mi cabeza desde ayer en la noche. La curiosidad me mataba, ¿Qué se tenía entre manos?

— ¡Sí lo hay, tienes novio! —gritó Ángela sacándome de mi ensoñación, podía escucharla gritar desde Italia.

—Yo no lo llamaría novio, ¿estás loca? — contesté—. Creo que para él soy algo más como un "estorbo" y no creo que sus novias hayan sido estorbos para él.

—Nunca se sabe —insistió Ángela—. Los chicos son muy extraños en estos días, tal vez esa sea su forma de conquistar, ya sabes ese show de que te trato mal y tú caes a mis pies.

—Lo peor del caso es que lo está consiguiendo—respondí resignada, Ángela simplemente contestó con un ¡Ajá! que me dejó sorda.

Luego de conversar por otra media hora con Ángela, me despedí y caí en mi cama esperando que el tiempo se moviese más deprisa. Era sábado y no podía estar más aburrida, Carlisle estaba viendo algún partido de futbol en el plasma lo que era extraño ya que ¿desde cuándo le gusta el futbol? Estaba claro que la separación con Esme lo tenía mal, esperaba que se juntaran de nuevo porque esta situación de "Carlisle deprimido" nos iba a volver locos a los dos, sólo faltaba verlo comiendo helado de chocolate mientras lloraba con alguna comedia romántica, Ángela tenía razón ¿Qué rayos le pasa a los chicos de hoy en día? Eran más complicados que las mismas mujeres y nosotras teníamos la corona de las reinas del drama y los cambios de humor, ¡no podían quitárnosla así como así! Pero al parecer el siglo XXI era el siglo para que los hombres se volviesen más "sensibles", puras estupideces, ¿Dónde estaban los verdaderos hombres? Los de grandes músculos y esa actitud de "soy el amo de todo" que hacían que quisiéramos golpearlos en la cabeza por idiotas, hombres así ya no se veían, ahora las mujeres tenían el poder y hablando de poder… ¿Cuándo mierda se va a dignar Edward a llamarme? Por amor a lo bueno que no me dejase esperando aunque dentro de mí sabía que el idiota lo estaba haciendo a propósito, esto de hacerme esperar y parecer desesperada seguro no es más que otra broma del maravilloso Cullen, maravillosamente idiota, odioso, engreído, psicópata celoso de primas, aburrido, dulce, guapo, gracioso.

— ¿Por qué no me llama?— grité a mi almohada.

Patética Swan, así debían llamarme desde ahora, ¿desde cuándo yo desesperaba por un chico? Esto sin duda era algo nuevo, no desesperé con Tony, ni con otros pero viene este chico de precioso cabello cobrizo y me vuelvo loca, era patético, ¿A dónde se fue la dignidad? Al parecer hoy me estaba haciendo demasiadas preguntas, ese era el problema con Edward, cada vez que estaba a su alrededor pensaba demasiado, y no le daba paso a la lógica, simplemente me dejaba llevar.

Negué con la cabeza, no me permitiría seguir así, me levanté de la cama y caminé hacia el salón donde se encontraba Carlisle, me senté a su lado aplastándome en el cómodo sofá tal como él estaba sentado.

—Hey —dije.

—Hey —contestó.

—Así que…—hablé un tanto incómoda ¿Cómo se le busca conversación a un despechado? — ¿Qué estás viendo?

—Futbol —contestó con la vista fija al televisor.

—Okay.

Pasamos unos cuantos minutos en silencio hasta que enojada me levanté del sofá, me puse enfrente del televisor causando que Carlisle frunciera el ceño y posicioné mis brazos en forma de jarra.

—Suficiente, ha pasado más de una semana desde que Esme sorpresivamente dejó de venir a casa ¿me vas a decir qué es lo que ocurre?

—No creo que eso sea un tema para alguien de tu edad —respondió Carlisle en un murmuro.

— ¿En serio? ¿Estás seguro que eres el mismo hombre me repite constantemente que no quede embarazada?

