Cap 2: La Mejor Inversion de sus Vidas

Por Diana Méndez   Publicado a las  5:30 p. m.   1 comentario


Capítulo 2


Los rayos del sol se iban filtrando por la ventana de Isabella. Eran apenas las ocho de la mañana y el sol estaba en lo máximo en Seattle. Isabella se removió incómoda en su cama, tratando de dormir un poco más.

Un suave golpe en su puerta la hizo levantarse sin ganas. Se colocó su albornoz de seda y abrió la puerta de un tirón.

—Isabella, qué bueno que estás levantada —dijo Charlie con una sonrisa en el rostro.

—Me levantaste, Charlie —recriminó ella—. ¿Qué se te ofrece?

—Quiero hablar contigo —dijo mirándola fijamente.

Isabella se removió un poco intimidada y le señaló que se sentara en la cama. Charlie hizo lo que su hija indicó, y ella se sentó en el pequeño sillón de cuero negro que tenía en su habitación.

—Charlie, estoy muy cansada, ayer estuve como criada organizando todo, si no te molesta preferiría que hablaras ahorita...

—Ayer que vinieron los Cullen, bueno, cuando pasamos al estudio estuvimos platicando... —empezó a contar Charlie.

— ¿Y? —preguntó Bella mordazmente.

—Llegamos al tema sobre el matrimonio.

—Mira, Charlie, yo sé que eres una persona mayor, pero sobre mi cadáver vas a meter a otra mujer aquí. Mi madre vivió hasta el último día de su vida aquí, yo no permitiré que metas a nadie más —le contestó ella.

—Eso no era lo que quería decir, por favor, déjame continuar. —Isabella asintió, mientras Charlie respiraba profundamente para decirle la plática que habían tenido—. Ya ves que tu hermana comentó sobre que tú y Edward deberían casarse... Bueno, los Cullen y yo consideramos que esa sería una buena elección —soltó.

Isabella se levantó enfurecida y empezó a caminar por toda la habitación, una costumbre muy suya.

— ¡¿Me quieres vender como un vil puerco, Charlie?! Si quieres que me vaya de la casa, solo dímelo, pero no voy a casarme con nadie —le dijo ella.

—Isabella, piénsalo por favor... —trató de decir su padre.

—No tengo nada que pensar, Charlie, lo siento. Tú tienes otra hija, que estoy segura estaría dispuesta a casarse con Edward.

— ¡¿Pero no lo entiendes?! —gritó Charlie encolerizado—. ¡Tu hermana Vanessa es una chiquilla inútil que no sabe nada! Ella no podría estar con un hombre como Edward...

— ¿Y yo sí, no? —le preguntó Isabella retóricamente.

—Tú sí puedes hacerlo, tú has vivido más. Isabella, no se casarían por amor, claro está. Es solo una inversión que se haría, nada más —dijo Charlie.

Isabella lo miró fijamente, tratando de explicarse por qué su padre le negaba la oportunidad de casarse enamorada...

— ¿Inversión? ¿Qué clase de inversión? —preguntó ella interesada.

— ¡La mejor inversión de sus vidas, Isabella! —gritó Charlie un poco alegre al ver que su hija estaba considerándolo—. Tú, futura presidenta de SB Stocks, te casarías con el heredero de CullenBooks. El abuelo de Edward le dejó la empresa, la mansión, todos los negocios exteriores y las cuentas bancarias a su nieto, pero primero se tiene que casar con una mujer que haga crecer aún más a la familia. Los Cullen son una familia pequeña, pero unida, el Edward que tú conoces sería dueño de todo eso con solo casarse, pero el chico aún no ha encontrado a nadie que le parezca bien —explicó.

— ¿Y yo por qué? Hay miles de chicas de buena familia ahí afuera que estarían dispuestas a casarse con él, ¿por qué yo, Charlie? —le preguntó Isabella un poco más calmada. Se sentó de nuevo en el sillón.

—Isabella, piensa con la cabeza fría, por favor. ¿Qué es lo que nosotros hacemos? Nosotros creamos la publicidad en la mayor parte de los Estados Unidos. ¿Qué es lo que hacen los Cullen? Se encargan de editar, publicar y producir miles de libros en tan siquiera una semana, de todas partes del mundo. Nosotros creamos las portadas de los libros que ellos publicarán, tenemos un gran contrato de miles de pesos con ellos. ¿Te imaginas si tú y Edward se casaran? El día en que él muera y tú también, sus hijos se quedarán con las dos empresas, sería la máxima fortuna que tendrían.

—Sí —coincidió Isabella—. Sería una fortuna grandísima. Los Cullen son reconocidos por todo el mundo, y si nuestra familia se alía con ellos, nosotros también lo seriamos —dijo Isabella un poco ida en sus pensamientos.

