Cap 13: La Mejor Inversión de sus Vidas

Por Diana Méndez   Publicado a las  4:58 p. m.   0 comentarios


Capítulo 13

POV Bella:

Aplico un poco más de bloqueador en la espalda de Vanessa y voy y me siento en mi silla para tomar el sol. Apenas es el segundo día aquí y siento que extraño a Edward, lo cual es tan tonto.

— ¿Y cómo vas con tu marido? —me pregunta Vanessa, bebiendo su piña colada.

Yo ajusto mis lentes de sol antes de responderle.

—Humm... Bien, supongo —contesto.

Vanessa se pone recta sobre su silla y me mira con sus grandes ojos azules, antes de levantar una de sus perfectas cejas delineadas.

— ¿Supones? —pregunta.

Yo frunzo el ceño.

—Es que... no sé, no puedo explicarlo. De un de repente me he sentido muy unida con Edward, no lo sé... es extraño.

— ¿Pero? —cuestiona Essa.

Yo resoplo.

—Pero Edward se está alejando. —Parpadeo confusa—. Y, extrañamente, eso me entristece. Verás, antes Edward era muy pendiente conmigo y siempre estaba ahí consintiéndome en algunas cosas, nunca excediéndose; pero desde hace una semana, más o menos, él está distante, lo noto siempre distraído —digo—. Y eso me preocupa, porque no sé qué hice mal ahora.

—A lo mejor tiene una amante, Bella —dice Vanessa.

Yo abro mis ojos sorprendida por lo que ella acaba de decir.

— ¡Eso es imposible! —lo niego.

— ¿Por qué? —pregunta Vanessa riéndose. Yo no le noto nada gracioso a esta plática.

—Porque... —empiezo a balbucear como tonta al saber que no tengo ninguna excusa—. Porque él lo prometió —digo en voz baja.

—Bella, te creía más inteligente —Vanessa se burla—. O sea, Bella, nunca debes de creer las promesas de la gente. Las personas siempre te defraudan —me dice ella, viéndome fijamente a los ojos. Ni siquiera parpadeamos. Después de unos segundos, que parecen eternos, ella habla—: ¿Por qué no lo olvidas y sigues con tu vida?

—Creo que sigo igual de idiota que cuando era niña —le digo tratando de sonreír.

Ella se acerca más a mí y toma mi mano.

—Si Edward te está engañando es porque te quiere —me dice ella.

Yo me rio.

—Creo que los tiempos cambiaron o realmente yo me quedé atrás —le digo.

— ¿Por qué dices eso? —me pregunta.

—Porque si quieres a alguien no lo traicionas —digo fácilmente.

Ella niega con su cabeza.

—Tal vez es solo que él se dio cuenta que tú nunca estás dando nada de tu parte —me dice—. Lo has ignorado tanto tiempo y él piensa que es mejor ya separarse de ti, para que no se haga más daño con tu indiferencia.

—Es que no sé —digo exasperada. Las lágrimas se acumulan en mis ojos. ¡Joder! Odio llorar. Eso demuestra tanta debilidad—. Yo le tengo miedo al amor, Vanessa.

—No le tienes miedo al amor, tienes miedo de no ser amada, pero sabes que con Edward eso ni siquiera importa, Isabella —me regaña—. Sabes que él te ama, ¿por qué no aceptarlo? —pregunta.

—Porque yo no lo amo, Vanessa —le digo simplemente con un encogimiento de hombros.

Ella me mira, examinándome.

— ¿Y por qué no simplemente te dejas enamorar por Edward? —me ofrece.

Y yo miro hacia el cielo, tratando de buscar un lugar en donde esté mi madre, porque sé que ella está ahí, viendo como estoy decidiéndome entre dejarme enamorar o simplemente aceptar que ya lo estoy.

—Porque no, Vanessa —le respondo ácidamente—. O sea, si él es así sin ni siquiera quererme, imagínate cuando sepa que yo estoy enamorada de él. Se aprovechará de eso. De por sí cambia de humor cada semana... —murmuro con desaprobación.

Algo dentro de la cabeza de Vanessa hace click y abre sus ojos, recordando algo.

