Cap 11: La Mejor Inversión de sus Vidas

Por Diana Méndez   Publicado a las  10:13 a. m.   3 comentarios


Gracias a Yanina Barboza, que aunque ya no esté en Betas FFAD, ella siempre será mi beta. Muchas gracias por corregir éste desastre, Yan :)
Capítulo 11

Edward, Scott e Isabella desayunaban tranquilamente en el comedor. Era un día hermoso, algo totalmente raro en Seattle que casi siempre estaba nublado.

La pareja de los Cullen se encontraba "bien", por decirlo de alguna manera. Dos noches anteriores se habían casi declarado sus sentimientos, pero había algo que aún los separaba. Algo que no podían descubrir, pero lo sentían.

Angela llega tranquilamente al comedor y le extiende el teléfono a Isabella.

—Señora Cullen, tiene una llamada —le dice.

Edward frunce el ceño y pausa por un momento el masticar la comida. Bella toma el teléfono y lo lleva a su oído.

— ¿Bueno? —pregunta por el altavoz.

— ¡Campaaanitaaa! —Vanessa, por supuesto—. Okay, claro; como ya estás casada te olvidas de tu familia —le reclama con voz indignada. Se suelta riendo—. ¿Qué pasa? ¿Cómo estás? —le pregunta.

—Hola, Vanessa —le saluda Isabella. Edward vuelve su vista al plato de nuevo—. Estoy bien, gracias. ¿Y papá cómo está? ¿Y tú estás bien? No he podido llamar porque tengo cosas que hacer —le explica Bella.

—Ah, okay. Estoy bien cansada, de hecho. Te hablo porque mi papá está muy enfermo, Bella. Él no quiere que te llame, pero...

— ¿Qué es lo que tiene? —pregunta una Bella muy asustada. La imagen de su madre muerta viene a la mente, y borra ese pensamiento de inmediato. Su padre no, por favor.

—El doctor Levine ya vino a revisarlo, y es lo mismo de siempre. Mi padre fuma mucho, Bella. Desde que te fuiste ha empeorado, te lo juro —le dice Vanessa—. Me asusta que se comporte así. Ha estado encerrándose en su estudio durante horas, y solo lo hace para tomar, Isabella.

—Recuerda que en unos días nuestros padres cumplirían 27 años de casados —le explica Bella—. A lo mejor está triste por eso, ¿no?

—No lo sé, Bella, ¿no puedes venir a visitarlo y hablar con él? Terminará más enfermo si sigue así, Bella—le ruega Vanessa a Isabella.

Isabella suspira.

—De acuerdo —acepta Isabella—. Iré en cuanto termine de desayunar, no te preocupes. Cuida a mi papá, Vanessa, por favor —le pide.

—Claro que sí. Adiós, hermanita, te amo. —Vanessa le avienta un beso a su hermana por el teléfono y cuelga.

— ¿Qué pasa con Charlie? —pregunta Edward.

Isabella suelta el aire frustrada, agacha su cabeza y la toma con sus manos.

—Dice Vanessa que está muy enfermo y deprimido. En unos días más cumpliría 27 años de haberse casado con mi mamá, tal vez esté triste por eso —especula ella.

Edward suspira y toma una de las manos de su esposa para depositar un suave beso sobre sus nudillos.

—Lo siento, amor. Verás que todo saldrá bien, tu papá está triste solamente. Puedes decirle a Taylor que te lleve a la casa de tu papá. Yo puedo irme en mi coche, no te preocupes —dice Edward.

Isabella levanta su rostro y sonríe.

—Gracias, Edward. —Se pone de pie y le da un tierno beso a Edward en la frente. Se da cuenta que Scott no está en el comedor, y frunce el ceño—. ¿Dónde está Scott?

—Fue a su recámara. No creo que quiera ir; le acabo de regalar un nuevo video juego y está muy entretenido —explica Edward.

Bella asiente.

—De acuerdo. Trataré de no volver tan tarde —le avisa.

—No te preocupes —le repite él.

Bella sonríe.

Las calles de Seattle están muy llenas, como es costumbre a esas horas de la mañana. La casa de los Swan quedaba casi al otro extremo de la ciudad, demasiado lejos de donde residía Bella ahora. En todo el camino, Bella no dejaba de pensar en lo que ha estado pasando estos días. Su mente estaba hecha una musaraña.

Tenía tres cosas pendientes: su padre, Scott y Edward.

