Cap 7: La Mejor Inversion de sus Vidas

Por Diana Méndez   Publicado a las  3:16 a. m.   1 comentario


Capítulo 7

Tres meses después...

Isabella contemplaba su imagen en el espejo de cuerpo completo. Se sobaba su vientre, imaginándolo abultado. Ella negaba con la cabeza; ella no quería tener un hijo con Edward.

Había discutido con su marido hacía un mes atrás, y aún ni se dirigían la palabra de nuevo. El tema de esta nueva pelea eran los hijos. Edward consideraba que Isabella tendría que embarazarse pronto. Tenía que haber un heredero de las fortunas Cullen y Swan, y ese hijo tenía que ser de ellos dos.

*Flash Back*

— ¡A mí no me importa lo que tú digas, Isabella! —gritó Edward, tirando la copa de whisky que traía en su mano—. Antes de casarnos sabías a lo que te atenías, y sabías que debías darme un hijo. Quiero que te quites ese maldito DIU* y que te embaraces ya —finalizó Edward, dando grandes zancadas hacia la puerta.

—Pues no lo voy a hacer —gruñó Bella, haciendo que Edward se detuviera—. No me voy a embarazar de ti; eso sería irme al matadero. No quiero tener un hijo que lleve tu sangre —dijo Bella con asco.

—Pues como te dije antes, ¡a mí no me importa tu puta opinión! Tú te embarazas quieras o no; yo mismo te llevaré a que te quiten ese aparato. —Dicho esto, Edward Cullen salió azotando muy fuerte la puerta.

Isabella solo podía echar humo de las orejas. Ella no haría tal cosa.


*Fin Flash Back*

¿Para qué tener un hijo? ¿Para que sufra? ¡Por supuesto que no! Ella no haría tal cosa; eso sería demasiado duro para su hijo. Vivir con unos padres que no se amen, que ni siquiera se toleran; eso debía de ser muy cruel. Ella había hecho un trato con los Cullen, y ese era casarse con su hijo. De acuerdo, nadie la había obligado y, de hecho, fueron sus propias ambiciones las que la llevaron a este lugar; pero una cosa muy diferente era tener un hijo.

Su celular repicó con el tono de llamada. Lo miró; Rosalie McCarty. Isabella frunció el ceño. ¿Para qué le hablaba Rosalie? Con un encogimiento de hombros tomó la llamada.

—Hola, Rosalie —saludó Isabella amablemente.

—Hola, Bella. Te llamaba para saber si quieres dar una vuelta conmigo —dijo Rosalie.

Bella frunció más el ceño.

— ¿Contigo? —preguntó—. ¿Puedo saber como para qué?

—Sí, bueno, estaba pensando en que tal vez deberíamos de darnos una oportunidad para conocernos. Quiero pedirte un favor.

—Claro, dime —contestó Isabella.

—Preferiría que fuera en persona, si no te molesta —pide Rosalie.

—De acuerdo —aceptó—. Dime en dónde y a qué hora. No puedo salir sin el chofer y seguridad. Reglas de Edward —susurra bajito.

—Entiendo; Edward se preocupa mucho por ti. ¿Te parece si nos vemos en Seattle Best Coffee, a la 1:00 pm?

—Esté bien. Adiós. —Colgó el celular.

Isabella fue a parar a su cama, sentándose en ella, preguntándose qué demonios le quería pedir Rosalie. Isabella hizo una lista de las posibles respuestas:

¿Dinero? Eso era imposible. Por lo que ella sabía, Rosalie era una modelo a tiempo parcial. Emmett tenía una empresa industrial de celulosa y papel; Edward le compraba papel para sus libros. Entonces, Rosalie no necesitaba pedir dinero para nada; si su familia no tenía, bien podía pedírselo a su marido. De acuerdo, dinero no.

¿Qué otra cosa, entonces? Isabella se estrujaba los sesos pensando en qué demonios Rosalie podía necesitar de ella. ¿A Edward? No, claro que no. Y si fuera así, tal vez Isabella no quisiera a su marido, pero nunca lo iba a compartir con nadie que no fuera ella misma.

