Cap 1: La Mejor Inversion de sus Vidas

Por Diana Méndez   Publicado a las  5:20 p. m.   0 comentarios


Capítulo 1

Como todas las mañanas Isabella Swan tomó su ducha relajante. Se vistió casualmente, ya que no tenía planeado salir a ningún lado. La forma de ser de Bella, como solo su padre la llama, era sencilla; o al menos ella se consideraba así. Isabella no tenía a ninguna persona en la cual confiar; no tenía esa mejor amiga, porque la que había tenido se la habían arrebatado de las manos a la edad de ocho años.

Los Swan eran de las familias más poderosas que se encontraban en el estado de Washington. La empresa de la familia se encargaba de la publicidad, fácil y sencillo para las personas que los miraban, pero ella sabía que promocionar un libro era muy difícil.

Ella sabía perfectamente que algún día, cuando su padre decidiera dejar este mundo, ella quedaría a cargo como presidenta de SB Stock, ya que su padre consideraba una incompetente e inútil a su hermana Vanessa, quien era cuatro años menor que ella.

Aun siendo hermanas, Isabella y Vanessa eran totalmente distintas. Isabella media 1.69 m de altura. Su cabellera era negra como la noche y caía en cascadas por su espalda, o por mientras lo hacía. Bella se aburría demasiado rápido de las cosas, al igual que pasaba con su cabello: un día era negro y largo, al otra día tal vez rubio y corto. Los ojos de Bella eran de un color café chocolate, tan hermoso como ella. Sus ojos, grandes e inexpresivos, estaban cubiertos por una fina capa de pestañas largas y gruesas. Bella era por decir la más 'agraciada' de las dos. Sus piernas eran largas y totalmente mortales, cualquier hombre deseaba poder tocarlas; y las mujeres solo la envidiaban. Bella nunca cuidaba su figura como lo hacían las demás chicas de su sociedad, ella era delgada de nacimiento.

Y Vanessa... ella era rubia, ojos azules, con una boca provocadora. Vanessa era más delgada y bajita, medía apenas el metro cincuenta y siete. Vanessa creía contar con la inteligencia de Isabella, pero lo que tenía, es que era más fácil que la tabla del uno, cosa que a Bella le daba vergüenza.

Pero no solo eran diferentes físicamente, también lo eran en su forma de ser. Como ya se dijo, Bella era muy inteligente y audaz. Podía manejar cualquier situación a su antojo. Era tenaz y hermosa, dos armas que las mujeres desean tanto. Isabella nunca lloraba, ni siquiera el día que murió su madre. Y así era como Isabella se catalogaba, como una persona fuerte e irrompible; si ella había sufrido y soportado la muerte de su madre sin una lágrima, era capaz de lograr todo.

Y al contrario de Isabella, Vanessa era una llorona, que por cualquier cosa corría a los brazos de Charles Swan, su padre.

Este día era especial para ellos, o al menos eso había dicho Charlie, como lo llamaba la mayoría de la gente. Los Cullen, la familia más adinerada del norte de Estados Unidos, venían a cenar con ellos. CullenBooks, era la editorial más grande y productiva de toda América. Miles de libros eran editados, corregidos y publicados ahí. La fama tan grande precedía de al menos 100 años de antigüedad, cuando el primer Edward Cullen decidió abrir una editorial. Después de su muerte, su hijo Carlisle se quedó con el mando. Se rumoreaba que el hijo único de Carlisle, Edward, era el nuevo heredero. ¿Y quién más podría ser si no había más familia?

Isabella bajó las escaleras de su casa y se dirigió al comedor lista para desayunar. Ahí ya se encontraba su hermana, Vanessa, con una blusa blanca sin tirantes y botones, y una falda negra que servía para fajar la blusa.

—Buenos días, Bellita —dijo Vanessa con una sonrisita burlona, pero en cuanto vio el rostro de Bella nada simpático, la sonrisa desapareció—. Parece que hoy andas de mal humor. —Se encogió de hombros—. No me sorprende, para nada, siempre estas así. En serio, Bella, deberías conseguir a alguien que te ame.

— ¿Y a ti qué diablos te importa, Vanessa? —le preguntó Bella—. Entiende de una vez que... ¿Para qué te explico? Eres tan estúpida para entender —contestó Bella mordazmente.

—Oye, más respeto para tu hermana...