Carlisle soltó un largo suspiro, arremangó las mangas de su camisa azul y respondió:

—Le pedí a Esme que se casara conmigo y se negó —abrí mis ojos como platos al oír aquello, estaba sorprendida, supuse que su pelea era sólo una tontería de novios no algo de tal magnitud.

— ¿Cómo que se negó? ¿Por qué? ¿Cuáles fueron sus razones?

—Me dijo que no estaba preparada, pero ¿quién lo está? Creí que ella estaba tan comprometida en esta relación como yo.

— ¡Aw, Carlisle! —Corrí hacia él y le ofrecí un abrazo el cual aceptó gustoso—. ¿Por qué no regresan? Está claro que la separación te está afectando mucho.

— ¿Crees que no lo intenté ya? Esme no quiere regresar, dice que esto fue demasiado serio y ella no está preparada para este paso.

— No puedo creer que Esme haya dicho algo como eso, se le veía muy enamorada.

—Eso mismo pensé yo, pero ya ves que es otra mentirosa más.

—No te apresures Carlisle, seguro sólo necesita tiempo para pensar, cuando menos lo esperes volverá a estar tendida en tu cama —comenté con una sonrisa, si lo que Carlisle necesitaba era que fuera asquerosamente optimista pues eso seré.

—Esto es muy incómodo, no quiero que mi prima hable sobre mis relaciones sexuales futuras— comentó Carlisle mientras me hacía cosquillas.

Tratando de recuperar el aire, contesté:

—Eso tenlo por seguro.

Las siguientes dos horas las pasé junto a Carlisle viendo Reality Shows que de reality no tenían absolutamente nada, todo lo que hacían se veía sobreactuado.

Estaba segura que Edward no aparecería y no seguiría insistiendo en él, luego de pensar durante un buen tiempo me di cuenta de que no estaba preparada para tener una relación con alguien aunque era claro que con Edward no había ninguna relación. Vine a Miami para superar el drama, para venir en busca de la libertad y el descubrimiento de mi verdadero ser, sonaba muy ridículo pero a mi edad ¿quién no trataba de buscar su verdadera personalidad? Atarme a una relación con Edward, o quien fuera, sólo sería otro problema más añadido a mi gran lista de problemas, así que me concentraría en la verdadera razón de mis vacaciones en Miami: diversión.

—Oye primo— le dije a Carlisle—. Iré un rato al parque de la esquina, sabes que el encierro me pone de mal humor.

—Seguro, ve antes de que gruñona Bella haga su aparición y nos arruine la existencia—Le saqué la lengua al oír el sobrenombre que tenía desde que era pequeña.

En las reuniones familiares siempre que mi padre no me dejaba acompañar a mis primos mayores en sus juegos o travesuras soltaba una rabieta que sorprendía a toda la familia, un día simplemente comenzaron a llamarme así y hasta ahora en todas las reuniones lo siguen haciendo sólo para molestarme.

Con la risa de Carlisle a mis espaldas caminé hacia mi habitación y me cambié de ropa, me vestí con un short negro, una camiseta de los medias rojas y me calcé con mis inseparables vans, cogí mi iPhone y las llaves del condominio, luego caminé hacia el salón y fui hacia la cocina para tomar un poco de agua, cuando terminé de beber del vaso, me despedí de Carlisle:

—Ya me voy, vuelvo en un rato.

—Vale, cuídate gruñona Bella—contestó mirando fijamente la televisión, al parecer la conversión de hombre a chica estaba comenzando, se estaba comenzando a obsesionar con los Reality Shows que veíamos hace un rato.

—Jódete —contesté al oír cómo me llamó y salí del departamento.

El parque que estaba cerca del condominio estaba lleno de niños y ancianos, éste se encontraba en el centro de un conjunto de edificios incluyendo el de Carlisle, no me sorprendía la concurrencia de gente ya que era sábado por la tarde y los niños salían a jugar, me senté en un pequeño banco que se encontraba en el centro del parque, desde aquí podía ver a varios niños jugando juntos, las mascotas junto a sus dueños y los ancianos dándole de comer a las palomas del lugar.