Isabella checó la hora 11:50 am. Bien, ya era hora de que se cambiara. Justo cuando iba a abrir la regadera, recordó otra pequeña discusión que había tenido con su marido.

*Flash Back*

Isabella asomó la cabeza por la puerta grande que daba al vestíbulo. Edward estaba ahí parado con los brazos cruzados sobre su pecho.

—Ya era hora, Isabella —exclamó Edward.

Isabella resopló. Se decidió a entrar.

—No es tan tarde —se excusó.

—No es tan tarde —repitió Edward. Checó su reloj teatralmente—. Son las ocho de la noche. ¿En dónde demonios andabas?

—Eso no es de tu incumbencia —le reprochó Isabella. Caminó con paso firme hacia las escaleras, pasando enseguida de Edward, pero este la tomó por el brazo y la jaló hasta él, haciendo que Isabella trastabillara un poco hasta caerse. Por suerte, Edward la había sostenido.

—No sales de esta casa sin mi permiso, ¿de acuerdo? —le ordenó Edward.

—Tú nunca estás en la casa, ¿qué te importa lo que yo haga? —le reclama nuevamente.

—Me importa, porque si algo te llega a suceder, yo seré sospechoso, y yo no quiero eso. No puedes salir de esta casa si no vas con Taylor.

— ¿Quién rayos es Taylor? —exclama la mujer.

—El chofer. Además, tienes que salir con los guardaespaldas siguiéndote.

— ¿Por qué?

—Porque ese es su trabajo, Isabella. No me preguntes más. Ya sabes lo que debes hacer. No sales sin mi permiso y sin Taylor. —Dicho esto, Edward la soltó bruscamente haciendo que Isabella cayera al suelo por la falta de equilibrio.

*Fin Flash Back*

Isabella rueda los ojos. Toma su celular y marca el número uno de emergencia. El tono empieza a sonar, y no es hasta el tercero que Edward se digna a contestar.

— ¿Qué pasa? —le pregunta Edward secamente.

—Voy a salir —dice ella con el mismo tono de voz.

— ¿A dónde? ¿Con quién?

—Con Rosalie. Iremos a tomar un café. No necesito decirte tanto, se lo puedes preguntar a Taylor cuando vengas.

—Pensé que Rose no te caía bien —murmura Edward.

—No sé qué demonios quiere.

—De acuerdo. —Los dos se quedan en silencio un momento, hasta que Edward se digna a hablar de nuevo—. Gracias por avisarme, mi Cisne —dice con voz tierna.

Edward cuelga. Isabella se queda de pie, como una estatua. Los cambios de humor de Edward le provocarían algo fuerte. En unos momentos le gritaba y le exigía cosas, y después era tan romántico y tierno. Isabella decidió ignorar eso.

Se puso unos shorts Levi's hasta la cintura, una blusa de tirantes gruesos color café, y un saco delgado color salmón, que le llegaba hasta el muslo. Se puso unos tacones cafés cerrados, y recogió sus Ray Ban.

~0~

—Eres muy puntual —le dijo Rosalie. La rubia se puso de pie y mostró su corto vestido rosa pálido. Rosalie iba totalmente a juego con su bolso y zapatos.

—Esa es mi costumbre. —Bella la saluda con un beso en la mejilla y se sienta—. ¿Y bien? ¿Qué es lo que me quieres pedir?

Rosalie suspira y abre su boca para hablar.

—Señoras, ¿desean ordenar algo? —interrumpe un mesero.

Rosalie respira mejor, e Isabella solo alza una ceja con incredulidad.

—Un cappuccino y una rebanada de cheesecake a base de chocolate —ordena Isabella. Nadie sabía, excepto Vanessa, que ella era muy glotona y amaba el chocolate. Sonrió involuntariamente al recordar como una vez, ella y su hermana habían comprado un enorme pastel de chocolate y se habían ido a comer al armario de Isabella.

—Lo mismo —pide Rosalie con una sonrisa. El mesero se retira.

—Y bien —dice Isabella.

—De acuerdo. —Rosalie respira profundamente—. Sé que tú y yo no nos llevamos bien que digamos, casi no nos hablamos, pero eres la única persona que me puede ayudar, o tan siquiera escucharme sin juzgar. —Isabella asiente, instándola a hablar—. Quiero divorciarme de Emmett —dice Rosalie en voz baja.

