Capitulo 12: Breathe Me

Capitulo XII

— ¿Cuántas veces tengo que decirte que no te quiero cerca de Bella? —escuche gritar a Edward.

Y a los segundos Paul estaba en el piso botando sangre por el labio.

—Edward—grite corriendo para detenerlo, pero ya Paul le estaba devolviendo los golpes.

—Sepárenlos—exclamo Jane histérica y aparecieron varios trabajadores. —Cálmense los dos. —les dijo Jane al ver como Edward hacia fuerza para echársele encima de nuevo, los trabajadores parecían asustados.

— ¿Puedes calmarte? —pedí a Edward.

—Como quieres que me calme cuando este idiota aprovecha cualquier momento para coquetearte—escupió lanzando una mirada envenenada a Paul. —Te voy a matar si te acercas de nuevo a mi mujer, me escuchaste bien mi mujer, porque Isabella es mía. —termino esbozando una sonrisa de suficiencia.

Lo mire incrédula. Como se atrevía a alardear de ser mi dueño.

—Pueden retirase chichos—les ordene a los trabajadores, lo que menos quería era público. Cuando todos se retiraron proseguí. —Mira Edward Cullen que te quede muy claro que yo no soy una posesión tuya ¿Me has entendido?

El aludido abrió los ojos como platos y su ojos se oscurecieron tanto demostrando así el enojo que le habían provocado mis palabras.

—No quiero otro escándalo como este y va para ambos, por favor respeten mi hogar—termine de decirle.

Sentí a Jane pisándome los talones.

—Estoy sin palabras—dijo está con gesto de incredulidad. —Aún no me creo todo lo que ha pasado allá fuera, mi hermano actuó como todo un cavernícola y ese hombre esta colado por ti Bella. —afirmo.

—Añade otro problema a mi vida—refunfuñe recordando la cara de ira de Edward cuando se le abalanzo a Paul.

—Bien cuñadita debo irme—dijo Jane dándome un abrazo. —Sabes como se pone de insistente Benjamín cuando no llego a tiempo.

Le sonreí. Ya había sido testigo de las muchas veces que la llamaba si se llegaba a atrasar.

—Además aun me falta algunos detalles de mí vestido para la fiesta—siguió diciendo mientras se despedía con la mano y se perdía por la puerta de la casa.

Pase mis manos por mi rostro varias veces, me encontraba conmocionada aún no me creía la escena que había protagonizado Edward alardeando de mi como si fuese una posesión suya. ¿Qué se creía? Yo no era de nadie, y mucho menos de él que me demostraba con hechos lo poco merecedor del inmenso amor que le tengo.

—Mierda—mascullo una voz ronca que provenía de la sala de estar.

Edward se encontraba sentado frente a una mesita de madera, en ella se hallaba un botiquín de emergencias, del cual sacaba algodón y lo bañaba con agua oxigenada.

¿Acaso se encontraba muy herido? Mi corazón se salto un latido, y entre prácticamente corriendo al salón, cosa que hizo que se sobresaltara.

— ¿Te encuentras muy golpeado?

—No, solo que cuando iba a devolverle un puño al idiota ese lo esquivo y mi mano choco con unos vidrios que se encontraban sobre la tierra. —explico entre dientes.

—Deja eso, yo te curare—dije tomando una pinza del botiquín.

Extraje los vidrios y forre su mano con una venda, él parecía estar sorprendido con mis atenciones. Ninguno de los dos hablo, quizá por miedo de volver a provocar una pelea.

—Gracias.

—No hay porque.

—Tengo que chequear unos correos.

Asentí y él se retiro de la sala.

No me podía creer lo tonta que era con este hombre, pasaba de estar enojada a preocuparme por él. ¡Que diablos me ocurría!

….

Al fin había llegado el día, ya no tendría a mi madre pegada al teléfono cada hora preguntando que vajilla, servilleta o color me gustaba más; hoy saldríamos por fin de estaba maldita fiesta.

Con Edward todo seguía igual, solo nos dábamos los buenos días y hablábamos lo necesario por los niños.

Mi amiga Tía me había enviado el vestido, era simplemente hermoso. Jane se quedaría con la boca abierta.

—Bella el desayuno ya esta servido y ya han llegado la Sra. Esme y René—dijo Sue abriendo las cortinas de mi recamara.

—Ellas no duermen…—susurre para mí, pero Sue soltó una carcajada confirmando que no lo había susurrado tan bajo.

