Twilight Tuesday - Marcus y el cometa

[caption id="" align="aligncenter" width="183"] (thetwilightsaga.com)[/caption]

Queridines, siempre adorados, ¿cómo les va? Quienes siguen estudiando, ¿ya entraron a clases? Yo acabo de empezar la Universidad; es una intensidad, pero estoy feliz. En fin.

Ahora vengo con toda la emoción a compartirles mi profundo amor por Marcus. Sí, Marcus. Creo que se habla de él menos de lo merecido; si la relevancia y promoción de los personajes fuese una relación amorosa, definitivamente Marcus estaría en la friendzone. Es por eso que me gustaría retomarlo; no olvidemos que Twilight es ante todo una historia de amor, y lo que nos deja Marcus y su relación con Didyme es la enseñanza de que nada puede destruir el amor, ni los años, ni las intrigas, ni la muerte.

Como sabemos, la historia de Marcus es bastante triste, y su tragedia resulta aún más conmovedora (y extraña) en el contexto político en el que él se encuentra. Viendo a los Volturi, quiénes son, qué hacen, cómo se conducen, resulta difícil imaginar que alguno de ellos sea capaz de amar honestamente, aunque tenemos la prueba en que están casados y en que el afecto que les profesan a sus mujeres es auténtico. Al menos Caius y Aro se notan demasiado absortos en su eterna conquista de influencias como para permitirse cualquier otro tipo de sentimientos. Eso es lo que distingue a Marcus; cada vez que Bella tiene oportunidad de verlo le llama la atención que él no luce igual de fascinado que sus hermanos ante las ideas de conquista o batalla, sino que luce prácticamente desconectado de la situación, como si no le importara. Y, realmente, no le importa. Hace siglos que dejó de importarle. Marcus tiene el corazón roto.

[caption id="" align="aligncenter" width="276"] La monotonía de Marcus no es más que penas de amor.
(twilightsaga.wika.com)[/caption]

El caso de Marcus es el de un amor perdido, un amor truncado por la realidad y la ambición. Él y Aro se conocieron hace más de mil años, cuando tenían poco tiempo de haber sido transformados, e inmediatamente formaron un buen equipo. Por eso, no es de extrañar que Marcus se fijara precisamente en Didyme, la hermana de su mejor amigo. El romance floreció poco a poco, hasta llegar al punto en que se convirtió en un amor puro y sólido. A la luz de este sentimiento, poco importaban las maquinaciones políticas de Aro, y Marcus y Didyme empezaron a considerar una vida por su cuenta, lejos de la organización que empezaba a tomar forma. Cuando Aro se dio cuenta de lo que planeaban, evaluó sus posibilidades. Si los dejaba irse, su poder disminuiría ante los ojos de la sociedad vampírica, y además perdería dos talentos importantes; sin embargo, cada vez se volvía más evidente que no lograría convencerlos de quedarse. Así pues, Aro decidió que el poder de Marcus era el más necesario en su estructura, y, para forzarlo a mantenerse ahí, mató a Didyme.

Aro quería mucho a su hermana, genuinamente la quería, sin embargo eso no lo detuvo cuando para conservar el poder de Marcus a su lado se vio ‘obligado’ a matarla. Aro aquí vuelve a dar pruebas de su complejidad psicológica: le dolió profundamente asesinar a Didyme, pero eso no le impidió cometer el acto. Lógicamente, perder a Didyme trastornó a Marcus para siempre. Y es de esta pérdida de su único amor de donde viene la amargura y la apariencia de aburrimiento que Bella hace notar cada vez que se encuentra con él. Para Marcus, la vida sin Didyme realmente ya no tiene sentido ni encanto alguno. Su lealtad hacia Aro y Caius se ha mantenido gracias a Renata, pero cualquier interés genuino que pudiese haber sentido hacia lo que ocurre a su alrededor murió junto con Didyme. Durante un tiempo vivió para vengarla, pero jamás pudo dar con el responsable de su muerte, y esa frustración se añadió a sus penas; ahora Marcus no es más que un hombre vacío y envuelto en añoranzas.

Como les decía al inicio, me parece muy valioso y muy bello el aprendizaje que podemos obtener de esta historia: el amor es el motor de todas nuestras acciones y pensamientos, si tenemos a la persona amada junto a nosotros podemos enfrentar cualquier cosa y decidir cualquier aventura. Pero, si llegásemos a perder a quien amamos, entonces todo nuestro entorno se apagaría, y ya no sería posible recuperarlo. Esto nos regresa a la metáfora que expresa Edward frente a Bella casi al final de New Moon, la del cielo como la vida y el amor representado por un cometa –antes de su paso se puede ver las estrellas, pero luego cruza el cometa, con una luz tan potente que cuando desaparece la persona ha quedado deslumbrada y ya no puede admirar los astros menores; siguen ahí, pero la luz del cometa los ha vuelto invisibles. Otra forma de ver esto es que para realmente gozar y valorar la vida hay que compartirla con alguien especial que le dé sentido a todo lo que nos rodea, de lo contrario nos iremos vaciando poquito a poquito, hasta que nada de lo que encontremos pueda darnos satisfacción alguna.