Isabella tarda en procesar esa información. Pestañea incrédula.

— ¿Disculpa?

—Lo que has oído, Isabella. Quiero divorciarme de Emmett. —Rosalie traga el nudo en su garganta.

— ¿Por qué?

— ¡Porque lo amo tanto que no puedo vivir sin él! —exclama sarcásticamente—. No soporto vivir con él, Isabella, creo que me comprendes más que nadie.

—Bueno, claro que te comprendo, pero yo no me divorciaría así Edward me hiciera la vida más de cuadritos. Lo mío le corresponde a él también, y se me divorcio, pierdo la mitad. Por supuesto que no haría tal idiotez —se defiende Isabella.

—Sí, bueno, tus motivos son otros. No te negaré que en un principio me la pasaba muy bien con él, realmente el sexo fue bueno, y lo sigue siendo; pero llegas a un momento en el que el sexo pasa a segundo plano, ¿no sé si me entiendes? —explica Rosalie. Bella alza una ceja incrédula y un poco sonrojada por el tema del que quiere tratar Rosalie—. ¡Oh, vamos, Isabella! No te sonrojes conmigo. El que tengas sexo con un hombre es de lo más común, en especial si es tu marido. —Rose rueda los ojos.

—Bueno, Rosalie, no me gusta hablar de eso —dice Isabella cortantemente.

El ánimo de Rosalie cae casi hasta el suelo.

—Realmente yo no tengo amigas, y si te estoy diciendo esto a ti es porque se ve que eres una persona en la que se puede confiar, pero si te molesta, te puedes ir, Isabella —murmura Rosalie. El mesero llega con los pedidos y se marcha.

—Lo siento, Rosalie, fui muy grosera contigo. La verdad es que yo tampoco tengo amigas, con quien más platico es con mi hermana Vanessa —confiesa Isabella.

—Me di cuenta, Isabella, que tú y yo somos casi iguales. Nos casamos obligadas por nuestros padres, no amamos a nuestros maridos, y hemos sufrido en toda nuestra vida.

—Tú... Tú no sabes nada de mi vida —susurra Isabella.

—Tienes razón. —Rosalie asiente bebiendo de su cappuccino—. No conozco nada de tu vida, pero conozco lo esencial. Sé que tu madre murió cuando tenías ocho años.

Al mencionar a Renée, Isabella se estremeció y asintió.

—Sí, bueno, mi mamá falleció cuando yo tenía ocho años —confiesa Bella. Toma un pequeño bocado de su postre.

—Eso debió de ser realmente duro para ti —murmura Rosalie.

Isabella le da la razón.

—Sí, aún sigue siendo duro. Mi mamá murió a mi lado mientras dormíamos —dijo Bella—. ¿Sabes, Rose? Nunca he podido dejar de culparme por su muerte —confesó.

— ¿Tú le hiciste algo?

—No sé, no tengo idea. Mi mamá era una mujer sana, no debía morir. Yo... Esa noche tuve una pesadilla. Soñé que una sombra negra se llevaba a mi madre de mi lado y el de mi hermana. Me desperté asustada y corrí a su habitación. Cuando entré, vi que mi mamá estaba llorando. Rosalie, te juro que siempre he tratado de saber por qué ella lloraba, mas nunca lo he sabido.

Mi padre no estaba en la habitación cuando yo entré. Le conté la pesadilla a mi madre, y después de eso, ella me prometió que nunca me dejaría. Antes de quedarme dormida le dije que la amaba. Me desperté por el frío. Al lado mío estaba mi madre ya muerta. Me desesperé mucho, por supuesto.

Al bajar las escaleras, me topé con mi papá y le dije que mi mamá no se movía. El corrió a la habitación y después de checarla me dijo que estaba muerta. Pienso que tengo la culpa porque mi padre me lo dijo. Me dijo que yo había matado a mi mamá.

—No puedo creer eso. ¿Tu padre te culpó de eso? ¿Qué tipo de padre hace eso? —Rosalie no podía creer lo que Isabella acaba de relatar.

—El tipo de padre que tengo yo.