— ¿Respeto? Eso se gana, Vanessa, y tú no lo has hecho; al contrario, parece que te pagan para dejarnos con una mala reputación y a mi padre pagando todas tus borracheras.

—Tan siquiera me divierto y tengo a alguien que todos los fines de semana me devora con pasión —dijo Vanessa provocativamente, haciendo solo que Bella se riera de pena.

—No cambias, Vanessa. Debería darte vergüenza decir eso. El día que te cases todo Seattle ya te habrá tenido en su cama más de una vez.

—No, no. —Vanessa negó con la cabeza—. ¿Sabes? ¿Conoces a Edward Cullen?

—Claro que sí; por si no sabías o tu cabecita jamás lo ha procesado, los Cullen tienen contratos de miles de billetes verdes con nosotros. Nosotros diseñamos las portadas para sus libros, Vanessa.

—Lo sé, lo sé. Pero dejando de lado lo profesional, ¿has visto cómo está ese tipo? ¡Por Dios! Es nueve años mayor que yo, pero juro que puedo hacerlo llegar con mis propias manos —dijo Vanessa, haciendo un tamaño gigante con sus manos.

—No me interesa lo que hagan tus manos, Essa —respondió Bella mientras se llevaba un trozo de manzana a la boca.

—Por Dios, Isabella, no puedo creer que no le hayas echado un ojo a ese tipo. Es todo un cuero, sin duda. Alto, fornido, ojos verde esmeralda, cabello dorado cobrizo... y ¿sabes? Muchas chicas que han tenido la fortuna de conocerle dicen que es un tigre en la cama, ¿te imaginas? Además, dicen por ahí que tiene un tatuaje en la pelvis.

— ¿Dicen por ahí? ¿Acaso ya te has echado a Edward Cullen también? —preguntó Bella.

—No, no he tenido tanta suerte. Pero tú has convivido con él, has ido a cenas a solas con él, ¿nunca ha pasado nada entre ustedes dos? —preguntó Essa entrecerrando los ojos.

Bella se ruborizó; sin duda Vanessa había dado en el blanco.

—No —contestó Bella, pero su rubor ya la había delatado.

— ¡No pienses que voy a creerme eso, Isabella! Tus rubores te delatan, así que desembucha* —dijo Essa acercándose más a Bella.

Isabella negó con su cabeza en señal de negación.

—No te diré nada. No seas metiche, Vanessa —la reprendió.

—Entonces sí hubo algo —dijo Vanessa con un brillo especial en los ojos—. Solo dime una cosa, por favor —rogó.

— ¿Qué cosa? —preguntó Isabella para ya poder dar por finalizada la conversación.

—Bueno, que sean dos, por favor.

—Solo responderé directamente tus preguntas, no entraré en detalles.

—De acuerdo —dijo Essa sin tan siquiera pensar.

Conformista, pensó Isabella.

—La primera, Essa, no tengo todo el día para charlar contigo.

—Ya que has estado con él, espero que en más de una ocasión, ¿qué dice el tatuaje? —preguntó interesada.

—'El dolor es inevitable, el sufrimiento opcional' —contestó mientras bebía de su café negro.

Essa se quedó pensando un momento, para después cerrar la boca que la tenía abierta desde que su hermana había respondido.

—Muy bien, ya te lo sabes de memoria. —Recuerdos de la última noche de Cullen y ella llegaron a su cabeza. Estaban jugando con tocarse con las plumas y Bella no pudo evitar acariciar el tatuaje con su pluma—. Siguiente pregunta, ¿Edward es bueno en la cama?

—Si no fuera bueno no me acostaría con él las veces suficientes como para hasta grabarme lo que dice el tatuaje, idiota —respondió Bella.

— ¿Eso es un sí, entonces? —preguntó Vanessa.

Isabella rodó los ojos y dio un leve asentimiento.

—Hijas, lamento haber llegado tarde a desayunar, tuve un día muy pesado ayer y me desperté muy tarde. —Apareció Charlie con su radiante sonrisa en el rostro—. ¿Cómo amanecieron?

—Muy bien, pa —contestó Essa.

Bella asintió.

—Isabella, ¿podrías encargarte de la cena de esta noche? Me refiero a organizar todo; ya sabes, la comida, los platos, poner la mesa, todo eso... ¿Sí, hija? —pidió Charlie.

Todos en la casa sabían que a Essa nunca le pedía eso, pues era tan creída que ni siquiera hablaba con la servidumbre.