Relajada cerré los ojos, respiré profundamente inhalando y exhalando, recordé mi pequeño ritual en el parque abandonado cerca de mi casa y me quite las vans, pase mis pies desnudos en la grama verde, me sentía muy tranquila cuando algo peludo y alborotado cayó a mis piernas.

— ¿Qué rayos? —dije cuando vi al pequeño poodle blanco que estaba sobre mis piernas, era realmente tierno, lo acaricié y el cachorro sacó la lengua en aprobación a mi caricia.

— ¡Cariñitos, Cariñitos! —escuché una voz gritar a lo lejos, supuse que estaban buscando al perro que estaba sobre mí así que grité en respuesta.

— ¡Aquí esta!

Una chica delgada, de baja estatura y de largo cabello rubio llegó hasta mí junto a otros cinco perros de razas distintas tomados en sus respectivas correas, la chica me sonrió y le entregué al animal, ella lo tomó y lo enganchó a otra correa que tenía allí.

—Gracias por encontrarlo, siempre hace lo mismo, le diré a su dueño que cambie de correa.

—Creo que él me encontró a mí así que no hay problema, sólo hice lo que debía pero... ¿Qué le pasa a su dueño con ese nombre?

—Su dueño me comentó que todo comenzó como una broma del amigo de éste y ahora el cachorro sólo responde a ese nombre, así que es muy gracioso.

—Sí lo es, por cierto me llamo Bella—dije y le ofrecí mi mano la cual la chica estrechó con una sonrisa.

—Rosalie-—respondió ella.

Luego de las presentaciones nos quedamos sentadas una al lado de la otra, Rosalie soltó a los perros y éstos comenzaron a jugar entre sí al frente nuestro.

—Así que pasear perros es tu trabajo —dije.

—Oh sí, necesito ahorrar un poco de dinero para la Universidad por lo que comencé este pequeño negocio.

— ¿Vas a la Universidad? —pregunté sorprendida, Rosalie negó.

— El próximo año me gradúo de la secundaria.

— ¿En serio? — dije asombrada—. Yo también, aunque debo decir que te ves mucho más pequeña.

—Lo sé, todo el mundo se sorprende. Emmett dice que soy como su hermanita pequeña.

Rosalie soltó un largo suspiro.

— ¿Quién? —pregunté confundida. Al ver la expresión desilusionada de Rosalie me di cuenta de que sentía cosas por ese tal Emmett.

—El dueño de Cariñitos—susurró—. Sé que no parezco una chica de 17 años pero ¿es que no soy atractiva? Ya sé que soy bajita, con muy pocas curvas pero al menos algo debo causar, no puede ser que el hombre que me gusta me vea como su hermana menor. ¿En el nivel de amores no correspondidos que tan patético llega a ser eso?

—No es patético, todas las chicas se sienten así al menos una vez en su vida.

—Disculpa que te aborde de esta manera con mis estúpidos problemas, sólo necesito alguien con quien hablar.

—No hay problema—dije con compresión—. Ahora tú y yo podemos ir a comer helado de chocolate y llorar por los idiotas que no nos prestan atención.

—Me gustaría pero antes debo entregar a los perros, ¿me acompañas?

—Seguro— contesté.

Poco a poco entregamos a los perros a sus dueños, todos vivían relativamente cerca del parque así que sólo bien podíamos ir caminando. Llegamos a un alto condominio con paredes de piedra y ventanales color esmeralda, sólo teníamos que entregar a Cariñitos y seríamos libres.

—Aquí vivo yo—comentó Rosalie

— ¿Por qué traemos a Cariñitos con nosotras? ¿No sería más fácil llevarlo a donde Emmett y luego venir para acá?

—Emmett es mi vecino.

—Oh — fue lo único que pude decir, caminamos hacia el lobby del edificio y tomamos el elevador hasta el piso 11. El ascensor hizo un sonido avisando que ya estábamos allí, así que salimos de éste y junto a Cariñitos caminamos hacia el apartamento 11-03. Noté que Rosalie estaba al borde de los nervios por lo que me adelanté y toqué el timbre.

Risas se escuchaban dentro del departamento.