—Bueno, he de confesar que el mío no es mejor. Yo... Fui violada de niña —confesó Rosalie con la mirada abajo en su platillo.

Isabella abrió su boca incrédula y bebió de su cappuccino para poder ganar tiempo para pensar en algo.

—Yo... No sé qué decirte —le dice Isabella. Toma su mano y viéndola fijamente a los ojos dice—: Lo siento, Rosalie.

—Sí, bueno... Seguramente Edward te ha hablado mal de mí —Rosalie empezó a hablar más rápido, por lo que Isabella prestó más atención—. Él siempre me ha juzgado, ¿sabes? Él dice que yo soy una puta sin sueldo, y puede que a los ojos de los demás lo sea, pero eso no me importa.

— ¿Por qué Edward piensa eso? Digo, yo sí sabía que tú salías con muchos hombres, pero antes de casarte con Emmett. ¿Aún lo sigues haciendo? —preguntó Isabella.

—Bella, me arrebataron mi virginidad a los 15 años de una forma asquerosa y dolorosa —dice Rosalie con una mueca de asco—. Yo soñaba con una vida perfecta. Soñaba con trabajar para el F.B.I y ser una gran agente especial. Conocer a mi príncipe azul, tener una boda de ensueño y una luna de miel como toda una mujer merece. Yo escuchaba a mis compañeras hablar de que ya habían tenido sexo con sus novios y aunque yo tenía muchas invitaciones, siempre las rechazaba. Yo quería que mi primera vez fuera especial, Bella; que fuera con el hombre que compartiría toda mi vida.

—Pero no —susurró Isabella, conmovida por las palabras.

—No. —Una lágrima resbaló por las mejillas de Rosalie—. Por culpa de un poco hombre toda mi vida se vino abajo. Tenía una vida planeada, Isabella; tenía tantas cosas, tantos sueños, y ninguno se cumplió. Ni se cumplirá.

— ¿Y nunca se lo dijiste a nadie? —preguntó Bella. Se llevó otro bocado de cheesecake a su boca.

—Por supuesto que sí. Se los dije a mis padres —dijo Rose.

— ¿Y qué hicieron? ¿Pusieron una denuncia?

—No, ellos... ellos me ignoraron. Ellos nunca se preocuparon por mí. Me miraban como si fuera una mina de dinero. Buscaban un buen pretendiente para poder emparejarme y cazar fortuna. Cuando supieron que me habían violado, dijeron que yo ya no servía, pues los hombres tenían mayor interés en las mujeres puras y castas.

—Eso debió de ser duro para ti. Sin tener el apoyo de tus padres... —murmura Isabella.

Rosalie asiente.

—Por eso después no me importaba con quien me acostaba. Me sentía... me siento sucia.

—Y... ¿sabes quién era ese hombre?

—No, nunca le vi el rostro. Todas las noches sueño con esa vez. Yo...

—No tienes por qué recordarlo, Rosalie —le dice Bella apresurándose.

—Sé que Emmett es un buen hombre, por eso no lo merezco —excusa la rubia—. Isabella, necesito tu ayuda. —Rosalie toma la mano de Bella.

— ¿En qué puedo ayudarte, Rosalie? Yo no sé cómo hacer para que te divorcies —dice Isabella.

—Tengo que encontrar un buen motivo para divorciarme. No puedo seguir casada con él ni un minuto más.

—De acuerdo, pero dime qué quieres que haga.

—Habla con Edward —dice Rosalie—. Emmett lo considera su mejor amigo, es obvio que lo escuchará. Si yo me divorcio de Emmett pierdo todo.

—Y si el dinero está de por medio, Emmett no te dejará libre. Tu esposo es como el mío, no estamos hablando de Jasper —murmura Isabella. Luego se dedica a comer su postre.

—Lo sé, pero tal vez Edward pueda convencerlo. —Rosalie sonríe.

—Yo no le hablo a Edward desde hace un mes —confiesa Isabella.

— ¿Lo amas, verdad? —sospecha Rosalie.

— ¡Por supuesto que no! —grita Bella. Varias personas la voltean a ver. Se sonroja—. Yo no estoy enamorada de Edward. Nunca lo voy a estar —dice en voz más baja.