Comprendía cómo debía estar sintiéndose su papá: triste y amargado. La muerte de Renée Swan había sido demasiado dolorosa para los tres. Ninguno lograba superarla del todo, pero jamás lo lograrían si iban a ahogarse en alcohol como lo hacía Charlie, y en su juventud, Vanessa. Sí, Vanessa, esa chica que parecía estar tan hueca, era una persona tan sensible. Cuando cumplió 13 años fue su primera borrachera. El recuerdo de Vanessa ahogada en alcohol viene rápidamente a la mente de Bella...

*Flash back*

Bella corría por la pista de baile, empujando a toda la gente que se le atravesaba. Era la fiesta de fin de curso, por eso Vanessa e Isabella se encontraban ahí. En un momento inesperado, Vanessa desapareció de la vista de Bella a quién sabe qué lugar.

Lo primero que pensó Bella fue que su hermana se fue con Austin, un mocoso estúpido de 15 años que la había invitado como su pareja en el baile. El propósito de ese 'mosca', como lo llamaba Bella, solo era llevarse a niñitas como Vanessa a la cama. Bella no permitiría que ese idiota se aprovechara de su hermana. Desde que murió Renée, Isabella cuidó de Essa como si fuera su hija.

—Oye, tranquila. Si quieres correr, ve a la cancha —le gritó Lauren, una tipa de voz estridente que odiaba a Bella. El sentimiento era mutuo. Cuando Bella gira a encararla, se dio cuenta que Lauren se estaba besando con Austin en plena pista.

—Hey, tú —le habló Bella al chico. Él la miró con una ceja enarcada—. ¿En dónde está mi hermana?

—Yo qué sé de esa loca. Le dije que fuéramos a la terraza y se soltó diciendo estupideces de que ella aún no estaba preparada y que no sé qué. Tu hermana está loca, igual que tú, Swan —le contestó Austin, el chico de 15 años, a Bella, la chica de 17.

—Eres un estúpido. —Bella cogió la bebida que el mesero estaba ofreciendo y se la tiró directamente a la cara de Austin. Dio media vuelta y salió de la pista.

Empezó a buscar por todos los lugares, hasta que decidió ir afuera a la luz de la luna. Unos sollozos desgarradores le pusieron los nervios de punta a Isabella. Corrió hacia la esquina del edificio y se agachó sin importarle si ensuciaba su vestido azul.

—Vanessa, ¿qué pasó? —le preguntó Bella. Alzó la cabeza de su hermana con su dedo índice, y vio como todo su rostro estaba manchado por el maquillaje corrido. Percibió el olor a alcohol cuando Vanessa abrió su boca.

—Bella. —Vanessa reconoció a su hermana y se echó a llorar tendido sobre su hermana. La abrazaba con una fuerza asfixiante. Se aferraba a su hermana como si de ella dependiera su vida.

—Vanessa, mírame, ¿qué pasó? —le pidió Isabella después de unos minutos. Vanessa se despegó del abrazo y miró fijamente a Bella con sus grandes ojos azules.

—No me dejes sola, Bella, por favor. No quiero que te vayas nunca de mi lado, por favor —ruega Essa.

Bella confundida, abraza a su hermana.

— ¿Por qué piensas que te dejaré, Essa? Mientras yo esté viva siempre cuidaré de ti —le prometió Isabella.

— ¿Me lo juras? —le preguntó Vanessa—. ¿Me juras que siempre me cuidarás? Por favor, Bella, eres lo único que me queda —susurró en medio del llanto. El corazón de Bella se aprieta.

—Te lo juro, Vanessa —le prometió.

—Extraño a mi mamá. —Vanessa hace un puchero mientras sigue sollozando.

—Yo también, pero te apuesto a que ella no querrá vernos así. ¿Quieres ir a casa y jugar a la estética? —le preguntó Bella, cambiando de tema.

Siendo ya todas unas señoritas, Bella y Essa se entretenían mucho cuando Bella era la "estilista" de Vanessa.

*Fin del Flash Back*

Sí, Bella comprendía lo mal que podía sentirse su papá, pero ella no tenía la culpa, o tal vez sí, solo que una parte de ella no quería aceptarla. Bella no podía hacer nada por la tristeza de Charlie, porque incluso ella que era la más "fuerte" de la familia se derrumbaba, ¿cómo no era posible de que ellos también?

Así que dejaría esto por la paz. No se preocuparía por Charlie; él, como la cabeza de la familia, debía aceptar eso.