—Exacto. Además, tú también tendrías el control de CullenBooks. Serías la nueva señora Cullen, tendrías todo a tu alcance, Bella.

—La nueva señora Cullen —susurró Bella.

—Isabella Cullen —dijo Charlie—. ¿Te gusta cómo suena? —le preguntó.

—Sí —contestó automáticamente.

—Bella, no puedes perder esta oportunidad, hija. Si yo supiera que Vanessa sería lo suficientemente inteligente como para casarse con un hombre así, se lo hubiera pedido a ella. Bella, no es necesario que me lo digas, pero yo sé que te veías a escondidas con Edward antes —confesó Charlie.

Bella se ruborizó y trató de hablar.

— ¿Cómo sabes eso? —preguntó. No lo negaría, no tenía por qué.

—Simplemente, lo sé, yo lo averigüé. Y bueno, tú tienes 25 y él 30 años, evidentemente, no son novios de tomarse la mano y pasear por el parque —le dijo—. Ustedes han llegado a tener relaciones, tan siquiera tienes algo a tu favor. Eres una mujer hermosa, Isabella, cualquier hombre quisiera tenerte. Apuesto a que puedes volver loco a cualquier hombre, incluido a Edward, ¿o me equivoco?

—No te equivocas, Charlie. Edward y yo hemos salido varias veces y la pasamos bien —confesó ella.

—No quiero insinuarte nada, pero tú sabes cómo volver loco a un hombre.

—Sexo. —Bella asintió.

—No me parece muy bien la idea de hablar de esto contigo, pero estás en lo cierto. Ustedes no tienen por qué pasársela mal, si ya tienen algo en común. Podrías llegar a un acuerdo con él.

— ¿Edward lo sabe? —preguntó Isabella.

—Carlisle y Esme hablarán de esto con él. Si él dice que sí... ¿tú que dices, Bella?

—Quiero pensarlo un poco, Charlie. No es fácil la idea de entregarle a un hombre toda tu vida por unos cuantos pesos —dijo ella.

—Recuerda que no son unos cuantos pesos —dijo Charlie antes de levantarse de la cama y salir del cuarto.

—Déjame tomar una ducha rápida y en el desayuno te lo digo —alcanzó a decir Bella.

Charlie asintió y salió para darle privacidad a su hija.

Isabella fue directo al baño y abrió la regadera. Se metió dentro del agua caliente, ya que ella odiaba la fría, y se puso a pensar.

Sin duda, casarse con Edward le vendría bien. Al momento en que se casaran, toda la fortuna pasaría también a ella, pues se casarían por bienes mancomunados. La herencia que ella recibiría sería grande también, pero tendría que dividirla con su hermana. En cambio Edward, todo pasaría a manos de él y nadie más. Y también estaba lo de los hijos... Por muy que no se amaran, ella pensaba que Edward no moriría sin dejarle nada a sus hijos, y ella posiblemente quedaría viuda, administrando toda esa fortuna también.

Isabella se estremeció. Conseguiría todo lo que ella quisiera con tan solo decir: 'Sí, acepto'. Además, dejando de un lado lo material, sería genial tener que compartir cama siempre con Edward.

Edward había sido el primer hombre que había tocado a Isabella, y aún era el único. Isabella, conocida por ser una mujer fría y coqueta, no se había entregado a nadie más que él. Había perdido su virginidad en una noche de fiesta, cuando con unas copas de más, de parte de los dos, se dirigieron al apartamento de él y tuvieron sexo.

Pensar en su primera vez, así, desnuda y con el agua mojándola, hizo a Bella desear ver a Edward. Sí, sin duda tener a Edward como esposo sería fantástico. Como señora que sería, no dejaría que Edward volteara a ver a otra mujer que no fuera ella.

Aunque también estaban las consecuencias... Conocía a Edward de casi toda su vida, pero nunca tan profundamente como esa vez en la que se entregó a él. A partir de ahí, tanto Edward como Isabella habían disfrutado tanto de su contacto que siguieron saliendo. Cuatro años fueron suficientes de salir con él para que ella se diera cuenta que Edward tenía el mismo carácter de perros como ella. A duras penas Isabella podía soportarse, y tener que soportarlo a él no le gustaba para nada.

Pero no tienes por qué soportarlo, dijo una voz en su mente. Isabella cerró la llave de la ducha y tomó una toalla para secarse el cuerpo. Empezó a caminar por todo el baño, tratando de salir de ahí algo presentable, mientras pensaba en hacerle caso a la voz de su mente.