—Apresúrate mi niña.

—Ya voy—refunfuñe saltando de la cama.

Demore mas de una hora arreglándome, pinte mis uñas de pies y manos y coloque una mascarilla de aguacate en mi rostro, según mi madre era buenísima y lo comprobé cuando al tocar mi piel estaba más suave que de costumbre.

— ¿Es que acaso nos harás esperar todo el día? —pregunto René irrumpiendo en mi recamara con una avergonzada Esme.

—Ustedes me aseguraron que todo estaba listo, por ello no he bajado a ayudar.

La cara de mi madre se desencajo. Reí internamente.

—Disculpa a René —pidió Esme mordiéndose sus labios para esconder una risilla—Vámonos tenemos muchas cosas por hacer.

Amén.

—Te quiero lista a las seis—espeto antes de salir de mi recamara casi a empujones.

Las horas siguientes las utilice para darle punto final a mi próximo libro, la inspiración me había tomado por sorpresa. Quizá se debía a que hoy celebramos nuestro aniversario o a que como una tonta rememoraba los maravillosos días que había pasado junto a él, en fin no sabía a que se debía, pero la agradecía por tan tremendo final  de historia.

Casi corrí a bañarme nuevamente, y en una hora estaba lista. Se me hacia extraño que ninguna de las tres mosqueteras hubiese subido a supervisar que hacia.

—Oh Bella estás preciosa—exclamo Jane sobresaltándome—Tienes que decirme de donde sacas esos vestidos tan bellos.

—Por allí te diré—le sonreí alisando una arruguita imaginaria en mi vestido, producto de lo nerviosa que me encontraba.

—Ya han llegado casi la mitad de los invitados.

— ¿Y es que faltan más? —inquirí en un gritito.

Mi cuñada soltó una risita nerviosa.

Los toquecitos de la puerta, interrumpieron nuestra conversación.

— ¿Podemos hablar? —.

—Pasa—respondí sintiéndome estúpidamente nerviosa.

No podía dejar de admirarlo, con el traje parecía más un actor de cine que el Edward que yo conocía. Estaba impresionante.

—Yo los dejo tortolos, no se tarde mucho—dijo Jane con una risita.

—Luces preciosa, cariño—susurro besando la curva de mi cuello tomándome por sorpresa—Me he tenido que abstener de venir a verte en todo el día.

—Oh Edward—gemí sosteniéndome a su chaqueta, porque mis rodillas estaban amenazando con hacerme caer, es que acaso este hombre tenia problemas de bipolaridad. —No te entiendo… todos estos días me has…

—Lo siento cariño, estaba enojado por el negocio con los Denali y tu ni siquiera me dejaste explicar porque lo había aceptado; y luego veo como ese hombre te miraba y perdí la cordura—acaricio mis labios—Lo siento, lo siento—repetía mientras besaba mi nariz, rosaba apenas mis labios. —Perdóname.

Pasó sus manos por mis caderas, torturándome con sus lentas caricias para luego bajarlas hasta mis nalgas y dar ligeros apretones; provocando descargas eléctricas que recorrían todo mi cuerpo y se concentraban en mi centro.

—Hoy será una noche tan especial, que al final me pedirás que jamás salga de ti—aseguró haciendo pequeños círculos sobre la tela que cubría mis pezones; los cuales ya estaban más que excitados. —Solo hay que fingir que estamos felices con todo este alboroto, y cuando termine todo esto; prometo hacer de esta noche la más maravillosa de nuestras vidas.

—Oh, Edward, cuanto te he echado de menos.

—Y yo a ti, mi vida—murmuro antes de adueñarse de mis labios. —Y yo a ti—repitió penetrando mi boca con su lengua.

©LunaDelCarmen. Todos los derechos reservados ®.

N/A: Me escondo bajo una manta con pena. Sé que he tardado en actualizar y lo siento chicas, estaba preparando mi tesis de graduación y este capítulo lo he escrito como cuatro veces y volvía y lo borraba porque no me convencía.

Gracias por sus lindos comentarios, su preocupación, por todo. Estoy tan feliz de que les guste la historia.

Ya sé que muchas desean saber que pasa en la fiesta, en el próximo capítulo al fin lo sabrán será mas largo de lo que están acostumbras a leer.

Nuevamente gracias por el apoyo, los comentarios.

Besitos.