La segunda preocupación de Isabella era Scott. ¿Lo iba a adoptar aun sabiendo que Edward no lo quería? Y bueno, tenía que admitir que en estos días Edward estaba tratando al niño con respeto, no lo había insultado ni nada por el estilo. Sí, sí lo adoptaría. A ella no le interesaba para nada la opinión de la gente. Scott sería un Cullen, pésele a quien le pese. Si Edward quería ayudar a ser un padre para él, era bienvenido, pero si no, ella misma lo educaría y lo cuidaría como si fuera suyo, porque técnicamente lo es. De acuerdo, el problema de Scott estaba solucionado.

Y ahora solo le faltaba Edward. Bella suspiró y cerró sus ojos, recordando estos días con Edward. Estos días que habían estado pasando, desde la vez que cantaron en el piano, habían sido geniales. Él se comportaba ahora de una forma distinta, muy tierna y todo cariñoso siempre. Bella no estaba casi acostumbrada a que Edward fuera así, pero le gustaba esa parte de él. Su marido le había prometido que, a pesar de que él no estuviera muy bien, trataría de arreglarla, y aunque Isabella nunca se lo fuera a confesar, ella ya se sentía mucho mejor cada vez que lo veía, porque era una promesa que estaba ahí, y que la ayudaba.

No había podido aún descifrar el porqué Edward actuaba así, pensando que no podía proteger a nadie. No había podido descubrir nada con sus hermanas, ya que estas rara vez los visitaban, y siempre era en compañía de Carlisle y Esme. Así que aún seguía con eso, con esa duda comiéndola desde dentro. Bella no se atrevía a preguntarle a Edward; sentía que si lo hacía todo lo poco que ya tenían construido, se vendría abajo, y eso sería peor. Así que esperaría hasta que él se lo dijera.

El auto se estacionó y Taylor se bajó para abrir la puerta de Isabella. Ella bajó y le dijo:

—Espera aquí. No quiero que te vayas para nada —le ordena. Sube las escaleras de la entrada y frunce el ceño al ver que las cestas que había de flores enseguida de la puerta, ya no están.

Sube directamente a la habitación de su padre, sin ni siquiera haber visto a su hermana Vanessa.

Cuando abre la puerta, asoma su cabeza. Ve a su padre recostado ahí, con problemas para respirar. Ella entra totalmente y cierra la puerta tras de ella.

—No te quiero ver aquí, Isabella —le dice Charlie, sin ni siquiera verla.

Bella abre sus ojos sorprendida, pero aun así se sienta en la esquina de la cama de su padre.

—No te ves bien —le comenta ella.

Charlie sigue sin mirarla.

—Quiero que te largues de mi casa, ahora —le ordena.

Bella se pone de pie, y con un nudo en la garganta le contesta:

— ¿Por qué, Charlie? —inquiere. Toma su cabello con una mano y lo mira fijamente con sus ojos chocolate—. ¿Puedo saber tan siquiera por qué quieres que me vaya? Porque según yo, no he hecho nada.

—Tú mataste a tu madre, Bella, ¿crees que no has hecho nada? —le pregunta él, con sus ojos fríos y duros, mirándola por primera vez desde que ella llegó. Ella empieza a negar con su cabeza, sus ojos cristalizados.

—Tú sabes que yo no la maté —dice hipando—. ¡Yo no lo hice nada, por Dios! —exclama ella—. ¿Qué clase de persona me crees, Charlie? ¿Una asesina? Renée es mi madre —le explica ella—. ¿Me crees capaz de no querer a la persona que me trajo a este mundo? —susurra ella, fuera de control.

Charlie asiente.

—Sí, tú lo hiciste —afirma él.

Bella agacha su cabeza, respirando profundamente. No se permitirá derramar ninguna lágrima, ya basta. Cuando levanta el rostro, lo mira con la expresión más asqueada, dura y hostil que pueda existir.

—Estás muy equivocado sobre mi persona, entonces —le contradice. Sale de la habitación a pasos firmes. Se topa a Vanessa quien lleva una taza de té, y se detiene junto con ella.

— ¿Viste a mi papá? —le pregunta Essa.

— ¡¿No sé por qué coños esa estúpida persona que tenemos de padre me llama una asesina?! —grita Isabella.

Vanessa abre sus ojos, y deposita la taza de té en una mesita cerca de allí.

— ¿Por qué te dice así? ¿Qué hiciste, Isabella? —le pregunta la rubia asustada.

Isabella se ríe incrédula. Muerde su labio y niega con la cabeza.