— ¿Una semana? —me pregunta. Yo asiento—. ¿Recuerdas el día que te llamé porque papá estaba enfermo? —Yo vuelvo a asentir, sin entender nada—. Cuando tú te fuiste, Edward llegó y se encerró como por una hora en el cuarto de papá, y estaban discutiendo —me cuenta.

— ¿Qué hacía Edward ahí? —le pregunto.

—No tengo idea, no pude escuchar qué hablaron, pero sé que cuando Edward se fue, él iba como enojado y sacado de onda —relata.

—Necesito saber qué fue lo que le dijo Charlie como para tener tan distante a Edward —murmuro para mí misma.

Los dos días que restaban pasaron demasiado rápido y ya me dirigía directo a la casa. Eran ya pasadas las 10 de la noche y estaba muerta del cansancio. No podía negar que me carcomía esa plática entre Charlie y Edward. ¿Qué sabrá él que lo tiene tan molesto conmigo? Porque eso es, Edward está molesto, y ni siquiera sé por qué.

Llegué a casa y rápidamente noté lo demasiado apagada que estaba. La mesa no se había puesto para la cena, cosa extraña, ya que a Scott no le gustaba comer en su cuarto, sino en la mesa.

Subí las escaleras hacia el cuarto que compartíamos ahora mi marido y yo, pero lo encontré con los las luces apagadas y la cama tendida. Busqué en el baño y, de hecho, busqué a Scott, pero no lo encontré.

— ¿Edward, Scott? —los llamé en voz alta para que me escucharan, pero no escuché más que los latidos de mi corazón. Bajé de nuevo las escaleras y entré al estudio de Edward.

Edward estaba sentado en su silla, con una copa de coñac en su mano y extrañamente, tenía un puro en la otra mano. Ni siquiera sabía que Edward fumaba.

—Si vas a pasar, que sea rápido por favor —exclama Edward. Me asustó su voz ronca, no lo negaré, pero me armé de valor y entré.

—No sabía que fumabas —murmuro.

Edward mira su puro y se encoge de hombros.

—Es para pasar el rato —dice. Camino hacia el interruptor de luz que se encuentra enseguida de la puerta, y lo prendo. La oscuridad no me gusta—. ¿Qué quieres? —dice Edward molesto.

Me pongo enfrente de su escritorio, lista para discutir.

— ¿Qué fue de lo que hablaron Charlie y tú? —le pregunto.

Edward frunce el ceño.

—No sé de qué hablas —me contesta indiferente.

—Oh, a mí no me vengas con eso, Edward. Sé perfectamente que hablaste con mi padre, por favor dímelo —le pido.

—Hablamos de la empresa —contesta secamente.

Yo entrecierro mis ojos; es tan difícil que pueda creer una mentira de Edward.

—Sé que eso es mentira —le digo.

Él se gira un poco en su silla y levanta una ceja.

—Ese es tu problema.

—Edward, sé que discutieron; Vanessa me lo dijo.

—Ella mintió —dice, pero yo me rio sarcástica.

—Es muy difícil que puedas engañarme, Edward —le digo.

Él se ríe, con ganas.

— ¿Estás segura de eso, mi Bella? —me pregunta burlándose—. No me gustaría darte la sorpresa de que una rubia ojos verdes me atendió muy bien anoche.

Yo abro mis ojos muy bien y trago en seco. ¿Él está hablando de que se acostó con otra tipa?, me pregunto.

— ¿Qué? —le pregunto confundida por el cambio de tema.

Edward se pone de pie.

—Lo que escuchaste —me dice con ese tono déspota con el que les habla a sus empleados—. Estaba muy aburrido anoche y tú no estabas. —Se encoge de hombros—. Salí por ahí y encontré a una linda chica que quiso pasar la noche conmigo —me cuenta—. Ahora, si no te importa, lárgate de aquí. —Señala con un dedo hacia la puerta, y creo que es justamente eso, lo que me hace reaccionar. Respiro profundo y tomo valor.

— ¡A mí me importa una jodida mierda lo que tú hagas con esas putas que solo se te quieren andar trepando por el dinero! Tú me tienes que...

— ¿Putas? —Edward me interrumpe. Él se ríe—. ¿Son putas porque quieren mi dinero? —me pregunta.