—Cálmate— Le susurré a Rosalie—. No querrás tener un colapso nervioso frente al amor de tu vida.

Al parecer mis palabras tuvieron efecto ya que Rosalie mejoró su postura, en ese instante un chico de grandes músculos, cabello oscuro y radiante sonrisa abrió la puerta, esperé a que ella hablara, estaba tan roja como un tomate y la comprendía el chico que supuse era Emmett estaba buenísimo.

—Ehhh…Hola Rose—habló él, miré hacia Rosalie esperando su respuesta pero nada sucedió, ella miraba sus zapatillas como si fuesen lo más interesante del mundo.

— Hola, vinimos a traerte a Cariñitos—dije tratando de salvar la situación

-— ¡Cariñitos! —El chico de aspecto rudo ya no tenía nada; llamó a su cachorro y lo abrazó como si de su vida dependiera de aquello, me miró y sonrió.

— ¿Eres una nueva socia de Rosie?

—Oh no, yo sólo la estaba acompañand…

Una voz me interrumpió desde adentro del apartamento, una voz que conocía muy bien.

—Hey ¿por qué tardas tanto? —Edward me observó con sorpresa, al menos no era la única sorprendida aquí—. ¿Bella? ¿Qué haces aquí?

Edward tenía una cerveza en su mano y bebió un sorbo de ésta, le sonreí como si su presencia no me afectara en lo absoluto, era claro que su promesa de volver a vernos hoy no se cumpliría, eso es lo que sucede cuando le tienes ilusión a un chico, crees que todo en él es perfecto hasta que te decepciona, desde ese instante pasa a ser el número uno de tu lista negra hasta que la próxima vez que lo veas, te trate de maravilla y pasa a ser de nuevo "el chico perfecto". Tonterías, hubiese sido más fácil que me dijera que simplemente no quería volver a verme, la humillación hubiese sido menos dolorosa.

—Ayudo a mi nueva amiga Rose con su trabajo, que bueno verte.

—Igualmente. Oye Bella, disculpa que no te llamÉ para salir, se me presentó una situación y no pude hablar antes contigo.

Al parecer esa situación importante era emborracharse con lo que suponía era su amigo, en la lista de prioridades de Edward Cullen yo debía ser la última.

—Tranquilo no hay ningún problema—contesté como pude, sentía la rabia creciendo dentro mí—. De todas maneras yo también tenía este asunto interesante que hacer.

Edward asintió. Claro, porque ahora pasear perros es el último grito de la moda en cuestiones de diversión.

— ¿Estás segura? Podemos salir otro día.

-—Sí claro, como sea… Bueno, tenemos que irnos—dije apresurada—. Adiós Edward, Adiós Emmett.

—Adiós —dijo Edward y entró hacia el departamento sin más.

—Adiós Bella, un placer-—Emmett tomó a Cariñitos y lo empujó hacia adentro.

Luego caminó hacia Rose y le dio un pequeño beso en la mejilla, Rosalie se sonrojó aún más y murmuró un "Nos vemos".

—Eso ha salido bien—dijo Rosalie después de que Emmett entrara a su departamento, me carcajeé al escucharla y caminamos hacia el departamento de ella, el 11-04.

El departamento tenía un estilo muy hogareño por dentro, me contó que vivía con sus padres y que era hija única. Me pregunto cómo sería estar sin los gemelos, Becca y Sam. Sólo yo, sin hermanos y con toda la atención de mis padres para mí, la sola idea me daba escalofríos.

— ¿Qué hacemos? ¿Tus padres no están? —pregunté.

—No, deben de estar en casa de mis abuelos y creí que sería literal lo de comer helado y llorar— Me reí al escucharla.

—Si tienes el helado me uno— Rosalie corrió a la cocina, cuando regresó tenía en sus manos un gran bote de helado de chocolate y dos cucharas.

Se sentó a mi lado en el sofá, con confianza le di la primera probada al helado, Rosalie me siguió.

— ¡Mmm! Esto esta muy bueno—le dije

—Si lo está —concordó ella—. ¿Edward es el chico que te rompió el corazón?