—No puedo creer que piensen que yo sería capaz de matar a alguien, Vanessa. Puede que sea capaz de hacer muchas cosas más, pero nunca le quitaría la vida a alguien, y mucho menos si es mi mamá —dice esto último en voz baja.

Vanessa la mira fijamente y baja su rostro. Cuando lo levanta, la mira seriamente y dice:

—Yo no sé de cuántas cosas eres capaz, Bella, y no digo que exclusivamente sea mi mamá, pero sí asesinarías a alguien. Ese era tu propósito con Edward, ¿recuerdas? —le dice Vanessa. Se gira, toma la taza de té y la lleva hasta la habitación de Charlie.

Bella se quedó estática en su lugar, sin poder creer aún lo que le ocurría. Su propia familia llamándola asesina sin ninguna razón. Bella traga ese fuerte nudo en su garganta y toma la marcha rumbo a la casa de Alice Whitlock.

El principal motivo por el que se había dirigido ahí era porque Rosalie, su rubia amiga, no se encontraba disponible en estos momentos, por lo que tuvo que recorrer a la única persona que ocuparía todo el espacio con una plática sobre sí misma: Alice.

La diseñadora castaña se encontraba revoloteando por todos lados de la casa, yendo de un lugar a otro, sin estar satisfecha de si esa decoración debería ir ahí. Al principio cuando Bella llega, Alice se queda sorprendida por su visita, pero después lo digiere bien y empieza con su charla.

Aunque Isabella sentía la necesidad de hablar y desahogarse con alguien, no era el tipo de persona que se soltaba contando casi toda su vida a otra, así que prefería guardárselo.

Pasado medio día, Edward recibió una llamada de Vanessa, su cuñada. Se había sorprendido mucho, ya que estos nunca habían tenido que llamarse el uno al otro.

— ¿Vanessa? ¿Qué pasa? —pregunta Edward.

—Edward, ¿Bella está contigo? —le pregunta Vanessa de vuelta.

Edward toma su abrigo que cuelga del perchero de su oficina, y sale de esta.

—No. No está conmigo, ¿qué es lo que pasa?

—Bella salió muy mal de aquí. Mi papá le dijo cosas feas y, creo que yo también. Se fue hace mucho tiempo —anuncia Essa.

Edward baja por los ascensores, dirigiéndose al estacionamiento para recoger su auto.

—Trataré de localizarla, ¿de acuerdo? —promete Edward. Sube a su auto y va manejando hasta la casa de los Swan.

—Okay. Adiós. —Vanessa cuelga.

Edward marca el número de Isabella, teniéndolo como el primer alternativo. Bella contesta al tercer tono.

—Hey —saluda Isabella.

— ¿Puedo saber dónde estás? —le pregunta Edward mientras va esquivando el tráfico de las calles de Seattle.

—Estoy con Alice, ¿por qué? —cuestiona ella.

Edward frunce el ceño.

—Pensé que no te caía bien —murmura Edward—. Como sea, te veo luego. —Dicho esto, Edward le cuelga el teléfono a Isabella.

Cuando llega a la casa de los Swan, deja el auto en la pura entrada, sin molestarse en estacionarlo. Sube los escalones de la entrada y se dirige directamente hasta la segunda planta, tratando de localizar a Vanessa.

La rubia de ojos azules va saliendo de su habitación cuando lo ve. Primero se sorprende, después camina hacia él.

— ¿Y Bella? —le pregunta por su hermana.

— ¿Qué fue lo que le hizo Charlie? —Edward exige una respuesta.

Vanessa traga con los ojos bien abiertos.

—Yo...

—Dímelo —insiste Edward al notar el nerviosismo de Vanessa.

—Mi padre la culpó de la muerte de mi madre —le confiesa Vanessa.

Algo dentro de Edward cae, comprendiendo cómo es que debe sentirse Isabella ahorita.

— ¿Cómo es que pudo hacer eso? —pregunta Edward, confundido.

—No lo sé, Edward, pero si quieres hablar con él, por favor, que sea en otro momento; mi papá no se siente bien —le notifica Vanessa.

Edward se ríe, burlándose.

—A mí lo que menos me importa es tu papá, Vanessa —le asegura—. Lo que me preocupa es cómo debe de sentirse Isabella —le confiesa—. ¿Dónde está el cuarto de tu padre? —pregunta.

Vanessa suspira, derrotada, y señala la puerta al final del pasillo.

Edward camina hasta ahí y abre la puerta sin ni siquiera tocar. Charlie está acostado en su cama, con la vista fija sobre el gran ventanal que tiene enfrente.

