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Amores, los saludo. Sean bienvenidos a otro Twilight Tuesday.
Me encuentro escuchando los soundtracks de toda la Saga. Qué música tan buena. Una de las cosas que más agradezco a Twilight es el haberme permitido conocer a bandas y artistas de tanta calidad, a actores, productores y lugares increíbles cuya presencia en mi vida la debo sólo a Twilight. Nunca me cansaré de estar agradecida por eso.
Hace poco revisaba la lista de los nombres más populares para bebés. Por alguna extraña razón, ‘Imogen’ despunta para las niñas, mientras que (más comprensiblemente) George es el nuevo para los varoncitos. A lo que voy es, empecé a recordar los tiempos en que Isabella, Jacob, y Edward, eran los primeros del ranking. No hace tanto de eso. Ahora, más que pensar en nosotros como padres, que definitivamente buscaremos alguna forma de inmortalizar nuestro amor por la Saga, empiezo a pensar en todos esos niños, y los que faltan por venir, quienes crecerán como pruebas vivientes del fenómeno que ha marcado a una generación. ¿Qué pensarán? ¿Les gustará saberse portadores de nombres provenientes de los personajes de Twilight? Supongo que sí, pues sus padres les habrán dado esa formación. Al menos no son de los desafortunados llamados Anakin, Khaleesi (¿qué les costaba ponerle Daenerys a la criatura?) y hasta North, cortesía de los Kardashian.
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Los nombres más populares para bebés en Estados Unidos durante 2010 (americablog.com)[/caption]Para ejemplificar mejor esto, caeré brevemente en lo que espero sea una levísima egolatría, y es que en realidad yo soy una de esas personas que llevan en su nombre el homenaje a un fandom. Mi nombre, Michelle, proviene de una de las canciones de los Beatles, el grupo preferido de mi madre. Según parece ser que va la historia, estuve a punto de ser Lucy, Penny, Martha, Prudence, Rita e incluso Julia, hasta que apareció la canción correcta con el nombre correcto. Creo que apenas ahora me siento a reflexionar realmente en lo que implica el hecho de ser recuerdo de un fandom a través del nombre, y déjenme decirles que sí es una sensación muy bonita. Yo crecí completamente dentro de la cultura de los Beatles, aprendiendo sus canciones desde la cuna y siempre inmersa de un modo natural y auténtico. Supongo que a algo así es a lo que deberíamos de aspirar para nuestros vástagos: que nunca cuestionen ni se sientan incómodos. Aceptarán este hermoso estilo de vida, sabrán continuar este afecto sin que les sea una carga, y también aprenderán el sentido de respeto y lealtad que se le debe tener a un fandom.
En cuanto a mi futura maternidad, ya he empezado a planear la delicada estructura de los nombres que llevarán mis hijos para representar dignamente a los fandoms que educaron a su madre. Debo reconocer que aún no he decidido qué nombres de Twilight han de llevar -¡hay tantos tan hermosos e importantes! Hasta ahora tengo casi seguro que sería Ariel para una niña y Alan para un varón, por La Sirenita y por Alan Menken, el magnífico compositor de Disney, respectivamente. Ya veremos cuál de los nombres de la Saga es el más apropiado, total, si no es posible escoger sólo uno aplicaré el estilo monárquico de ponerle a los futuros reyes absolutamente todos los nombres que se les ocurrieron. Hay que recordar que bautizar a los hijos no es una decisión unilateral, así que también habrá que sufrirle a la negociación con el marido. En fin. Todo se puede.
Así pues, no tengan miedo de llamar a su retoñito ‘Renesmee’ o ‘Aro’; por experiencia propia les digo que sus hijos no lo resentirán, si conocen bien todas las razones que llevaron a ese nombre. Es una sensación muy bonita, mejor que tener ese nombre por la tía de la prima de la abuela de la vecina que murió hace millones de años y cuyo nombre es tradición familiar. Este significado es mucho más especial.
Y con esto me despido. No olviden dejarnos sus cometarios, quejas, y sugerencias; todos son leídos y apreciados. Sigamos observando de cerca este divertidísimo Juego de los Nombres. Mientras tanto cuídense mucho, sean felices, y hasta el próximo Twilight Tuesday.
XOXO
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Christmas – Michael Bublé
Después del tres de noviembre todo es Navidad. Reloj en mano, el primer minuto del domingo comenzaron a aparecer arbolitos, esferas, villancicos, preventas, y los vasos rojos de Starbucks. Es por eso que, ya totalmente de lleno en la atmósfera navideña vengo a recomendarles este álbum de clásicos decembrinos con un twist. La música de Bublé nos remonta a los años 20 o 30, un toque elegante y juguetón que reinventa las canciones tan conocidas por todos nosotros. El disco se disfruta lentamente, es fácil de gozar, y es encantador. Para quienes, como yo, pasan todo el año contando los días para la temporada de Navidad, éste es el disco.
¿Por qué no has vuelto a escribir? :(
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