Cap 8: La Mejor Inversion de Sus Vidas

Por Diana Méndez   Publicado a las  8:05 p. m.   0 comentarios


Gracias a Yanina Barboza (Betas FFAD) [www facebook com / groups / betasffaddiction /] , por hacerme el gran favor de corregir este capítulo.

Los links de las canciones se los dejo en mi perfil o lo publico en el grupo.


Capítulo 8

Edward resopló totalmente estresado. Tenía demasiado trabajo; gracias a Dios ya era viernes. Su teléfono suena y presiona la tecla asterisco para comunicarse con su secretaria.

—Señor Cullen, el señor Whitlock está aquí. Dice que desea hablar con usted —comunica Marylou, la secretaria de Edward, una señora de casi 40 años con cabello rubio.

—Dile que pase, Marylou —contesta Edward. Cuelga. La puerta de cristal se abre y da paso a Jasper, el rubio mejor amigo de Edward.

—Hey, ¿qué pasa? ¿No conoces los teléfonos? Deberías de llamarme de vez en cuando —ese es el saludo que le da Jasper. Ocupa asiento enfrente del escritorio.

—Tengo mucho trabajo, Jaz, ¿qué pasa?

—Hoy es la pasarela de beneficencia de Alice —le dice Jasper, como si fuera lo más normal del mundo.

Edward levanta su vista hacia él y lo mira con una ceja levantada.

— ¿Y? —pregunta Edward encogiéndose de hombros, restándole importancia.

— ¡Qué tú tienes que estar ahí, Edward! —reclama Jasper—. Alice quiere que tu esposa modele uno de sus diseños.

—No creo poder estar ahí, Jaz. Tengo demasiado trabajo, como puedes ver. —Edward señala todos los papeles que se encontraban regados en el escritorio.

—Es un acto de beneficencia, Edward. Recuerda que lo que se recauda en la pasarela será para una fundación para niños con problemas cardiacos.

—Lo sé, es solo que... —Edward resopla. Se lleva sus manos a su cabello, ansioso—. Está bien. Estaré ahí. Dame las invitaciones —pide Edward.

Jasper sonríe y saca dos invitaciones de su saco.

—Alice ya envió dos invitaciones a casa de los Swan —anuncia Jasper.

Edward asiente y lee la primera invitación que le da Jasper.

~Sweet Hearts Foundation~

Alice Whitlock tiene el honor de invitar a ISABELLA CULLEN, a su maravillosa

pasarela de moda, que se llevará a cabo el viernes 12 de Abril del presente año en el

Hotel Four Seasons. Te espero a las 8:00 p.m. No faltes.

Alice Whitlock

—Alice se esmera cada vez más en sus invitaciones —murmura Edward.

Jasper asiente con una sonrisita en sus labios.

— ¿Cómo vas con Isabella? ¿Ya estás mejor que antes? —pregunta Jasper interesado.

Edward frunce el ceño molesto, y deja las invitaciones a un lado.

—Tenemos un mes que no hablamos —dice Edward como si fuera algo tan normal.

— ¿Disculpa?

—Lo que oyes, Jasper. Isabella y yo peleamos hace ya un mes —informa Edward.

— ¿Por qué?

—Porque le dije que tenía que quedar embarazada ya.

— ¿Tan rápido?

—Jasper, ya tenemos tres meses de casados; ya es tiempo de que ella diga que está embarazada.

—Edward, yo tengo cuatro años casado con Alice y ella no ha salido embarazada.

—Pues eso es porque a uno de ustedes dos no les funciona bien el cuerpo —dice Edward con mofa—. Bella tiene el DIU*; se lo puso cuando empezamos a salir hace cuatro años. Ella nunca se lo ha quitado. Ya es hora de que lo haga.

— ¿Puedo saber por qué tanta prisa? —pregunta Jasper.

—Necesito dejar asegurada mi herencia —miente Edward.

Jasper se ríe.

—Se te olvida, Edward Cullen, que estás hablando conmigo, la única persona que te conoce mejor que nadie en esta vida. Sé que estás mintiendo. Espero no equivocarme, pero creo que tú deseas tener un hijo con Isabella —dice—. ¿Me equivoco? —Edward lo mira con cierta rabia por ser tan intruso. Jasper sonríe—. Yo creo que no.

—No lo sé. Esto es... tan confuso. —Edward cierra sus ojos y lleva sus manos a su cabello, desesperado.

— ¿La amas? —pregunta Jasper cuidadosamente.

