Narrado por Renesmee
La noche era fría al igual que el hueco de mi corazón. No quería pensar en cosas terribles, tenía que someter todos esos pensamientos odiosos en mantenerlos fuera para que no se llenara mi cabeza con pensamientos negativos… teníamos que llegar como sea a esa guerra.
Mi corazón parecía que se saldría por las ganas de ver a mi madre y por llegar lo más rápido posible. Recorríamos bosques enteros y aun así sentía que no habíamos avanzado nada. Realmente me estaba desesperando por no llegar.
- Jacob – le tome un gran puño de su lomo - Porque presiento que nos perdimos
Jake empezó a negar con la gran cabeza lobuna
- Hay, por favor – le espete – Admite que te perdiste
Mi Jacob soltó un pequeño gruñido
-Jacob, No seas necio …
Mire alrededor y todo parecía exactamente igual. En realidad no nos habíamos perdido como yo estaba suponiendo. Fue más bien que antes de llegar al límite de Canadá no podíamos entrar, creo que se debía a un hechizo de magia o algo así. Jacob decidió ir por otro camino y después todo parecía desconocido para mí.
Creo que era un poco ridículo que un lobo como Jacob se perdiera en tierras que el ya conocía de antemano, es por eso que él no quería admitirlo y yo empecé a sentir que todo esto se debía a la amiguita de Avril… Andrómeda.
Sabíamos que no había manera de llegar, aunque ya habíamos encontrado el lugar no había ninguna entrada posible por donde entrar.
Jacob me aconsejo a que durmiéramos y así lo hicimos.
Nos quedamos dormidos por algunas horas y despertamos al amanecer. Jacob no se convirtió en humano ya que siempre se sentía mejor siendo lobo cuando las cosas podrían salirse de control. Así que en la mañana me despertó a lengüetazos.
- ¡oye! – me queje ante sus besos lobunos
Me incorpore apartándome de Jacob y tallándome mis ojos para poder mirar a mí alrededor. Había tenido un sueño muy loco y demasiado triste.
-Sabes… - comencé a platicarle a Jacob – Soñé con mi madre y – con un gran nudo en la garganta le dije – ella se despidió de mi…
Comencé a tener lágrimas en mis ojos y mi Jacob se lamento situándose a lado de mí para sobarme con su gran cabeza lobuna
- ¿Y qué tal si… ellos no están vivos? – le dije no queriendo saber la respuesta, era una gran alivio que Jacob fuera lobo en ese momento.
Jacob gruño para que yo ahuyentara ese gran temor de mi mente y luego agacho su cabeza para que subiera a su lomo. Cuando subí, salió corriendo de nuevo para donde se suponía que se había llevado a cabo la guerra.
Entramos por donde hacia unas horas no podíamos entrar por una fuerza superior. La gran escena me llego de sopetón, los lobos (mi otra familia) se encontraban tirados alrededor de fogatas muertos...
Mi gran temor se hizo realidad, cuando vi ese terreno lleno de fogatas donde salía humo de diferentes colores y alrededor de cada fogata se encontraban los ganadores…
…que no eran mi familia y mis amigos…
Si no los Vulturis habían ganado esa gran Batalla en ese momento me sentí desdichada por la pérdida y sometida ante los Vulturis.
- ¡Vaya, vaya! – comenzó a decirme uno de eso ancianos el cual conocía muy bien era : Aro – Miren quien decidió venir por su propia cuenta
En ese momento todos me miraron para no perderme de vista.
- ¿Mis padres? – pregunte con una voz ahogada ante las lagrimas de temor, ira y tristeza ante toda esta porquería de Batalla
Sabía perfectamente que tal vez me diría lo que temía y en realidad así fue.
- Querida – me dijo acercándose a mí con la manos abiertas como si él quisiera abrazarme para darme el pésame ante la muerte de mis padres y amigos – Lo siento tanto. Pero yo quise negociar – se detuvo por un momento meditando – Tu sabes que Carlisle era mi amigo y lo menos que quería era destruirlo, pero ellos no comprendieron que en verdad te necesitaba – se acercaba cada vez más a mí y yo me daba cuenta de eso – ¿No necesitamos ser duros contigo o sí?
Esa pregunta era una equivalente a: ¿vendrás conmigo por las buenas o
por las malas?
- ¿Todos murieron? – le pregunte a Aro con un hilo de voz
- Querida, La muerte no es más que el comienzo… –me recito como si lo hubiera sacada de algún libro - … a la otra maravillosa vida
Le puse cara de asco
- ¿murieron o no? – Insistí con rabia
- Si, lo lamento – me dijo con triste como si en verdad le doliera todas esas muertes – Pero la vida continua o más bien la eternidad sigue para nosotros – aplaudió y dijo – Muy bien querida Renesmee tenemos muchas cosas que hacer.
Aro chasqueo los dedos y de pronto me tomaron de ambos brazos. Jacob gruño y en solo un instante ante mis ojos mataron a Jacob…
Si, lo mataron enfrente de mí. Yo sin poder hacer nada, solo allí sometida por dos vampiros y Jacob siendo atacado por cuatro vampiros… él se defendió pero eran demasiados y muy rápidos… No pudo hacer nada al respeto solo mirarme con sus ojos negros que tantas veces veía como brillaban al encontrarse sus ojos con los míos.
Era demasiado para mi yo empecé a gritar como loca.
- ¡¡No por favor!! – Suplique sin cesar, pero nadie me tomo en cuenta – Me iré con ustedes… ¡¡Pero por favor no lo maten!!
¡¡NO LO MATEN!!
