Cap 23: Sexualmente Activos

Adivinanzas
Cerró los ojos, y comenzó a respirar profundamente, como si necesitara calmarse. Terminé de desabrochar los botones de su camisa y la deslicé suavemente por sus hombros. Su cuerpo era perfecto, al igual que siempre. Su piel blanca como la cal, relucía bajo el manto de la oscuridad, e incluso todavía podía ver su musculatura.

-Sea lo que sea que esté pasando- siseé- no me importa.

Él aún permanecía con los ojos cerrados, pero pude oír un fuerte suspiro por su parte.

-Edward- le llamé- mírame.

Dudó unos instantes, pero luego poco a poco fue relajando su cuerpo y abriendo los ojos en silencio. Su nueva mirada amarilla me observó con melancolía.

-No te dejaré- murmuré- no sé qué está pasando, y sé que no me lo quieres decir, pero no me importa, siempre estaré a tu lado.

Edward intentó hacer una sonrisa, pero se notaba que no tenía fuerzas emocionales para hacerlo, y terminó siendo una débil mueca de tristeza. Me acerqué despacio nuevamente hacia él y enrosqué mis brazos alrededor de su cuello para poder abrazarlo. Su cuerpo estaba frío, demasiado, pero le resté importancia. Él poco a poco, pasó sus brazos alrededor de mi cintura.

-Te amo- dijo al fin- más de lo que crees.

Mis ojos comenzaron a arder, y luego la vista se me nubló. Noté las lágrimas cálidas descender por ambas mejillas.

-No llores- susurró e hizo más fuerte su agarre- por favor, no soporto verte así, tan frágil, tan tú. Quiero que seas feliz Bells, es lo único que quiero.

-Tú me haces feliz- dije con la voz ronca debido al llanto.

-¿Esto es lo que quieres?- inquirió él- ¿El sexo es lo único que puede hacerte sentir bien?.

-No es tan así- dije por lo bajo- creo que… al fin hablaremos de eso.

-¿Hablar de qué?. Bella, me exasperas- dijo al tiempo que se levantaba de la cama y comenzaba a tirar de sus cabellos nerviosamente- dime qué quieres, dime qué pasó. Ya no sé qué hacer, no es lo mismo. 

-No necesito sexo, sólo necesito de ti. Qué cierta persona me haya enseñado otra manera de demostrar los sentimientos, no significa que no los tenga. Ya lo sabes, ya te lo dije. Te amo, te necesito, y eso te incluye en cuerpo y alma- dije al fin.

Sentí un enorme peso salirse de encima, era la primera vez que hablaba sinceramente lo que Jacob había hecho conmigo, y no me refería a las situaciones carnales, sino al vacío que terminó creando en mi interior.

-¿Estás hablando de Jacob?- bufó.

-Ya lo sabes- me encogí de hombros- pero no sabes toda la historia.

-Créeme, sé más de lo que piensas.

-¿También sabes qué me he sentido vacía por dentro desde que lo conocí?, ¿O que él me usaba sólo para tener sexo cuándo no tenia con quién descargarse?.

Edward se puso tenso al instante.

-Yo no soy Jacob- siseo- yo quiero tu felicidad, no tu cuerpo.

-Ya lo sé- me levanté de la cama a trompicones y me acerqué hasta él para tocar su mejilla- no es eso a lo qué me refiero. Pero quiero que entiendas porqué a veces necesito tu contacto físico. ¿Me explico?. No sé si necesariamente soy una adicta sexual con todas las letras, porqué comencé a aborrecer cualquier contacto físico luego de un tiempo con Jake, pero… cuándo te conocí- dije por lo bajo y mis mejillas se encendieron- cuándo estuve contigo, nuestro primer beso, la primera vez que me hiciste el amor sentí que volvía a ser yo, que podía ser yo misma. Desde que te conozco me siento así, Edward. Te amo.

Me miró unos segundos y luego alzó la vista al techo, sopesando las posibilidades.

-¿Qué pasa si te dijera que yo soy un monstruo, un monstruo aterrador?- dijo en un susurro, conteniendo la respiración.

-Tú no me das miedo, y sé que no lo eres. Te conozco lo suficiente- dije sin siquiera pensarlo, no había nada qué pensar, él era una buena persona.

Edward volvió a mirarme nuevamente con los ojos melancólicos. Se acercó a mí y me tomó en brazos, nuestras narices estaban una frente a la otra. Yo miraba sus labios, pero podía sentir su mirada observándome detenidamente.

-Vamos a hacer esto a mi manera- murmuró y luego sus labios atraparon los míos.

Noté que intentaba ser cuidadoso, muy despacio tomaba sus labios junto a los míos, pero aún así noté el intento de autocontrol y dureza que ejercía sobre él mismo. Mordí su labio inferior y él gruño, luego nuestras lenguas se unieron.

Comencé a respirar entrecortadamente, mientras mis manos se deslizaban por su pecho, pero él fue más rápido, demasiado diría yo, y tomó mis muñecas. Me tiró sobre la cama, estaba debajo de él. Edward colocó mis brazos detrás de mi espalda.

-¿Desde cuándo te gusta rudo?- ronronee juguetona.

-Créeme, esto no es rudo- dijo con la voz grave sin apartar sus labios de los míos.