Edward levanta su vista, pero sin verlo, contesta:

—No, Jasper, no la amo. Nunca la amaré. —Voltea su vista hacia su amigo—. Y eso es lo que me mata. El no poder darle lo que ella necesita...

—Puedes dárselo.

—No, no puedo —niega Edward—. Bella es una persona con un pasado tan doloroso como el mío. Ella necesita de alguien quien le dé amor, seguridad, y todo eso. Yo no puedo.

—Edward, tienes que superar eso. No fue tu culpa —le alienta Jasper.

Edward sacude su cabeza.

—Sí, fue mi culpa, y nunca podré decir lo contrario.

— Pero tú quieres formar una familia con Bella, eso significa que tan siquiera le tienes un poco de aprecio, ¿no?

—No creo sentir nada, Jaz.

— ¿Y si algo le pasara? —pregunta Jasper, tentando el terreno.

— ¿Qué?

— ¿Qué harías tú si en este momento te llaman y te dicen que Bella tuvo un accidente y murió?

— ¡No seas trágico, por favor! —le reclama Edward.

—Estoy siendo realista, que es diferente. Un accidente lo puede tener cualquiera. ¿Qué harías?

—Me sentiría algo fuera de lo normal... No sé qué haría.

El celular de Jasper vibra y este lo saca de su bolsillo viendo su mensaje.

—Es Alice. Debo irme, Edward —dice Jasper.

Edward sonríe.

—De acuerdo. Que te vaya bien. Te veo en la noche.

—Trata de arreglar las cosas con Swan —pide Jasper.

Edward rueda los ojos.

Jasper sale de la oficina dejando a Edward con un nudo en su garganta.

Él se volvería loco si algo le pasara a su Cisne. Estaba completamente seguro de que si alguien se atreviera a tocarle un pelo a su esposa, él lo mataría con sus propias manos sin ningún remordimiento ni sentimiento de culpa. Por supuesto que lo haría.

Cuando conoció a Isabella, su vida dio un giro casi total. Se dio cuenta que cuando necesitaba a alguien para hablar, Isabella estaba ahí, regañándolo y consintiéndolo en lo que sea. Edward le agradecía eso a ella, aunque nunca lo fuera a confesar.

El timbre de su celular lo saca de sus pensamientos y contesta sin ver quién es.

—Edward Cullen —brama al celular.

—Hey, soy Bella —saluda su esposa.

—Hola, ¿qué pasa?, ¿estás bien? —pregunta un poco preocupado.

—Sí, solo te quiero preguntar si es que acaso vamos a ir a la pasarela de Alice.

—Sí. Jasper acaba de irse. Me dejó tu invitación y la mía.

— ¿Por qué no me dijiste antes?

—Te estoy diciendo que se acaba de ir, Bella.

—Oh, cierto. Iré al centro comercial con Essa a comprar vestidos —le informa Isabella.

—De acuerdo. Sabes que Taylor tiene que llevarte.

—Quiero ir en mi carro. ¿Cuándo coños lo utilizaré? No sé por qué me lo compraste, nunca lo uso —se queja Isabella.

—De acuerdo, pero ten en cuenta que irás con vigilancia —amenaza Edward.

—Sí, patrón, sí. Adiós. —Isabella cuelga.

Edward sonríe, pero su sonrisa decae cuando mira a Marylou entrar con su carpeta. Joder. Tendría una reunión.

Isabella se hizo de lo que no. Llegó cansadísima a la mansión después de recorrer grandes tiendas de ropa. Había elegido un muy bonito vestido de satén morado, que se ajustaba perfecto a su medida. El vestido era corte corazón sobre sus pechos, pero tenía tirantes brillosos que lo sostenían. Era un diseño de Alice, así que estaba bien.

— ¡Angela! —Isabella la llamó.

Angela llegó rápido a la entrada.

—Dígame, señora.

—Lleva estas cosas a mi cuarto. —Bella le entrega las cosas. Se dirige al sofá que está ahí, cierra sus ojos y trata de relajarse, pero son unos gritos que la sacan de su ensoñación. Se levanta rápidamente y sale afuera de la casa. Logra localizar que en el portón Taylor y Annie se encuentran discutiendo con alguien. Baja los escalones y camina hasta el alboroto. Se da cuenta que pelean con un jovencito.

— ¿Qué está pasando aquí? ¿Qué alboroto tienen? —gruñe Isabella, dejando a todos paralizados. Isabella le da una mirada de pies a cabeza al niño. Es un vagabundo—. ¿Tú quién eres y qué haces aquí? —le pregunta.

—Señora, yo solo vengo aquí a vender periódico, nada más, se lo juro —dice el niño con cara un tanto asustada.