[caption id="" align="aligncenter" width="256"] (esa.int)[/caption]

De Marcus se ve poquito en los libros, y todavía menos en las películas pero en estas últimas se hizo un ajuste bastante positivo, que se le debe a la producción de New Moon y que es uno de los pocos detalles donde pantalla superó a página: aunque en la Guía se describe a Marcus como un hombre bastante joven, “transformado antes de los veinte años”, en las cintas vemos a Christopher Heyerdahl, un actor maduro, mayor que lo mencionado. Esto es mucho, mucho mejor, ya que francamente es imposible imaginarse a los Volturi con el aspecto de muchachos; gigantes políticos como ellos evocan forzosamente una imagen de experiencia, de tiempo. La imagen de Marcus como alguien en quien se ve dibujada la experiencia y el sufrimiento ofrece una imagen mucho más realista y convincente, que habría sido difícil de transmitir con un muchacho. Ejemplo, por mucho que apreciemos a Jamie Campbell Bower, hay que admitir que no era el Caius ideal. Para esos personajes hombres como Michael Sheen o Christopher Heyerdahl estuvieron básicamente perfectos, de esos castings afortunados estilo Rachelle Lefevre para Victoria, en donde con sólo un vistazo al actor en su caracterización final reconocemos verdaderamente al personaje. Y claro, sublime el momento en Breaking Dawn Part 2 cuando Marcus recibe a la muerte con los brazos abiertos, sabiendo que por fin podrá reunirse con la mujer que ama. Bien por esta elección; como siempre, una pena que se tengan que eliminar parlamentos y detalles valiosos camino al cine, pero al menos lo que nos presentaron, aunque escaso, fue bueno.

De verdad que cada vez que pienso en estos personajes secundarios, y las maravillosas historias que cada uno tiene por contar, me convenzo más de que es imperioso tener spin-offs donde podamos vivir cada relato. De acuerdo, el espacio de la narrativa principal, la historia de Bella y Edward, no permitía insertar cosas como lo ocurrido con Marcus y Didyme, meterlos se habría visto muy forzado, pero justamente por eso valdría muchísimo la pena trabajar con estos personajes de manera separada. Esto aplica de igual forma para Alice y Jasper, o los Volturi con sus siglos de gobierno y la construcción de su emporio de poder –queremos saber más, siempre más. Lo hermoso de Stephenie y su obra es que nos ha dado seres increíbles, cada uno con muchas capas de personalidad y vidas fascinantes que deberían conocerse, pues cada uno puede ayudarnos a entender algo que tal vez está ocurriendo en nuestra propia vida, o que nos puede ayudar en un futuro cercano. Ojalá ocurra algo pronto, más allá del terreno del fanfiction.

Pero en lo que eso pasa hay que querernos mucho. No dejen de expresar sus opiniones, comentarios, quejas, y sugerencias, que al fin y al cabo este espacio es por y para ustedes. Luego me cuentan qué sorpresa anda anunciando Summit ahora que se acerca el aniversario de bodas de Bella y Edward, tengo la impresión de que una vez más será una lindísima sorpresa de varios cientos de dólares. A ver qué pasa. Mientras tanto cuídense mucho, sean felices, y hasta el próximo Twilight Tuesday.

XOXO

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Recomendación de la Semana

Salomé

Esta obra teatral en un acto, escrita por el gran Oscar Wilde, es algo que tienen que leer. Wilde retoma al personaje bíblico de Salomé, la joven que pide a Herodes la cabeza de Juan el Bautista como recompensa tras haber ejecutado la Danza de los Siete Velos para el monarca. Salomé es una pieza breve pero concisa, apasionada, donde se mezclan todo tipo de tragedias: las de la misma Salomé, primero al verse considerada sólo como objeto, y luego con el despecho de ser rechazada por el único hombre que ella quería; el Profeta, atormentado por sus pláticas con Dios y sus vaticinios, su fe que le hace rechazar a quien será su muerte; Herodes, envuelto en una pasión tan enorme por Salomé que a pesar de su conciencia y juicio concede el deseo de la joven con tal de gozar su danza… en fin, cada personaje es un desenlace trágico, no en vano Salomé es a fin de cuentas una tragedia. De verdad, un texto espléndido. El gran Oscar Wilde.