—Vienes a defenderla —murmura Charlie.

Edward camina pasivamente por la habitación, hasta que queda a un lado de Charlie, y lo mira sin ninguna expresión.

— ¿Por qué? —es lo único que pregunta.

—Solo dije la verdad —se defiende Charlie.

Edward bufa enojado y camina por la habitación, jalando su cabello, un acto de mucha desesperación.

— ¿La verdad? —pregunta incrédulo—. Bella no mató a Renée, Charlie. Eso tú lo sabes muy bien —le recrimina—. Ella no es ninguna asesina —Edward defendió a su esposa.

Charlie solo se rio.

—Así era ella —dice el hombre acostado, con una expresión pensativa.

— ¿Renée? —pregunta Edward. Él se detiene frente a la cama, tapando parte de la vista del ventanal.

—Sí, ella —responde Charlie—. Isabella es igual o peor que Renée.

—Yo ni siquiera tuve la oportunidad de conocerla a fondo. No sé en qué podría parecerse a Isabella —comenta Edward.

—La vi por primera vez en una cafetería —cuenta Charlie, sumido en sus recuerdos. Edward presta demasiada atención—. Después de haber visto a tantas mujeres, para mí ella era la más hermosa; con su cabello rubio y sus ojos azules, esa piel blanca como la leche, y esa boca que te incitaba a hacer cosas prohibidas. Me enamoró desde la primera vez, Edward. No tuve la oportunidad de hablar con ella. Renée estaba comprando café al igual que yo, y ella ni siquiera me miró, creo. Llevaba una etiqueta en su camisa que decía Isabella, y yo pensé que ese era su nombre.

En todo ese día nunca dejé de pensar en ella. Al día siguiente tenía un contrato que cerrar, y todo salió como lo planeado. En la noche fuimos a festejar a un club nocturno. Y entonces ahí la vi—relata Charlie, con su vista en los profundos ojos verdes de Edward. El joven solo frunce sus labios, preparado para escuchar más—. Ella trabajaba ahí, bailando para todos los hombres, deleitándolos con su belleza. Quería conocerla; era un sentimiento nuevo y extraño, ya que ella era una desconocida para mí, así que pagué un privado. En cuanto ella entró al cuarto, me reconoció y se ruborizó. Yo le dije que no bailara, y aproveché para hablar con ella.

Descubrí que no se llamaba Isabella, su nombre era Alissa. Un nombre tan hermoso como ella. Le pedí su teléfono para hablarle. Todas las noches, durante 5 meses, le llamaba para escuchar su voz, hasta que me atreví a pedirle una cita. Fue mejor de lo que pensé. A partir de ahí, salimos más veces. Le pedí que fuera mi novia y ella me rechazó al principio. Dijo que ella era una prostituta y que no me merecía, pero yo estaba locamente enamorado de ella, Edward, y le dije que no importada, entonces aceptó. Dejó su trabajo y todo eso. A los 2 meses de ser novios me dijo que estaba embarazada. Yo... era joven aún y me sentí un poco preocupado, pero estaba feliz de que al menos mis hijos serían con el amor de mi vida. Nos casamos a pesar de que todos se oponían. —Charlie se ríe.

Y nació Isabella. Era la niña más hermosa en todo el mundo; se parecía a mí, pero tenía la personalidad de una persona mayor y era única. Ella y Renée eran mi vida. Cuatro años después, nació Vanessa, y realmente fuimos muy felices con nuestra pequeña Essa, como le decía Isabella, ya que no podía pronunciar su nombre completo.

Al ver que no agregaba más, Edward le pregunto—: ¿Y qué pasó?

—Pasó lo que todos temen, Edward, la maldita realidad llegó a nosotros. Renée jamás me contó que tenía un novio cuando nos conocimos. Ellos dos iban a casarse cuando yo aparecí, pero el muy maldito le dijo que anduviera conmigo para sacarme dinero —le confiesa Charlie.

Edward abre su boca sorprendido, y después de unos segundos de silencio, agrega:

—No sé qué tiene que ver esto con Isabella. Ella no es así —la defiende.

Charlie niega con la cabeza, riéndose con burla.

—El problema es, que cuando las amas demasiado, ellas no se dan cuenta, y son tan idiotas que nunca miran al hombre que daría todo por ellas. Siempre elegirán al que ellas quieren, aunque él haga de su vida una mierda —le aconseja Charlie.

Edward frunce su ceño, aún más confundido.