—Claro, Charlie —dijo Isabella—. Yo me encargo de eso, ¿a qué hora vendrán los Cullen?

—A las nueve de la noche —respondió—. Essa, por favor, trata de estar muy bien esta noche. Quiero que asistas a esta cena, no como la pasada.

—Claro que estaré aquí, papito. De hecho, si mi hermanita quiere, yo puede ayudarle a preparar todo —dijo Vanessa.

—No —respondió Bella rápidamente.

—Isabella, por favor, no peleen. Deja que tu hermana te ayude, hija —dijo Charlie.

Bella resopló y asintió.

— ¿Cómo se llama la tipa de la cocina? —preguntó Vanessa mientras corría detrás de Isabella con una libreta y pluma rosada.

Bella frenó su andar, haciendo que su hermana se tropezara con ella.

—Ya sabes escribir, que nuevas hay, Essa —dijo Bella—. Por favor, deja esa libreta, te ves más tarada de lo que eres.

—Sirve para recordar las cosas —se excusó Essa.

—Y esto. —Bella señaló su mente—, recuerda las cosas mucho mejor que una libreta.

—Tú solo contesta la pregunta y ya. ¿Cómo se llama la cocinera?

— ¿Para qué demonios quieres saber eso? —Bella retomó su andar y se dirigió a la cocina. Essa aún la seguía.

—No quiero parecer una idiota —dijo Vanessa.

Bella emitió una risita al tiempo que se giraba para contestar.

—Llegas tarde, nena, ya no solo pareces, eres una idiota —respondió—. La señora que se encarga de alimentarte se llama María. Ella cuenta con dos ayudantes más en la cocina, Kimberly y Jessica. Hay más empleadas y empleados en esta casa. Me sé sus nombres de memoria, la dirección de sus casas, teléfonos con los que puedo dar con ellos...

— ¿Y cómo sabes todo eso? —preguntó Vanessa mientras seguía a Bella por la cocina.

Bella se giró para terminar esa conversación con su hermana ya.

—Simplemente lo sé, Vanessa. Yo me encargo de que nada falte en esta casa; yo soy la que firma los cheques de paga para todos los empleados. Cada quincena les veo el rostro para entregarles lo que tanto trabajan, ¿de acuerdo?

Vanessa asintió. Isabella se giró para hablar con sus empleadas.

—María, Kimberly y Jessica —las nombró—; como saben hoy vienen los Cullen a cenar, por eso quiero que te encargues María de hacer una gran cena, de esas que solo tú sabes hacer.

Las empleadas y Bella sonrieron. Essa se quedó allí, como un bicho raro.

— ¿Se le apetece algo en especial, niña Isabella? —preguntó María, quien era la única que llamaba así a Bella.

—De aperitivo que sea una crema de champiñones, de plato fuerte una lasaña italiana y de postre... ¿Se te antoja algo, Essa? —preguntó girándose hacia su hermana.

—Me hubiera gustado más comer pasta Alfredo —dijo Vanessa tímidamente.

Bella asintió.

—Cambia el platillo principal, María, comeremos pasta Alfredo. De postre comeremos bavarois de chocolate a la naranja, gracias. La cena será a las nueve. Quiero que exactamente a las nueve ya todo esté listo, tampoco quiero la comida fría. Jessica, encárgate de poner la mesa con la mejor vajilla de cristal cortado que tengamos. Si es necesario encargar otra, hazlo, no importa. —Jessica asintió—. Kimberly, encárgate de que la casa esté impecable. Eso es todo, con permiso.

Bella salió de la cocina con una Vanessa que la seguía boquiabierta.

—En serio, Isabella, me sorprendes. Haces que todo se vea tan sencillo, pero no lo es.

Caminaron hasta el jardín, informando a todos los trabajadores lo que debían hacer. A eso de las 5:30pm, Isabella y Vanessa se dirigían al centro comercial y al salón de belleza.

— ¡Oh por Dios! Este vestido es hermoso, Isabella, yo lo quiero —dijo Vanessa mientras miraba un vestido corto de lentejuelas verdes.

Bella arrugó la cara como si hubiera chupado un limón ácido.

—Por favor, Essa, ¿crees que dejaría que te compraras eso? ¡Estás loca! Mi padre dijo elegante, no vulgar.

—Ash, de acuerdo —dijo Vanessa mientras hacía una cara de repugnancia.