Bella se relaja.

—Taylor, ¿por qué no le compraste el periódico de una vez por todas? —dice Isabella refiriéndose a su chofer.

—Disculpe, señora, pero ya tenemos a alguien a quien comprarle periódico. Alguien quien verdaderamente sí trabaja en una empresa, no como este niño —contesta Taylor.

El niño entrecierra sus ojos hacia él.

— ¿Trabajas por tu propia cuenta? —pregunta Isabella.

—Con permiso —dice Annie, y se retira.

—Sí, señora...

—Cullen —dice Isabella.

El niño abre su boca sorprendido.

— ¿De CullenBooks? —pregunta.

Isabella asiente.

—Yo soy la esposa de Edward Cullen, el dueño de esa empresa. Me llamo Isabella. —Sonríe. El niño le devuelve la sonrisa—. ¿Tú cómo te llamas?

—Scott —dice el niño.

— ¿Ya comiste, Scott? —pregunta Bella.

Scott se sonroja.

—No, desde ayer no he comido —confiesa en voz baja.

—Okay, entonces, ¿te gustaría acompañarme a comer? —le pregunta.

Los ojos del niño brillan de la emoción y asiente sonrojado.

—Sí... pero yo no quiero ocasionarle problemas a usted.

Empiezan a caminar con Taylor siguiéndolos.

— ¿Deberías de darme problemas? —le pregunta Isabella con una ceja alzada.

—Su esposo se puede molestar.

—No lo hará. Él entenderá.

A petición de Scott, Sue hizo hamburguesas para ellos. El niño se devoró todo su platillo, y ni se diga del postre.

Scott se había puesto muy feliz porque Isabella le había comprado todo los periódicos que le restaban.

Isabella había casi obligado a Scott a que se bañara. Mandó a Annie a comprar ropa para él para que tirara esas garras que traía puestas. El niño era muy apuesto. Tenía sus ojos azules cubierto de grandes pestañas largas y espesas, y un cabello color caramelo que se veía mucho mejor peinado. Sus pómulos estaban redondeados y su mandíbula era cuadrada. Sí, sería alguien muy apuesto cuando creciera.

— ¿Un niño? —grita Edward.

Isabella asiente.

— ¿Querías un hijo, no? Ya te lo di, y un poco más grande. —Sonríe.

— ¡Estás loca, Isabella! ¿Cómo se te ocurre meter a un ladrón a mi casa?

— ¡Scott no es ningún ladrón! —le grita Isabella de nuevo. Camina a su armario y saca su vestido—. Él es solo un niño, Edward. No puedo creer que seas tan malo como para tratarlo así.

—Pues velo creyendo desde ahora, Isabella. Esta es mi casa, y se hace lo que yo digo. Tú no puedes meter a cualquier cochambroso que llega a vender periódico. No sabes las mañas que tiene. De seguro ya nos robó algo —murmura Edward muy molesto.

Isabella resopla.

—No voy a pelear contigo. Quiero a ese niño para mí. El lunes iremos a adoptarlo —dice Isabella.

Edward sonríe burlándose.

—Pensé que eras alguien más inteligente, Isabella, que no se dejaba engañar por las apariencias, pero veo que me equivoqué. Obvio no adoptaremos a ese niño. Ese 'Scottie' como tú le llamas, no será un Cullen —gruñe Edward.

— ¿Por qué no? Scott no tiene familia, es un niño huérfano. Todos ganamos aquí, Edward. Él tiene una familia, tú tienes a tu hijo y yo soy feliz porque ustedes lo son. ¿Por qué no podemos adoptarlo?

— ¿Acaso tú crees que yo dejaría mi empresa en manos de un mugroso como ese? ¡Por supuesto que no! —Edward se ríe. Isabella entrecierra sus ojos—. He dicho algo, ese niño se larga a la de ya.

—Entonces yo lo adoptaré —dice Isabella—. No necesito de ti para tener un hijo. Quiero a Scott te guste o no. Solo deja que duerma hoy aquí y mañana lo llevo con mi hermana —dice Bella.

—Haz lo que se te dé la regalada gana, no me importa, Isabella. Solo sí te digo que yo no quiero que se te vea involucrada con ese niño, porque si aún recuerdas yo soy tu esposo. —Dicho esto, Edward Cullen sale azotando la puerta de la habitación de Isabella.

Annie toca la puerta de la habitación de Isabella...

—Señora Cullen, el señor la está esperando abajo —anuncia.