— ¡Obvio que sí! ¿Acaso crees que se fijan en tu buen carácter? —le grito.

Él se recarga en el escritorio y se acerca a mi rostro, su aliento a alcohol pegando en mi cara.

— ¿Entonces te estás llamando puta a ti misma? —me pregunta serio.

No sé cuándo lo pensé, pero lo próximo que sentí fue mi mano impactando duro y rápido en la mejilla de Edward.

— ¡Yo no voy a permitir por nada que tú me estés hablando así, Edward! Yo soy tu esposa y merezco el mismo respeto que yo te doy a ti —le grito.

Edward se separa bruscamente de mí y camina hacia donde estoy, parándose frente a mí.

—Yo solo repetí lo que tú dijiste —me dice burlándose de nuevo—. ¿O es que acaso tú te casaste conmigo por amor, Bella? ¡Obvio no! ¡Los dos nos casamos por el dinero que recibiríamos, entiéndelo! ¡Yo no sé por qué te empeñas en llevar un buen matrimonio, cuando esto está peor que la mierda! —me grita—. Tú —pone un dedo firme sobre mi pecho— y yo —se señala—, nunca vamos a ser felices.

—Menos si tú traicionas la poca confianza que te estaba teniendo —murmuro.

Él se ríe y se encoge de hombros, despreocupado.

—Confianza que yo no te pedí que me tuvieras —me recuerda. Él camina hacia el bar que esta ahí y se sirve otra copa de coñac.

—Me doy cuenta de eso —le doy la razón.

Él se gira y me mira, y puedo jurar por quien sea que su expresión es de dolor.

—Bien —dice. Se acerca a mí de nuevo—. Solo grábatelo bien, Isabella. Tú y yo nunca podremos ser felices, porque los dos estamos tan jodidos que no podemos amarnos.

—Tú prometiste que me arreglarías. —Agacho la mirada a mis pies, el nudo en la garganta creciendo.

—Lo siento —susurra—. Pero necesitaría a alguien primero para que me arregle —trata de bromear, pero la tensión es tan fuerte que no funciona—. Yo estoy más jodido que tú, Isabella; no puedo hacer nada por ti —me dice finalmente.

Yo asiento y lo miro de nuevo.

— ¿Qué pasó con Charlie? —le pregunto.

Su mandíbula y su mirada se endurecen, su mano tomando fuertemente su copa.

—Pensé que ya habíamos cambiado de tema —dice bruscamente, separándose de mí.

— ¿Quieres que sigamos hablando de tus infidelidades? —le pregunto muy enojada.

Él se queda parado ahí, camina a su escritorio de nuevo. Pasan los minutos y él no se mueve, y siento la necesidad de preguntarle de nuevo cuando él habla:

—Hablamos de tu madre —dice finalmente, y siento algo apretujándome el corazón.

— ¿Qué hablaron? —le pregunto.

—Sobre cómo fue su muerte —él contesta, pero no se gira, y yo muero por ver sus ojos, para saber si está diciendo la verdad o está mintiéndome.

— ¿Por qué? —le exijo.

—Porque no tolero ver cómo sufres por eso, culpándote todos los putos días por su muerte, cuando tú no tienes nada que ver.

— ¿Y eso a ti qué? —le pregunto gritándole. Me pongo delante de él, exasperada—. Te recuerdo que me acabas de decir que no te importo —le digo.

Él niega exasperadamente con su cabeza.

—Yo dije que no nos amábamos, no que no me preocupara por ti —me contesta encogiéndose.

—Es la misma mierda —le digo—. Tú no debiste haberle preguntado a Charlie...

— ¿Y tú sí? —me reta—. ¡Joder, Isabella! Has vivido toda tu vida traumada con esa muerte.

—No podemos hablar de traumados, amigo —le digo, tratando de que entienda mi situación.

—Pero tan siquiera yo sé que tuve la culpa de lo que pasó —susurra.

— ¿Qué es? —le pregunto en voz baja.

—No te lo diré, confórmate con eso. —Él huye de mi lado y empieza a caminar por todo el estudio—. Bella, tu madre murió de leucemia —me dice.

Yo niego con la cabeza.

—No —niego—, ella estaba bien —trato de explicarle—. Ella era una mujer sana.