Me sorprendió su pregunta.

—Yo no lo llamaría romperme el corazón, hace falta sentimientos reales para que eso suceda.

— ¿No sientes nada por él? ¡Pero te veías muy enamorada!

—Pensé que lo único que viste en todo el proceso fueron tus zapatillas—Rosalie sonrió apenada y continúe—. No estoy enamorada, es sólo atracción física y puede que su terquedad me atraiga un poco también.

—Mmm pues yo veo otra cosa.

—Imaginas cosas, no puedes hablar de amor si sólo nos has visto juntos una sola vez, y basta de hablar de mi ¿qué hay de Emmett?

Rosalie se sonrojó al escuchar mi pregunta.

—Ya sabes... está esa cosa... tú me entiendes.

—La verdad es que no, explícate.

Sonreí con maldad y Rosalie bufó.

— Bueno, puede que él me guste un poco.

— ¿Sólo un poco?

— Okay, puede que me guste bastante.

— ¿Por qué no vas por él?

—Además de lo obvio, Emmett no es un objeto que puedo ir por él y comprarlo en un supermercado.

— ¿Qué es lo obvio? —pregunté.

—Pues parezco un niña de colegio: bajita, con pocas curvas y Emmett me lleva unos cuantos años más.

—Tienes razón eres pequeña pero eso no te hace menos atractiva que las demás y no me pareció que Emmett fuese un anciano, debe tener como veinti-tantos.

—Veintiuno— me corrigió.

— ¿Que son cuatro años de diferencia en estos tiempos?

—Supongo que nada.

—Al menos no es veinte años mayor, eso sí sería un problema.

Rosalie rió.

— Tienes razón, pero de igual forma no sé cómo gustarle a un chico, será una pérdida de tiempo.

—No lo será, tienes que confiar más en ti.

— ¿Me ayudarás?

Me encogí de hombros.

—Si eso quieres, está bien.

—Parece que tienes mucha experiencia.

Me reí, si tan sólo supiera.

—Sólo sé lo básico, tampoco te creas que soy experta.

—Confiaré en tu criterio— insistió.

—Entonces que la suerte esté de tu lado.

Descubrí que tenía mucho en común con Rosalie. Ambas poseíamos un gusto inusual con The Beatles y algunas películas de los ochenta, también compartíamos el gusto hacia bandas más modernas como Coldplay. En personalidad ambas éramos muy distintas, Rosalie se consideraba una joven de bien y que nunca desobedecería a sus padres, como era resaltante, ella era muy tímida y me contó que tenía muy pocos amigos, como siempre las etiquetas en la secundaria lo arruinan todo porque no podría conocer a nadie que no le caiga bien Rosalie, siendo ella una persona muy dulce y simpática. Yo, por el otro lado, era una historia completamente distinta, pero ya saben lo que dicen: Los opuestos se atraen, tal vez aquí no era la excepción.

Cerca de las nueve de la noche me despedí de Rosalie con la promesa de salir otro día y me encaminé hacia el condominio de Carlisle, ella insistió en acompañarme pero preferí volver sola para pensar un poco, además el camino no era muy largo, sólo unas cuantas cuadras de camino.

Las calles tanto o más concurridas como ayer. Me pregunto qué habrá pasado con Jacob, espero que haya terminado en la cama con aquella chica, sino todo este problema con Edward se hubiese podido evitar, pensar en él me revolvía el estómago, no sé si es algo bueno o malo pero cada vez que lo veo o pienso en él todo mi cuerpo reacciona de manera distinta, pero no, no, no. No puedo tener sentimientos por Edward, es ridículo, la atracción es evidente pero ¿Qué chica no se sentía atraída por él? El idiota sudaba buena apariencia, estoy tan confundida, no sé que me sucede y tampoco quiero averiguarlo porque si lo que estoy sintiendo es algo más que atracción física el mundo se me va a venir abajo, no quiero, ni estoy preparada para algo así, yo sólo…sólo trataré de seguir adelante e ignoraré el hecho de que no únicamente mi cuerpo retumba cuando pensaba en él.