Isabella abre la puerta dejándose ver. Baja las escaleras lentamente, tomándose su tiempo. Como Annie había dicho, Edward se encontraba exactamente en el pie de las escaleras, esperándola. Se queda con la boca abierta viendo como la belleza que tenía por esposa bajaba las escaleras con una delicada sonrisa. Isabella siempre le sorprendía.

Su vestido morado se le ajustaba perfectamente; sus pechos resaltaban un poco más, pero no al punto de estar casi explotando; su cintura se veía más delineada y las caderas un poco más anchas. Y sus piernas... Eso era la perdición de Edward; aunque con el vestido casi no se notaran, se enmarcaban un poco. Edward notó que Isabella se había teñido el cabello de nuevo, ahora era color caoba, y le asentaba mucho mejor por sus ojos.

— ¿Sabes? Ese color de cabello te queda mucho mejor —comenta Edward mientras le da el brazo a Isabella para ir hasta el coche—. El negro hace que te veas espeluznante. Con este te ves un poco tierna —le dice. Isabella se sonroja y baja un poco su mirada, escondiendo sus ojos con una larga capa de pestañas largas. Edward la toma de la barbilla y la alza un poco—. Tienes unos ojos muy bonitos como para esconderlos.

Isabella sonríe y deja un beso de piquito en los labios de Edward. Él sonríe también.

Manejando por las calles de Seattle, Taylor pone la radio y justo en ese momento suena It will rain de Bruno Mars.

—If you ever leave me, baby,

Leave some morphine at my door

'Cause it would take a whole lot of medication

To realize what we used to have,

We don't have it anymore.

— ¿Por qué no quieres a Scott? —pregunta Isabella de la nada.

—Porque no, Isabella. ¿A qué viene ese tema ahorita?

—A que estás siendo demasiado injusto, Edward. —Isabella lo mira con sus grandes ojos cafés—. Scott es solo un niño que no tiene mamá ni papá; está solo en el mundo. No puedo creer que estés comportándote así. No tendría nada de malo si lo adoptáramos —dice.

—Por supuesto que sí. Ya te dije que el heredero tuyo y mío tiene que tener nuestra sangre, Isabella.

—Cause there'll be no sunlight

If I lose you, baby

There'll be no clear skies

If I lose you, baby

Just let the clouds

My eyes will do the same if you walk away

Everyday, it will rain —canta Edward.

—Cantas bien —murmura Isabella. Edward sonríe—. Pero eso no te quita lo arrogante. —Isabella se gira hasta quedar de frente a Edward quien también está girado a su lado—. ¿Sabes? De ahora en adelante serás Mister Arrogante.

Edward rueda los ojos.

—Dime lo que quieras, Miss Sonrojos a la hora del sexo —le contesta Edward con una sonrisa triunfante.

Isabella se sonroja como era de esperarse, y voltea a ver a Taylor rápidamente.

—Yo no me sonrojo a esa hora —dice en voz baja pero amenazante.

Edward se ríe, llamando la atención de Taylor, quien rápidamente vuelve su vista al camino.

—Por supuesto que sí, tomatito. Debería de tomarte una foto, mi Cisne, eres tan graciosa. Recuerdo que la primera vez estuviste sonrojada todo el día —le dice Edward.

— ¿En serio? —pregunta Bella interesada.

—Te estoy diciendo la verdad, tomatito. —Isabella rueda los ojos al apodo de su esposo—. Todo el día tuviste la cara roja y casi no me mirabas a los ojos. Lo recuerdo muy bien, ¿tú no?

—Ninguna chica puede olvidar su primera vez, Edward —le dice.

Edward sonríe y se acerca a ella hasta quedar a unos pocos centímetros de su boca.

— ¿Sabes qué es lo mejor? Que yo fui el primer hombre, y te juro que también seré el último. —La besa.

—Me alegra tanto que estén aquí —chilla Alice. Llevaba un lindo vestido color perla, corto hasta cuatro dedos antes de la rodilla, y con perlas alrededor de su cuello y hombros. Su cabello lo llevaba en una coleta alta. Se veía hermosa también.

— ¿Cómo no íbamos a estar? —le pregunta Isabella. Toma una copa de champagne que le ofrece el mesero y bebe de ella.

—Es solo que no les pude avisar con tiempo. Bueno, quería darles sus invitaciones personalmente, pero la organización de todo esto me comía viva —se expresa Alice moviendo sus manos mientras explicaba.

Edward se encontraba platicando con Jasper un poco más retirado de ellas, pero sin quitarle la vista a su esposa.

—No te preocupes —le dice Bella con una sonrisa amable—. Todo te quedó muy hermoso. Mira, estoy usando un diseño tuyo. —Le muestra Isabella.