Pude notar su erección rozando mi entrepierna, y solté un gemido involuntario. Los besos de Edward me aturdían. Dejó de morder mi labio inferior, para lamer mi cuello.

-Tu sangre me va a volver loco- susurró tan bajo qué apenas logré escucharlo, pero no comprendí sus palabras.

Sus manos comenzaron a sacarme la ropa con agilidad, comenzando por la camiseta y terminando en mis vaqueros.

-¿Hoy no habrá juegos de precalentamiento?- inquirí.

Él negó con la cabeza mientras desabrochaba rápidamente sus vaqueros. M… esto era inusual en nosotros, sólo un polvo y ya. Me pregunté que tanto habrían cambiado las cosas.

Las duras manos de Edward volvieron a tomar mis manos y las dejó por encima de mi cabeza.
Sentí un cosquilleo en estas luego de estar tanto tiempo en una misma posición. El tacto de Edward me daba calor, mucho calor, pese a que él estaba helado. Sus dedos comenzaron suavemente a pasar de mi estómago a mi ropa interior, para terminar de desnudarme.

Luego de unos segundos, dejé de mirar al techo para observar a Edward, que observaba mi rostro a cada momento.

-¿Qué pasa?- dije con la voz ronca debido a la excitación.

-¿Estás bien?- preguntó preocupado.

Le sonreí para infundirle ánimos, estaba más qué bien. ¿Hace cuánto tiempo no sentía sus abrazos? ¿Sus besos? O mejor aún, hace cuánto no lo tenía encima de mí. Él no podía ni imaginarse lo feliz que me hacía, porqué aunque jamás lo dijera, Edward me completaba, su alma pura me hacía ser quién soy, me volvía al lado racional, al lado bueno.

Apoyó su cabeza contra el hueco de mi hombro, y poco a poco sentí como me penetraba. Ahogué un gemido, entre el placer y el dolor. Esta vez todo era más duro, más fuerte.Edward intentaba ser lo más delicado posible, pero sus manos apretaban con fuera mis muñecas, y su cuerpo se movía con demasiada rapidez sobre el mío.

Estaba intentando disfrutar lo máximo posible su cercanía, pero la cabeza me daba vueltas.
Por unos momentos me sentí frágil, e indefensa, pero luego recordé que estaba junto a la persona que amaba. Unos cuántos minutos después, ambos caímos en la rendición del orgasmo. Yo jadeaba sin cesar, mientras Edward estaba quieto como una roca sobre mí, pero sosteniendo su propio peso para que yo no tener que lidiar con eso.

-¿Estás bien?- preguntó nuevamente.

-Bueno, eso ha sido de lo más… raro e intenso que he vivido- dije con franqueza.

-¿Soportable?.

-Demasiado soportable- le sonreí- ¿Sabes? Hace un rato estaba pensando en todo lo que últimamente me decías, y me di cuenta de algo.

Edward me miró con los ojos muy abiertos, como si estuviera muerto de miedo por algo que yo haya adivinado. Le acaricié la mejilla para que se relajara, y lo hizo.

-No te preocupes- le dije- sólo me he dado cuenta que me estás diciendo que ahora eres peligroso porqué has cambiado.

-Mierda, Bella, tú y tu sexto sentido- dijo algo molesto mientras le besaba la punta de la nariz.

-Será más fácil si me cuentas el resto de la historia.

-Ya sabes que no va a suceder.

-Ya sabes qué lo voy a averiguar.

-Estoy seguro de ello- dijo bruscamente y se levantó con una rapidez inhumana.

Bella se quedó boquiabierta observando cómo se vestía.

-Lo siento, no quería ser grosero contigo- dijo un poco más calmo.

-Sigues siendo tú, ¿No?- dijo Bella sin pensar- quiero decir…

-Creí que querías adivinarlo- dijo seriamente.

-Ya tengo varias ideas en mente.

Edward se giró sobre sí mismo y me observó con detenimiento.

-No te he visto comer en días, dices que no puedes estar cerca de mí. Eres realmente un cubo de hielo, pero no te ofendas, un cubo de hielo muy sexy- él se tensó- acabo de verte cruzar la habitación en una milésima de segundo, tus ojos han cambiado de color, estás más pálido y casi me arrancas las muñecas hace 20 minutos. ¿Quieres que siga enumerando?.

-¿A qué conclusión has llegado?.

-Muero de curiosidad, todavía no tengo nada. Pero ya te dije que sea lo que sea no me importa- me encogí de hombros y me levanté completamente desnuda de la cama- yo te quiero a ti, no lo que seas o lo que hagas.

-¿Y si te dijera que tu vida corre peligro cada segundo que pasas junto a mí?- inquirió bastante serio.

El ambiente se tensó, de repente, lo llegué a comprender. Él sí era peligroso, demasiado. Cada segundo podría costarme la vida.

-Al menos he disfrutado cada minuto contigo.

-No puedes pensar así, podría matarte.

-No lo has hecho. De hecho, me has dejado con un dolor de cuerpo terrible, y no por querer acabar conmigo en un cementerio.

Él se estremeció, pero no dijo nada.

Se agachó, tomó las prendas de Bella y se las tiró a la cara.

-Cámbiate- ordenó.

Me acerqué suavemente hacia él, estiré mis piernas y le dio un beso fugaz.

-Esto no terminará así- le sonreí.