Antes de lo que creí llegué al departamento, subí las escaleras y cuando abrí la puerta principal me encontré a Carlisle comiéndose un enorme pedazo de pizza.

— ¡Ajá! —le grité. Carlisle tiró accidentalmente su pedazo de pizza al suelo—. Te agarré con las manos en la masa, gordito.

Carlisle bufó.

— ¿Ves lo que hiciste? — dijo enojado mientras señalaba el trozo de pizza en el suelo manchado de salsa, yo asentí sonriente—. Tienes que limpiarlo.

Negué y me fui hacia mi habitación con una carcajada, cuando llegué allí le grité:

—Yo no soy la que come Pizza a escondidas.

Carlisle me gritó de regreso.

— ¡Ven ahora mismo Isabella Swan!

Rodé los ojos, se puso en plan mandón.

Luego de mucha pelea tuve que limpiar el desastre que Carlisle hizo, resguardado con la excusa "Tú me asustaste y esta es mi casa". Me ponía de mal humor que usaran ese tipo de frases conmigo, "soy tu hermano mayor" solía decir Carl, como si eso les diera algún tipo de inmunidad a la hora de hacer algunas tareas de la casa. Ignorando el deseo de golpearle las bolas a Carlisle limpié el suelo rápidamente antes de que la verdadera Bella gruñona hiciese su aparición, le di las buenas noches y me encerré en mi cuarto.

Allí revisé como siempre mis redes sociales, me picó el mosquito de la curiosidad así que escribí "Edward Cullen" en el buscador y así ver qué aparecía, salieron alrededor de diez mil resultados, habían muchos Edward Cullen en el mundo, fui descartando uno por uno hasta que encontré al verdadero Edward, no teníamos ningún amigo en común y de perfil tenía una fotografía en la que sonreía con una chica de cabello rojizo en lo que me parecía a mí era un columpio, quería revisar su muro pero me di cuenta que para hacerlo debía enviarle una solicitud de amistad, así que descarté la idea.

Revisé mi correo electrónico pero no tenía ningún mensaje importante, le escribí a Reneé y a los gemelos, desde que había llegado a Miami no sabía nada de Charlie y eso me tenía preocupada.

Agotada apagué la laptop, la coloqué en la mesa de noche que se encontraba a un lado de la cama junto a mi teléfono y me dormí al instante.

Escuché algo molesto sonar una y otra vez, no se callaba. ¡Déjenme dormir! Cuando estuve un poco más consciente caí en cuenta de que era mi celular, estiré mi brazo hasta la mesa de noche para alcanzarlo.

La luz brillante que emanaba el teléfono me molestaba, como pude observé que la persona que llamaba tenía su número bloqueado.

Con voz ronca producto del sueño contesté.

— ¿Hola?

—Baja —respondió alguien, me espabilé y respondí.

— ¿Quién habla? Es jodidamente tarde para una llamada en broma así que más te vale que…

—Es Edward, estoy abajo del departamento.

¡Mierda! ¿Qué hace Edward aquí? Los nervios me atacaron, con dificultad dije:

— ¿Qué?... Estás loco, es de madrugada, no voy a bajar, vete Edward.

Escuché su voz suplicante.

—Por favor Bella, baja un momento.

Fingí estar enojada.

—Más te vale que sea algo bueno.

Colgué.

Dios mío ¿Qué voy a hacer? Edward esta aquí, aun no lo he visto pero ya me siento morir, el nudo en mi estómago se hace cada vez más fuerte, es mejor si no bajo, así me ahorro todo el drama…

¡No, joder! No formaré parte del grupo de chicas cobardes, voy a bajar, veré que es lo que quiere y eso es todo, será algo completamente normal y que no me debería afectar tanto como lo hace ahora mismo.

Respiré profundamente y me levante de la cama, luego de cambiar mi pijama por un unos jeans rasgados y una camisa sencilla. Salí hacia el salón, todo estaba a oscuras así que antes de irme le dejé una nota a Carlisle en el mesón de la cocina por si despertaba.

Bajaré un momento, no me tardo. 