—Sí, ya lo noté. Isabella, te quiero pedir que modeles para mí, por favor —le pide Alice.

Isabella la mira como si tuviera tres cabezas más.

—Estás loca, Alice, si piensas eso. Yo no soy modelo, se lo hubieras pedido a Rosalie mejor.

—Ella ya es modelo también. Pero te quiero a ti, por favor. Eres muy hermosa, y ya llevas un diseño mío, eso está más que bien. Aunque usarías otro —contesta Alice con una sonrisa.

—No. —Bella niega con la cabeza—. Edward nunca me dejaría hacer eso, además no quiero hacerlo. Qué pena.

—No dependas de Edward —le recrimina.

—Escuché mi nombre por aquí, señoritas. —Edward deja un beso en la mejilla de Isabella.

Alice sonríe ante su muestra de "amor".

—Le decía a Bella que tú estarías encantado de verla modelar, ¿verdad que sí? —pregunta Alice.

—Eso sería un poco gracioso, pero si no quiere no —contesta simple.

Isabella mira a su esposo y murmura un "Gracias", a lo que este le sonríe.

—Pero Bella no sería tan mala como para no hacerlo. Si ella modela un vestido y alguien lo compra, eso ayudará para niños con problemas cardiacos —dice Alice con dulzura.

Isabella rueda los ojos.

—De acuerdo. —Asiente. Edward la mira divertido y un poco sorprendido. Alice sonríe triunfante—. Modelaré para ti si eso quieres, pero conste que lo hago solo por los niños.

—Buenas noches —saluda Alice por el micrófono. Todos se encontraban sentados en sus respectivos lugares. Isabella ya se encontraba detrás de la pasarela para modelar—. Antes que nada muchas gracias por estar todos presentes aquí, eso significa mucho para mí. Si bien todos saben que lo que más amo hacer en este vida es diseñar, y que mejor que la gente compre eso para apoyar una buena causa. Shakespeare decía que: "No basta levantar al débil, hay que sostenerlo después"; es un buen refrán, pero algo que yo siempre he repetido es a José Martí: "Ayudar al que lo necesita no solo es parte del deber, sino de la felicidad". Yo soy enormemente feliz ayudando a esos niños. Ver sus sonrisas de felicidad no tiene precio. Pero dejemos a un lado la cursilería, estamos aquí, caballeros, para gastar miles de dólares en un vestido que les aseguro le quedará hermoso a su esposa, pero que también generará miles de sonrisas en niños. —Alice sonríe.

El primer vestido lo modela una persona tan querida para mí. Isabella Cullen. —Isabella respira profundamente y camina sobre la pasarela con una mano en su cintura. Voltea a ver a Edward y sonríe. Él le devuelve la sonrisa—. Es un vestido realmente hermoso y elegante. Es de una sola manga ya que la otra es larga. Color blanco. Y muy, muy corto, para las mujeres que tienen pierna que enseñar. ¿Quién da $1000? —oferta Alice.

— $2000 —dice un hombre de piel morena, ojos negros y cabello azabache.

Edward lo mira con furia y aprieta su mandíbula para contenerse. Carlisle, Esme, Elizabeth y Saoirse se encontraban ahí; no armaría una escena enfrente de ellos.

Respira, Edward, se dijo mentalmente.

— $5000 —ofrece Edward.

Isabella respira tranquila.




* DIU: Dispositivo intrauterino, es un método anticonceptivo.

asdfghjkl . ¡Por fin actualize! Ya era hora. Apuesto a que muchas pensaron que me había muerto. Pues no, pero la tarea si me comía viva. Como todo mundo sabe -ya que me encanta platicar sobre mi vida-, yo estudio en la tarde, pero prometo que en cuanto acabe mi tarea escribiré. No prometo nada, así que no se ilusionen.

La pregunta del millón es: ¿Quién es nuestro hombre de piel morena, ojos negros y cabello azabache? Apuesto a que muchas se lo imaginan. A partir de hoy, este hombre será como una piedra en el zapato para Edward & Bella, & para nosotras las lectoras.

Las canciones, el vestuario o personajes los subo a mi grupo. Unanse. El link esta en mi perfil.

Lullaby SH

Acerca del Autor

Nos dedicamos a brindar información a todos los fans de la Saga Crepúsculo. Desde entonces nos hemos encargado de cubrir premieres, eventos, actualizar día a día nueva información sobre el cast. Después de que terminó la épica Saga en Noviembre del 2012, seguimos los proyectos de cada actor como corresponde.
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