Sin duda, eso era cierto. Ella no tenía por qué hacerse cargo de él, ella no sería una mujer sumisa como la mayoría lo era. Ella le cumpliría en la cama y en los negocios, Edward no podría pedir más. Isabella no se metería en los problemas de él, así como tampoco Edward se metería en los asuntos de ella.

Logró salir arreglada de la habitación y bajó las escaleras hasta el comedor. Essa y Charlie ya se encontraban ahí.

—Se te pegaron las sábanas, hermanita —dijo Essa burlándose.

—Charlie, he tomado mi decisión —logró decir Bella.

Se sentó en su lugar de siempre, a la derecha de Charlie, mientras Vanessa la miraba, confundida por no saber de qué hablaban.

— ¿Qué es? —preguntó un Charlie temeroso por la respuesta de su hija.

—Acepto casarme con Edward Cullen, siempre que sea por bienes mancomunados y haya un contrato de parte mía con las reglas claras —dijo ella.

Charlie sonrió triunfal, había logrado lo que quería.

Lejos de la mansión Swan, en otra casa muchísimo más grande, Carlisle y Esme trataban de hacer ver las ventajas que tendría Edward si se casara con Isabella.

— ¿Están seguros? ¿Isabella Swan? —preguntó Edward confundido.

—Claro que estamos seguros, Edward, ¿tienes una mejor candidata que Isabella? —le preguntó Esme, su madre.

—Es solo que... Yo pensé que me obligarían a casarme con Tanya Buring —confesó Edward.

— ¿Tanya? ¡Eso es peor que una muñeca de plástico, Edward! —le gritó su padre—. Para lo único en lo que te serviría Tanya sería para el sexo, de ahí en fuera nada. Ella es una tipa sin cerebro que solo piensa en ella. Esme, sal por favor, quiero tener una plática de hombre a hombre con Edward —pidió amablemente.

Esme se retiró de la sala dejándolos a ellos solos.

—Edward, vi ayer que estabas acariciando a Isabella por debajo de la mesa —dijo su padre. Edward se avergonzó un poco al ser cachado—. Edward, que no te de pena conmigo, yo hacía lo mismo, hijo. Tienes 30 años ya, ¿has pensado en casarte? —le preguntó Carlisle.

—No, la verdad es que no —confesó Edward.

—Bueno, tienes que pensarlo ya. No puedes conseguir mejor esposa que Isabella. Ella es muy hermosa y atractiva, tiene un cuerpo de infarto y eso no lo puedes negar ni tú; es una chica inteligente, educada y linda. Ella viene de buena familia. Tú, galán, ¿has estado con ella, verdad? —le preguntó su padre.

—Sí, papá, sí he estado con ella desde hace cuatro años.

— ¿Y por qué nunca han hecho nada serio? —preguntó Carlisle.

—Porque Isabella tiene el mismo maldito carácter mandón que yo, y apostaría a que es más grande. Yo sé que es inteligente, y eso es lo que más me gusta de ella. Bueno, para ser sincero, es la segunda cosa que me gusta de ella. Tiene un carácter difícil de soportar, padre, pero eso me vuelve loco —confesó Edward.

—Sí, se nota por su forma de negociar —comentó Carlisle.

—Otra cosa que agregarle a su favor, padre. Yo sé que estar casado con ella sería genial, ella es demasiado inteligente para los negocios, además de linda y coqueta. Sé que no despilfarraría todo el dinero, eso se nota. Además, ella es muy elegante y de buena clase, formar una familia con ella traería hijos hermosos...

—Piensa, Edward, en que al momento de casarte con ella cobrarías todo, por fin. Serías dueño único de la empresa, tendrías la mansión, los negocios, todas las casas, cuentas bancarias... Todo sería tuyo. Tendrías una linda esposa que hasta podría aconsejarte en los negocios —dijo Carlisle, tratando de liberar la tensión.

—Sí, eso es correcto —dijo Edward.

—Entonces, ¿qué dices? ¿Estarías dispuesto a casarte con Isabella?

—Quiero pensar un poco, papá —contestó Edward levantándose—. Voy a salir, llego a la hora de la cena, creo —avisó.

—Piénsalo, por favor —le pidió su padre.

Edward salió hacia el jardín de la casa. Aspiró el aire, y sacó su Blackberry del bolsillo. Presionó el número 3 de sus contactos de emergencia, y se llevó el celular al oído. Al tercer timbrazo, la voz que quería escuchar le contestó:

—Creo que ya sabes lo que están planeando —fue la forma en la que lo saludó Isabella.

— ¿Crees que podamos vernos? —preguntó Edward. Por dentro, él rogaba que sí.

— Claro, ¿donde mismo? —respondió ella. Edward suspiró.

—Sí, donde mismo. No tardes, por favor. —Y colgó.