Caminé con prisa hasta llegar al lobby del edificio, allí no se encontraba nadie y el vigilante probablemente estaba muy dormido en su cabina. Miré hacia todas las direcciones pero no encontré a Edward por ahí.

Así que salí del edifico.

No sé muy bien que fue lo que me hizo temblar, tal vez fue el viento helado que sacudía las palmeras o quizás la imagen de Edward sentado en un escalón revolviéndose el cabello con ambas manos.

No se había percatado de mi presencia, en su rostro había un ceño fruncido, me quedé estática observando sus finos rasgos pero de la nada Edward miró su reloj y se dispuso a levantarse para irse.

Me sentí intimidada.

— ¿Eh…E-edward? —murmuré para mí misma pero él igual me escucho.

— Oh. Bella —dijo él, acercándose rápidamente hacia a mí y dándome un abrazo, el cual acepté un tanto incómoda, acomodé mi cabeza en su cuello y de allí olfateé el olor a cerveza.

Eso era, estaba borracho. Edward nunca se acercaría de esa manera hacia mí estando sobrio.

Lo alejé con un suave empujón, Edward me miraba intensamente pero no me permitiría ser débil.

— ¿Qué haces aquí? ¿Sabes qué hora es? —Repentinamente me sentí furiosa pero la causa de aquello no era su visita a altas horas de la madrugada, sino el pensar que este acercamiento era sólo el producto de unas cuantas cervezas.

—Sé que no debí haber venido pero tenía que verte.

Su confesión me sorprendió pero no lo demostré.

— ¿Para qué? ¡Comienza a hablar!

Edward rió como si le hubiese contado un chiste muy bueno.

—Me encanta que seas tan malhumorada.

Disminuyó la distancia que había entre nosotros, extendió su brazo derecho y acarició lentamente mi mejilla causando que ambas se sonrojaran.

—Edward…basta —hablé en un bajo susurro cortado quitando su mano de mi mejilla.

— ¿Por qué? ¿Te incomoda?

—No, pero sé que esto no es algo que normalmente tú harías.

— ¿Qué se supone que haría normalmente?

Bufé.

—Ya sabes, bromear o algo parecido pero nunca comportarte de esta manera.

— ¿Cuál manera?

—Esta manera —señalé la poca distancia entre nosotros—. Los extraños abrazos y caricias ¿Qué pretendes de mí? Y por favor no me contestes con otra pregunta.

Edward sonrió ladeadamente, se acercó y susurró a mi oído.

—Estás enojada porque no salimos hoy.

Abrí mis ojos asombrada por aquella afirmación pero a pesar de la realidad de aquello negué con mi cabeza.

Él continúo hablando.

—Apuesto que estuviste todo el día esperando mi llamada, ilusionada por lo que haríamos.

—No seas ridículo, no soy una niña pequeña y no trates de cambiar el tema, estás borracho y viniste aquí ¿Qué es lo que quieres?

El silencio reinó durante unos segundos hasta que Edward luego de un largo suspiro habló.

—No lo sé ¿Vale? No tengo ni idea de por qué estoy aquí, simplemente después de salir de donde Emmett algo me hizo caminar hasta aquí, pude ver en tu expresión esta tarde que estabas molesta por no haberte llamado, quise recompensarte.

Me conmovió el comentario, no me imaginaba que Edward pensaba en mí y mucho menos que vino hasta acá sólo para eso.

El ambiente hostil cambió completamente a uno tímido, esto era algo que no había experimentado alguna vez.

—Oh. —dije conmocionada—. No tenías porqué hacerlo, estoy bien, lo juro.

Edward pasó una mano por su cabello cobrizo, alborotándolo en el acto.

—Sé que tú estás bien, yo soy el que no lo está.

Cansada de estar de pie, lo halé para sentarnos en un escalón, me senté muy cerca de él, le sonreí y con timidez lo tomé de la mano y entrelacé nuestras manos, sentí el calor que provenía de la unión.

— ¿Qué sucede? — pregunté—. ¿Qué está mal? ¿Pasó algo con Alice?