— ¡No! —grita Edward. Deja de golpe su copa, ahora vacía, en un librero. Nunca me di cuenta cuando se la tomó—. Bella, Charlie no tiene por qué mentir. Tu madre murió por eso.

—Eso es mentira. Si Renée hubiera estado enferma, mi padre hubiera hecho hasta lo imposible por ayudarla —digo.

Él niega con su cabeza.

—Renée no se lo dijo porque ellos no se hablaban casi —me dice.

Yo frunzo el ceño.

— ¿Disculpa? —le pregunto, no entendiéndolo—. Explícame bien, Edward.

—No sé por dónde empezar, Bella —me confiesa.

—Por el principio, tal vez —le digo.

Edward toma una bocanada de aire y me mira.

—Tu madre era una bailarina. Ella se desnudaba todas las noches para hombres. Tu padre la conoció en un club de esos —me dice. Yo empiezo a negar con mi cabeza. Es imposible que yo crea eso—. Charlie se enamoró de ella desde que la vio. Ellos empezaron a salir, que sé yo. —Se encoge de hombros—. Ella le dijo que se llamaba Isabella.

—Eso es mentira —le interrumpo.

—Es cierto —me dice serio—. Después de salir por varios meses, ellos se casaron y después naciste tú y Vanessa, pero dos años antes de la muerte de tu madre, Charlie descubrió que Renée en realidad se llamaba Alissa, y que...

— ¿Alissa o Isabella? ¿Por qué después se cambió el nombre a Renée? —le pregunto.

— ¡No lo sé, Isabella! —me grita exasperado por haberlo interrumpido—. Charlie descubrió que Renée tenía un amante. —Él se queda callado, esperando a que yo procese eso, pero me es imposible escuchar, por eso lo detengo.

— ¡Para! —le grito con las manos en mis oídos—. No quiero oírte, cállate ya —le pido.

Él niega con la cabeza.

—Tengo que decirte todo, Bella —me dice.

— ¡No! ¡No quiero escuchar algo que no me importa!

—Sí te importa.

—No —le digo firmemente—. No quiero saber nada de su amante ni su cambio de nombres. No me interesa nada de eso. No quiero que abras una herida que ya estaba cerrada —le suplico.

— ¿Cerrada? Bella, te has culpado todos estos años que han pasado sobre la muerte de tu mamá, cuando perfectamente sabes que no tienes nada que ver. Y si tu mamá murió por...

— ¡No! —Niego con mi cabeza, exasperada—. ¿Por qué haces esto? —le pregunto con lágrimas en mis ojos. Camino hacia la puerta para salir de ese lugar de sufrimientos, pero sus palabras me detienen.

—Porque te quiero, Bella —dice. Yo giro mi rostro hacia él, pero no me muevo, ni él tampoco—. Porque me duele muchísimo verte sufrir, y sé que yo te he condenado a una vida hipócrita, pero... debes saber que soy muy egoísta, no lo pude evitar. Tenía que preguntarle a Charlie, no podía seguir viéndote como tú sollozabas en las noches culpándote por esa muerte, no hubiera soportado una noche más —me confiesa.

Las lágrimas salen a borbotones de mis ojos y me recargo en la pared, tirándome al piso y tomando mis rodillas con los brazos. Esto es demasiado.

— ¿Por qué si dices que me quieres me lastimas tanto? —le pregunto llorando.

Él se agacha a mi lado.

—Te juro que quiero cambiar, pero esta es mi forma de ser. No miento, mi voluntad es el cambiar, pero yo solo no puedo, Bella —me dice. Lo miro a los ojos, ni una pizca de remordimiento en sus palabras.

—No entiendo cómo puedes ser así —murmuro. Él frunce el ceño, sin entender. Me pongo de pie y él también, yo tomo aire, lista para decir todo lo que siento antes de que me arrepienta—. ¡¿Por qué te comportas así, Edward?! —le grito—. No puedes decirle a alguien que lo quieres y después traicionarlo.

—Las cosas no son así, Bella —él dice.

— ¡No me digas cómo son las cosas! Yo sé cómo eres, y simplemente no puedo entenderte.