Se subió a su Aston Martin y emprendió marcha por las calles de Seattle. Llegó a su apartamento 20 minutos después de la llamada. Entró, se quitó el saco y se sirvió una copa de whisky. La puerta principal se abrió, dejando ver a una Isabella con un corto vestido strapless blanco. El vestido -mínimo- estaba a ocho dedos encima de la rodilla, haciendo ver pronunciadamente las largas y torneadas piernas de Isabella.

—Ese vestido me gusta —le dijo Edward.

Isabella asintió tirando las llaves sobre la mesita del bar y arrebatándole la copa de whisky a Edward. Se bebió todo de un trago, mientras Edward aún observaba lo bien que le asentaba el vestido a 'su futura esposa'. Los pechos de Isabella se veían aún más grandes, pero eso era porque Isabella tenía las mejores caderas que Edward había visto...

—Yo quiero pensar y tú te vienes así, Isabella —murmuró Edward. Isabella alzó sus cejas, anunciándole a Edward que podía hablar—. Yo dije que sí aceptaba —confesó Edward.

Isabella abrió sus ojos sorprendida mientras iba negando con su cabeza. Edward se sirvió otra copa.

— ¿Hablas en serio, Edward? —le preguntó ella.

Isabella se tumbó en el sillón, y Edward se sentó en sus pies, quitándole los tacones y acariciándola.

—Estoy hablando en serio, Cisne —le contestó él con el apodo que le había puesto. Todos sabían que el cisne era un animal hermoso, e Isabella también era hermosa. Aunque también el cisne tuviera doble cara, Isabella también la tenía.

—Pues yo también dije que sí, Tigre. —Isabella se acercó a él y le robó un beso de la boca—. Aunque claro, nos casaremos por bienes mancomunados y habrá un contrato de por medio.

— ¿Contrato? —preguntó Edward confundido.

—Claro que sí —respondió ella.

Se levantó para servirse otra copa, pero Edward le dio la que él se había servido después, ella lo tomó gustosa.

— ¿Y qué dirá el supuesto contrato? —preguntó Edward, mientras iba subiendo sus manos lentamente por las piernas de Isabella.

—Vamos a especificar que solo seremos esposos delante de la gente. Dentro de la casa, tú puedes hacer con tu vida lo que quieras.

— ¿No tendremos sexo? —preguntó un Edward horrorizado ante la idea.

Isabella se rio. Dejó la copa en el suelo y se sentó a horcajadas sobre Edward.

—Claro que sí, pero no será algo en lo que me quieras obligar —dijo.

—Explícate —le pidió Edward.

Isabella empezó a desabotonar la camisa de Edward mientras iba dejando besos húmedos por su cuello y su pecho.

—Tú puedes hacer lo quieras, Edward, yo no me preocuparé por eso. Aunque claro, tienes que tener en cuenta que si tú tienes una amante, no debes de dudar en que yo lo tendré...

Edward besó ferozmente a Isabella mientras iba recostándola sobre el sillón para que él quedara encima.

—Tú eres mía, ¿entiendes? Mía y de nadie más —le dijo Edward.

Isabella asintió.

—Tú sabes que fuiste el primero, Edward, y has sido el único —le confesó ella.

—Entonces, futura Señora Cullen, hay que ir disfrutando de nuestra luna de miel —le dijo él.

Edward tomó su celular y marcó el número 1, mientras Isabella le iba quitando la demás ropa.

—Papá, he tomado una decisión. Sí quiero casarme con Isabella. Estamos adelantando nuestra luna de miel, así que no me esperen a dormir. Adiós. —Colgó.

—No debiste decirle eso —le recriminó Isabella.

Edward tomó a Isabella entre sus brazos y la llevó hasta la habitación que normalmente compartían. Ya ahí, Edward Cullen e Isabella Swan, se entregaron como solo ellos sabían hacer, restando importancia del mundo exterior.

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¡Oh por Dios! Me alegra que les esté gustando la historia; yo, como escritora de ella, les aseguro que no se arrepentirán de leerla. Como ya dije, actualizaré sábados o domingos. Yo tengo cosas que hacer en la semana y me es imposible subirselos.

Otra cosa, este fic tiene un grupo donde varias chicas lo siguen. Me encantaría que fueran muchas más, y por si gustan unirse el link del grupo esta en mi perfil. Chequenlo

Besos & bendiciones.
Lullaby'


Acerca del Autor

Nos dedicamos a brindar información a todos los fans de la Saga Crepúsculo. Desde entonces nos hemos encargado de cubrir premieres, eventos, actualizar día a día nueva información sobre el cast. Después de que terminó la épica Saga en Noviembre del 2012, seguimos los proyectos de cada actor como corresponde.
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