—No, no—negó—. Necesitaba hablar con alguien, hablar contigo me hace bien.

— ¿Cómo puedes estar tan seguro si nuestra primera conversación larga la hicimos ayer?

Se encogió de hombros.

—Eso es lo increíble, no me siento cómodo hablando con mi mejor amigo de estos temas pero tú, que eres prácticamente una extraña para mí y toda conversación fluye con normalidad, no quiero demorar algo que me hace sentir bien.

—Oh. —repetí—. Entonces cuéntame qué es lo que sucede.

— ¿No te has sentido alguna vez agobiada? ¿Sientes que toda la presión está por encima de ti y simplemente quieres renunciar?

Me reí al escuchar aquellas palabras, es como si fuese yo la que las dijera.

—Todo el tiempo, esa es una de las razones por las que vine a Miami.

— ¿Para escapar de los problemas?

Asentí.

—Pero ahora yo te agobio con los míos.

—No eres el único—murmuré para mí misma recordando a Rosalie.

— ¿Qué? — preguntó confundido.

—Nada… Sígueme contando.

—Es mi familia, todos esperan tanto de mí: mis padres, Alice, mi tía. Todos quieren mi ayuda y yo simplemente no puedo más ¿Por qué debo ser yo el que cuide de todos? ¿Dónde estaban mis padres cuando yo los necesité de pequeño? Pero hoy todo acabó, me fui de casa.

— ¿Esa fue una de las razones por las que no llamaste hoy?

Edward me sonrió.

—Sabia que estabas molesta por eso.

—No lo estoy —reí—. Bueno…no tanto, ¿Dónde te estás quedando?

—Los padres de Emmett me dieron asilo por unos cuantos días pero si no consigo algo económico para estas semanas tendré que dormir en mi auto.

— ¿No crees que sería mejor si vuelves a tu casa y arreglas las cosas con tus padres?

Negó.

—Esa ya no es una opción, mi familia es muy orgullosa.

Suspiré.

—Ojalá pudiese ayudarte con algo.

—Ya lo haces, con tu presencia me basta— susurró muy cerca de mi rostro.

Bajé la mirada al oír aquello, nos quedamos en silencio por unos cuantos minutos, cada uno digiriendo a su manera aquella pequeña confesión, que aunque no era la gran cosa significaba un gran paso para ambos que nunca habíamos sabido cómo expresar nuestro sentir.

—Ya tengo que irme —dijo Edward, sentí la desilusión pasar por mi cuerpo al escucharle.

—Está bien —contesté atreviéndome a ver sus preciosos ojos verdes, le di una pequeña sonrisa y él se acerco lentamente, mi respiración se aceleró y mi cuerpo reaccionó al instante, esperando aquel beso que lo cerraría todo.

Cierro mis ojos anhelando que sus labios toquen los míos, pero Edward no piensa igual ya que besa mi frente, se queda allí por lo que parecen horas y a pesar de no ser un beso en los labios, yo sólo puedo disfrutar la sensación que sus labios húmedos me ofrecen así que suelto un pequeño suspiro de felicidad.

Al final de cuentas no es un beso en los labios pero para mí es igual o más importante ya que éste, ya sea en mi imaginación o no, revela el comienzo de un pequeño fuego en mi interior, que con el tiempo, pienso yo, se convertirá en algo grande y magnífico.

Puede que la próxima vez si bese mis labios, porque habrá próxima vez ¿no?

¡Nuevo cap! un poquito mas largo que lo usual para recompensar la tardanza (disculpen por eso) ¿Que les pareció? ¿Alguna opinión de la reaccion de Bella? Espero sus comentarios y que lo hayan disfrutado, como siempre ustedes me leen aquí y yo las leo en los comentarios. 

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Acerca del Autor

Nos dedicamos a brindar información a todos los fans de la Saga Crepúsculo. Desde entonces nos hemos encargado de cubrir premieres, eventos, actualizar día a día nueva información sobre el cast. Después de que terminó la épica Saga en Noviembre del 2012, seguimos los proyectos de cada actor como corresponde.
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