Al final de cuentas, Bella, había demostrado que era mejor que Vanessa. Le había escogido un pequeño vestido negro de Marc by Marc Jacobs, haciendo juego con unos zapatos de tacón con plataforma en color burdeos de Yves Saint Laurent, y un colgante con una llave dorada de Tiffany & Co. Ella, había adquirido un vestido strapless de Monique Lhuillier azul y negro con unos hermosos Jimmy Choo VIBE negros. Tan simple y perfecta como siempre.

—Qué hermosa te ves, Essa —dijo Charlie.

Essa bajó con una sonrisa de superioridad falsa.

—Tú también te ves muy bien, padre —le dijo ella.

Estuvieron platicando durante cinco minutos, cuando Jessica entró con el uniforme negro que usaba esta noche.

—Los Cullen ya están aquí —dijo ella. Bajó su cabeza y se retiró.

Vanessa y Charlie se acompañaron hasta la entrada.

— ¿Tu hermana donde está, Essa? —le preguntó Charlie a su hija.

—Según yo, en el cuarto arreglándose.

—Buenas noches, Charlie —saludó un hombre.

Los Cullen ya estaban en la entrada, elegantes como siempre.

—Buenas noches, Carlisle. —Se dieron un abrazo—. Esme, ¿qué tal? —saludó a la mujer. Le dio un pequeño beso en la mejilla.

—Muy bien, Charlie, gracias —contestó amablemente Esme.

—Buenas noches, Edward —saludó Charlie al hombre joven de ahí.

Edward Cullen vestía un elegante traje gris marengo de lana fría, a juego con su camisa gris claro y su corbata, y zapatos negros.

—Hola, Charlie. ¿Cómo has estado? —preguntó Edward.

—Muy bien, gracias.

— ¿No nos presentarás a esta linda señorita, Charlie? —preguntó Esme refiriéndose a Vanessa que aún no saludaba.

—Claro. Ella es mi hija menor, Vanessa —contestó Charlie algo apenado.

—Mucho gusto, Vanessa —dijeron Esme y Carlisle a la misma vez, mientras que Edward escaneaba la habitación en busca de esa castaña piernas torneadas.

— ¿E Isabella dónde está? —preguntó por fin Edward.

Todos lo miraron, en especial Essa, pensando en que su hermana tal vez sí le había dicho la verdad.

— ¿Conoces a mi hermana? —le preguntó Essa a Edward.

—Claro que sí. Hemos compartido muchas cosas juntos...

—Vanessa —dijo ella extendiendo su mano. Se dio cuenta que Edward no prestaba atención hace un momento.

—Siento la demora, buenas noches —dijo Isabella saliendo de la nada del comedor—. Me aseguraba de que todo estuviera bien.

—Isabella, cariño, qué linda estás —saludó Esme.

Isabella le dedicó una sonrisa sincera al tiempo que la saludaba con un beso en la mejilla.

— ¿Y qué se dice de ti, Esme? —preguntó Bella siguiéndole la corriente. Las dos mujeres se rieron.

—Qué gusto volver a verte, Isabella —dijo Carlisle. Se saludaron con un beso en la mejilla.

—Hola, Edward, ¿cómo has estado? Tanto tiempo sin verte... —dijo Bella.

—No he estado mejor que tú, sin duda, Bella. Yo también me alegro de verte. —Le dio un beso en la mejilla.

—Será mejor que pasemos al comedor —dijo Charlie.

Edward no dejaba de ver a Isabella, sin duda ese strapless que traía puesto le favorecía muy bien. Edward se quitó el zapato y empezó a acariciar la pierna de Isabella. Ella se estremeció un poco, pero no se retiró. Levantó su vista hacia Edward quien la miraba, y sonrió con complicidad.

— ¿Y qué cuentas, Isabella? —preguntó Carlisle, quien se había dado cuenta del momento íntimo entre su hijo y la hija del anfitrión—. ¿Algún pretendiente o propuesta de matrimonio?

—No, ninguna, Carlisle. La verdad es que los tipos ricos y mimados no son lo mío —contestó Isabella.

— ¿Ricos y mimados? —preguntó Edward, quien discretamente se ponía de nuevo el zapato.

—Sí, ese tipo de chicos que solo están esperando a que sus padres se mueran para heredar todo, pero a la mera hora son un fracaso de personas —respondió Isabella.