—Tal vez tú no te des cuenta, pero yo sé que sí. El amor se nota en la mirada, y el día de su boda, en el baile, yo vi cómo se miraban. Eso lo dice todo.

—Fingíamos —se excusa Isabella—. Se supone que debíamos estar felices, parece que hicimos un buen trabajo.

—Lo que tú digas, Bellita. Solo te advierto que tengas cuidado.

— ¿Cuidado de qué? —pregunta Isabella. Deja su plato vacío a un lado. Rosalie empieza a comer.

—Cuidado con las arpías que hay alrededor. Tu Edward es un hombre joven, muy guapo, y multimillonario; tiene todo lo que una mujer desea. Si tú descuidas a tu marido, él se conseguirá a otra, y ahora sí ni cómo ayudarte.

—No. —Isabella niega con su cabeza—. Edward sabe que no me puede hacer eso. Él sabe que si descubro que me engaña, yo también lo haré —amenaza.

—Tú... ¿has estado con alguien además de Edward? —pregunta Rosalie.

Isabella se sonroja.

—No, la verdad es que no.

— ¿Y cómo fue? Supongo que tu primera vez sí fue digna de un cuento de hadas —murmura Rosalie.

Isabella asiente, recordando.

*Flash Back*

—Realmente no sé a qué se debe esta cena, señor Cullen —dice Isabella ladeando un poco su cabeza.

—Bueno, señorita Swan, es una cena de amigos —le contesta Edward con una sonrisa moja bragas.

— ¿Amigos? —Isabella alza una ceja—. Wow, eso me sorprende. Solo una pregunta... ¿desde cuándo somos amigos? —pregunta sarcásticamente.

—Desde ahora. —Edward se acerca hasta ella y le roba un beso en la boca. Se sienta de nuevo con una sonrisa de superioridad. Isabella levanta una ceja.

— ¿Debería estar molesta por eso? —pregunta.

Edward se ríe.

—No, la verdad es que no.

—De acuerdo —acepta Isabella. Se pone de pie y jala su silla hasta él. Estira su cabeza un poco y le roba un beso a Edward.

—Podríamos pasar la etapa de cenar e ir a un lugar más íntimo —sugiere Edward.

Isabella asiente.

No supo cómo fue que llegó al departamento de Edward, pero lo que sí sabe fue lo bien que la pasó esa noche, y lo poco que durmió.

*Fin Flash Back*

—Fue muy linda, muy especial —contesta Bella—. Edward es... experto en eso, yo supongo.

—Por supuesto que sí, eso se nota —dice Rosalie—. ¿Te fijas la suerte que tienes, Isabella? Tienes a un hombre que te respeta y que te protege como a nadie. ¿Por qué se pelearon?

—Porque él quiere que yo tenga un hijo ya.

— ¿Y?

— ¡Que yo no quiero! Rose, no tendré un hijo para que sufra.

— ¿Por qué debería sufrir? —cuestiona Rosalie.

—Porque crecerá en una familia sin amor.

—Estás equivocada, Isabella. Tú quieres mucho a Edward, así nunca lo vayas a aceptar. Yo sé que lo quieres, y sé que con el paso del tiempo, los detalles y la convivencia con Edward atraparán realmente tu corazón.

—No lo creo —susurra Bella.

—Pues entonces date la oportunidad de amarlo, de ser feliz. Tú más que nadie sabe que él es el indicado —dice Rosalie con una sonrisa.

Ahh Rosalie... Como amo a esa mujer *-* Espero que les haya gustado el capítulo, en serio. Muchas gracias a todas las que dejan un comentario. Eso significa mucho para mí, gracias.

Les recomiendo que se unan al grupo; ahí dejo actualizaciones de este fic. El link está en mi perfil.

Lullaby S

Acerca del Autor

Nos dedicamos a brindar información a todos los fans de la Saga Crepúsculo. Desde entonces nos hemos encargado de cubrir premieres, eventos, actualizar día a día nueva información sobre el cast. Después de que terminó la épica Saga en Noviembre del 2012, seguimos los proyectos de cada actor como corresponde.
Lee más en: Conócenos

1 comentario:

  1. Anónimo3/08/2013

    esta genial la historia ya me considero una fanatica . te felicitoa =)

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