—Charlie, debes dejar de culpar a Bella. Ella no tiene la culpa de nada.

—Nunca me he atrevido a hacerle una prueba de ADN a Isabella —admite Charlie—. Tal vez tengo demasiado rencor al pasado que tengo miedo del futuro.

—Tú sabes que Isabella sí es tu hija —insiste Edward, no muy seguro de la verdad—. ¿Pero sabes?, eso ni siquiera importa; si ella es tu hija o no, deja de culparla por algo que nunca cometió.

—Culparla a ella es una buena forma de salir de mis errores —murmura Charlie.

Edward levanta una ceja.

— ¿Acaso usted mató a su esposa, sir Simon*? —le pregunta Edward, con un aire despreocupado, pero muriéndose de la curiosidad por dentro.

—Sí, bueno, no... —Charlie suspira—. Renée murió de leucemia, pero jamás me lo dijo. Cuando yo descubrí que ella seguía viendo a su antiguo novio, Isabella solo tenía 6 años. Habíamos decidido que por el bien de las niñas no nos divorciaríamos, pero las cosas cambiaron, por supuesto. Nos dejamos de hablar, en resumidas cuentas. Renée nunca me dijo de su enfermedad, no sé por qué —dice.

—A lo mejor porque pensó que usted no la ayudaría —comenta Edward.

—Puede ser, no sé, pero ella no lo dijo. Cuando Bella fue a dormir al cuarto de su mamá, yo no estaba. Habíamos peleado y yo salí de la casa. Cuando llegué y la vi muerta, no quise y no quiero aceptar que fue por mi culpa —confiesa Charlie, por fin.

—Y se le hizo muy fácil culpar a su hija, ¿no? —pregunta Edward, un poco ofendido—. Usted no sabe todo lo que sufre ella, todos los años que ha tenido que aguantar su desprecio. Bella es una persona admirable, única —aclara Edward. Parpadea, confuso—. No se merece todo lo que usted la ha jodido a ella.

Edward se da la vuelta y sale cerrando la puerta de un golpe. Se encuentra con Vanessa rondando en el vestíbulo, pero solo la ignora y sale de esa casa llena de personas orgullosas.

Jamás hubiera creído lo que escuchó de Charlie si hubiera sido de otra persona. La llave a la felicidad de Isabella se encontraba en esas palabras, la sanación para su alma. Sentía la necesidad de decirle, pero sabía que él no era nadie para aclararle casi toda su vida, así que obligaría a Charlie para que se lo dijese, cueste lo que cueste.



* "¿Acaso usted mató a su esposa, sir Simon?"Esto se refiera a El Fantasma de Canterville, de Oscar Wilde. Sir Simon mató a su esposa, dejando una mancha imposible de quitar de sangre. Ya que el Fantasma mató a su esposa lady Eleonore, Edward hace referencia a eso de que Charlie posiblemente mató a su esposa Renée.

¡Aleluya! ¡Aleluya! Por fin me reporté con el capítulo, pero no tenía internet por pobre xD Ya descubrieron por fin todo el asunto de la muerte de Renée, así que bajen las antorchas con las que me quieren quemar, por favor :s Aún falta saber lo de Edward, así que hahaha :)

Yo había dicho que haría la adaptación de la serie White Collar, pero por unos problemas que ya expliqué en el grupo [link en mi perfil], no se podrá hacer. Por ahora. Quiero hacer una adaptación de la saga Inmortales, & quiero saber su opinión. Me estoy dando cuenta que tengo un grave problema con las adaptaciones :$

Espero que les haya gustado muuucho el capítulo, porque me esforzé por hacerlo bien, tomando en cuenta sus críticas. Gracias por sus reviews, alertas, favoritos & amenazas de muerte; me encanta leer eso.

Nos vemos en el próximo capítulo; realmente espero no tardar tanto.

Lullaby SH

Acerca del Autor

Nos dedicamos a brindar información a todos los fans de la Saga Crepúsculo. Desde entonces nos hemos encargado de cubrir premieres, eventos, actualizar día a día nueva información sobre el cast. Después de que terminó la épica Saga en Noviembre del 2012, seguimos los proyectos de cada actor como corresponde.
Lee más en: Conócenos

3 comentarios:

  1. Anónimo4/06/2013

    sube mas capitulos!! :D

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  2. Anónimo4/08/2013

    esta genial! soy tu nueva fiel lectora! siguela porfavor

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  3. hola esta muy buena tu historia... pobre isabella espero k descubra todo pronto.. sube un nuevo capitulo pliss :D

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