—Entonces, ¿Edward sí es de tu tipo? —preguntó Carlisle. Todos voltearon a verlo a él—. Edward ha hecho extender aún más la editorial, a tal punto de ser conocidos hasta en los más extravagantes rincones del mundo. Él no es ningún niño mimado —contestó.

—Sí, lo sé, por eso Edward me cae bien —contestó Isabella.

— ¿Saben algo? Perdón que no me hayan preguntado, pero creo que mi hermana y Edward deberían casarse —interrumpió Vanessa.

Todos voltearon a verla sorprendidos.

—Exacto, nadie te ha preguntado, Essa —dijo Isabella.

—Pero acepten que es buena idea —dijo ella.

Todos rodaron los ojos, excepto Carlisle, Esme y Charlie.

Después de todo, es una buena candidata para mi hijo, pensó Carlisle mientras bebía de su copa de whisky.

— ¿En qué piensas, amor? —preguntó Esme rodeándolo con los brazos.

—En la mejor inversión de nuestras vidas, Esme —susurró.

Charlie entró a su despacho con una sonrisa de disculpa.

—Perdonen, a veces mi hija Vanessa es un poco imprudente. Siento que los haya incomodado con el comentario ese —dijo Charlie.

—De hecho, Charles, eso me dejó pensando... ¿Te imaginas si nuestras familias se unieran? —preguntó Carlisle sentándose en la silla de cuero que había frente al escritorio. Esme se sentó a un lado, procesando esa información aún.

—Sí, haría una gran fortuna al juntar las herencias —dijo Charlie mientras se sentaba—. ¿Por qué?

—Creo que deberíamos tomar en cuenta el consejo de tu hija en esta ocasión. Si Edward e Isabella se casaran, sería la mejor inversión que haríamos en la vida. Mi padre le dejó toda la herencia Cullen a Edward, desde la empresa, principalmente, hasta las servilletas que hay en la mansión. Edward solo puede cobrar todo eso si se casa; yo solo estoy al mando porque Edward no ha conocido a la chica que lo domine. Tu hija y mi hijo parecen tener buena química, sería genial si se casaran... —Carlisle dejó la idea al aire para sembrar la duda en Charlie.

—Además, SB Stock se encarga de diseñar cualquier cosa, hasta portadas de libros que es lo que nosotros publicamos —dijo Esme—. Sería un gran negocio que empresas tan grandes como CullenBooks y SB Stocks se unieran en familia.

—Sí, eso sería genial —dijo Charlie—. Pero yo no accedería jamás a hacer eso si mi hija no quiere...

—Por Dios, Charlie, tu muchacha ya es una mujer, tiene 25 años y apuesto todo lo que quieras a que el dinero le gusta. Ella sería la nueva señora Cullen, tendría dos empresas en sus manos, porque no creo que vayas a dejar a Vanessa con la presidencia de SBS, ¿verdad? —preguntó Carlisle.

—Claro que no, Vanessa no es una chica muy inteligente que digamos, no le interesa nada de eso —respondió Charlie.

—Y por lo que yo he visto, tu hija Isabella es una muy buena negociante. Sería estupendo tenerla como la señora al mando de CullenBooks. Piensa eso, Charlie, por favor, habla con Isabella, estoy segura que aceptará —dijo Esme sonriendo.

—Nosotros nos retiramos ya, Charlie. Que pasen buena noche. Comenta esto con Isabella, nos vendría bien un retiro a Esme y a mí. —Carlisle sonrió mientras se despedía de Charlie, quien tenía en su mente el mejor plan que se había dicho.

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*Desembuchar: Bueno, en mi país eso significa sacar algo, soltar la sopa, ¿se entiende? O sea, hablar de algo que tu sabes.

Ok, primero que nada espero que disfruten lo que en este 2O13 traiga. Deseo de todo corazón que todo lo que quieran se les cumpla: amor, salud, paz, dinero. Esas cosas son importantes, en especial las 3 primeras.

En segundo lugar, espero que les haya gustado el primer capítulo de mi nueva historia. Seguiré actualizando, espero que la sigan leyendo :D

Les aviso que esta historia la actualizaré una o dos veces por semana, no será tan constante.

Hasta la próxima!


Acerca del Autor

Nos dedicamos a brindar información a todos los fans de la Saga Crepúsculo. Desde entonces nos hemos encargado de cubrir premieres, eventos, actualizar día a día nueva información sobre el cast. Después de que terminó la épica Saga en Noviembre del 2012, seguimos los proyectos de cada actor como corresponde.
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