— ¡No quiero que me entiendes! —me grita—. Nunca he querido que me comprendas y mucho menos que me quieras, porque sé que no pasaría de ahí, Bella, los dos no podemos estar juntos.

— ¡¿Por qué?! —grito pidiendo una explicación.

— ¡Porque no soporto verte sufrir! ¿Es tan difícil entender eso? —me pregunta. Su voz es alta y cualquiera pensaría que me está regañando... o pegando—. Yo soy una persona que es incapaz de proteger a alguien, ¿acaso no ves a mis hermanas? —me pregunta—. Yo no pude salvarlas, Bella, y si eso te pasara a ti o cualquier otra cosa... no me lo perdonaría jamás —finaliza.

— ¿Qué les pasó? —le pregunto.

Él frunce sus labios y agacha la mirada.

—Eso ni siquiera importa, Bella, vete a dormir ya, es tarde —me dice.

Frunzo el ceño. Estoy más confundida que cuando llegué.

— ¿Y Scott? —le pregunto.

Él levanta la mirada.

— ¿Perdón? —me dice.

No entiendo nada.

— ¿Qué? —le pregunto.

—Llevé a Scott a una casa hogar —responde.

Yo abro muy grande mis ojos, sin creer lo que me dice.

—Mentira —digo sin creerlo.

Él niega con la cabeza.

—Es verdad. No lo podíamos tener aquí, la gente estaba empezando a hablar, por eso me lo llevé.

Tomo impulso y le doy otra cachetada a Edward. Él se tambalea hacia atrás un poco.

— ¡Te odio, Edward! —le grito con todo el sentimiento a flor de piel—. ¿Cómo pudiste hacer eso? Hace unos minutos me dijiste que no querías que sufriera, ¿y ahora me sales con esto? ¿Sabes todo lo que me duele? No, tú no sabes de dolor, porque no tienes corazón, no puedes sentir nada, y lo que me acabas de decir es mentira, tú no amas a nadie —le digo.

Antes de salirme de ese estudio, antes de azotar la puerta tan fuerte que creí se caería, antes de largarme a llorar como una niñita, miré los ojos verdes de Edward y supe que le había dado en un punto muy doloroso para él, pero no me arrepentía. Había dicho lo que quería.


Creo que les sorprendió que haya actualizado, a mí también me sorprendió xD Bueno, antes de dar mi discurso, empiezo con esto: Mil disculpas por no haber actualizado antes. Tuve muchas cosas que hacer: proyectos, exámenes, cumpleaños y cosas que organizar. Todo mi tiempo se fue. Además, pase por una situación un tanto incómoda con mi mejor amigo, pero creo que eso se soluciono (?) Esperemos que sí. Entonces por favor, perdonenme, no quiero que vuelva a pasar.

En segundo lugar, lloré cuando lo escribí, & lloré de nuevo cuando lo releí. Se que Edward fue demasiado duro al decirle esto, pero creo que ustedes saben porque el decía esto. Aún habrá una segunda parte de esta discusión porque Edward no terminó de decir tooodo, y no contó que fue lo que paso con sus hermanas. Así que ya saben lo que se espera ;)

Tercero, gracias también por los BUENOS & MALOS comentarios que tienen hacia Eternidad. Creo que son más buenos, tengo que empezar a aceptarlo. Ese libro a mí me encanta, por eso es que quise adaptarlo, no más.

Cuarto y último, no tengo palabras para agradecer sus buenos comentarios. Como las del grupo supieron, hubo un comentario malo hacia Eternidad y pues me hizo sentir mal, pero realmente me demostraron que eso no importa, siempre habrá ese tipo de comentarios. Se los agradezco. Les mando muchos besos de lenguita -se que les gusta- y muchos abrazos manos larga -también se que les encanta. Un pajarito me lo dijo-.

DON'T WORRY BE HAPPY AND FUCK EVERYONE (-8

Lullaby SH -la chica con infección en los ojos u.u

Acerca del Autor

Nos dedicamos a brindar información a todos los fans de la Saga Crepúsculo. Desde entonces nos hemos encargado de cubrir premieres, eventos, actualizar día a día nueva información sobre el cast. Después de que terminó la épica Saga en Noviembre del 2012, seguimos los proyectos de cada actor como corresponde.
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