Y como ya había dicho Jacob murió ante mis pies y ante mis propios ojos. Fue demasiado y me desmaye del miedo, terror, tristeza, ira, dolor, y muchos otros sentimientos que no puedo definir aun.
No sé cuánto tiempo estuve desmayada, tal vez fueron horas o días… No sé con exactitud…
Pero aunque hubieran sido semanas ya no me importaba. Ya no me importaba el que estuviera viva por en si ya había muerto.
Vivir así ya no me importaba… ya que estaba muerta en vida.
Me encontraba en una linda habitación con una cama sumamente enorme y supe enseguida que mis captores eran los Vulturis, ya que los cuadros que colgaban a mí alrededor eran pintura de ellos mismos.
No tenía hambre, ni sueño, no quería nada. Simplemente morir. Simplemente no existir. Simplemente reunirme con todos aquellos a los cuales amaba.
Comencé a llorar desesperadamente, llore por todas esas cosas que nunc
antes había llorado. Lloré por el pasado, por el presente cruel y por un futuro
que ya no existía más para mí.
Mi llanto fue eterno, mi llanto fue terrible y mis lágrimas fueron de sangre (porque mi corazón se había roto en su totalidad).
- Ya han pasado tres días y tú insistes en no alimentarte – me dijo una voz nada amigable.
No tenía idea de quien se trataba o más bien ya no me importaba.
- Tal vez un día de esto se cansen los Vulturi y la mantén para restarle su dolor – tercio una voz burlona la cual me pareció que trataba de Alec
Ambos se rieron de mi o de mi dolor… en realidad no sabía con exactitud.
Los días pasaron rápidamente, pero cada día para mí significaba estar
más cerca de todos mis seres queridos. Paso una semana sin que yo me alimentara
y mi garganta a veces me ardía. Mi estomago me rugía, pero aun así desistí en
comer algo.
Un día me pusieron como cebo a un humano y yo no me alimente (después
de todo era mitad vampiro y mitad humano) y podía resistir más que los vampiros.
Cuando se cumplió la semana exactamente, los Vulturi me hicieron llamar
y yo me negué rotundamente. Pero ellos me hicieron ir a la fuerza, traía una
gran bata negra descalza. Cuando llegue ante ellos me aventaron ante los pies
de los Vulturi y yo hincada ante ellos, comenzaron a decirme demasiadas
tonterías como para prestarles atención.
- No importa lo que digan – dije con voz débil
pero fiera – Yo nunca les ayudare. Primero prefiero morir antes de ayudarlos…
Muchos rieron otros carraspearon ante mi comentario. Mientras que los
Vulturi se quedaron en silencio.
- Bueno veo que has tomado la decisión – dijo Aro aparentado
tristeza – Muy bien que así sea
- Que así sea – coincidieron Cayo y Marco
Pensé que me matarían, pero eso era pedir demasiado y si me mataba
significaría que perdían. No, en definitiva no me mataron. Volvieron a
encerrarme y ahora trataban de alimentarme por la fuerza. Me sacaba sangre para
dar dones a otros vampiros…
Creo que había conseguido su propósito…
Las semanas se me hicieron eternas y después puse en acción un plan
para ser libre ante los Vulturis. Un día comencé a comer por mi propia cuenta
(pero fue comida normal… humana), aun me negaba a comer sangre, que sabia a la
perfección que era humana.
Ellos comenzaron a sentirse más cómodos conmigo, deje pasar así dos
semanas y un día tome la decisión. Cuando fui a reportarme como siempre ante
los Vulturi, yo ya me encontraba más viva que nunca y más fuerte.
- Veo que empieces a adaptarte – me dijo Aro con
una sonrisa orgullosa
- Si – le conteste con mi cabeza agachada – Muchas
gracias por seguir insistiendo a que yo les sirviera
- Cuando te dirijas a nosotros debes de hacerlo
respetuosamente – me hecho en cara Cayo – Debes decir: “si, amo”
Lo mire conteniendo mi rabia y hice lo que me ordeno
- Si, amo
Después Aro me comento tantos asuntos y por fin llego el momento en el
cual tenía que actuar.
- Amo, - comencé a decirle – Quiero que sepa algo
antes de que me vaya
- Dime, dime – me dijo con una mano para que yo
supiera que tenía permiso de hablar -
Querida Renesmee…
- Amo, prefiero decírselo ya sabe… de su forma más
eficaz… es que es confidencial – le dije tratando de sonar seria e inocente
Aro sonrió y me alargo la mano para que yo fuera a tomársela. Así que
fui directo a él con lentitud y cuando estuvo a punto de tomar mi mano…
…yo salte sobre él y troce la cabeza…
Si, lo mate de esa forma. Rápidamente lo hice pedacitos en segundos…
los guardianes no se encontraban allí por ser un asunto “confidencial”.
Pero Cayo y Marco comenzaron a gruñir. Todo comenzó a ser un caos
total…
Antes incluso que algunos de los guardianes de los Vulturi pusieran una
mano en mí, yo seguí con mi plan y me clave un pequeño cuchillo directo en el
corazón con mis propias manos.
Sentí el dolor e incluso vi como venían corriendo rápidamente hacia mí
la guardia de los Vulturi mientras yo caía lentamente y mi sangre chirriaba por
todo mi cuerpo hasta llegar al suelo.
Sangre y más sangre, pero ya no había dolor.
Con una sonrisa llegue a las nubes y vi a mis seres queridos. Morí tan rápidamente que no sentí nada e incluso pensé que era un gran sueño.
Había cumplido finalmente mi propósito y con esto también acababa con todo aquello que habían planeado los Vulturi.
Las nubes me rodearon y la alegría me consumió. Todo era tan reconfortante y cálido…
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