Cap 21: Sexualmente Activos

Los secretos no se revelan, se seducen

Jacob me miró con el ceño fruncido.

-Ustedes no hablarán solos- nos criticó él.

-Esto no es asunto tuyo- le dijo Edward molesto.

-Ya cállense- murmuré- Jake, vete de aquí. Este no es asunto tuyo
.
-Exacto- afirmó Edward- esto no es asunto tuyo cachorrito.

¿Cachorrito?.

Las bromas pesadas entre ellos eran inentendibles.

Jacob reformó su ceño fruncido.

-No me hagas volver a golpearte- le amenazó.

-No- le atajé- no lo harás, vete.

Él me miró nuevamente y decidió irse.

-Estaré por aquí cerca- anunció mientras yo le restaba importancia.

Cuándo lo vi desvanecerse, me di media vuelta para enfrentar a Edward.

-Bien- comencé- ¿Qué tienes que decirme?.

-¿Qué quieres saber?- me contestó con otra pregunta.

-No te hagas el desentendido Edward, sabes que los escuché allí afuera. ¿Porqué discutían?.

-Jacob está celoso, eso es todo.

-¿Y cómo puede estarlo si me ignoras y él lo sabe bien?.

Edward frunció los labios, haciéndolos una línea fina.

Sabía que estaba en lo correcto.

-¿Porqué me ignoras?- susurré mientras miraba al suelo- ¿Acaso ya no me quieres?.

No me había dado cuenta que habíamos comenzado a caminar, y terminamos al lado de su Coche hasta que él se apoyó contra él.

-No es eso Bella- murmuró con la voz cargada de tristeza- es que no es conveniente para ti.
-¿Cómo que no?- inquirí- tú me haces feliz.

Suspiró frustrado.

-No sabes las cosas que oculto y tampoco puedo contártelas, pero cuánto quisiera. Sólo sé que yo también te quiero, más que a nada.

Eso sólo hizo que mi confusión aumentara.

-¿Eso tiene que ver con la discusión entre Jacob y tú?- elevé la vista y vi en sus ojos que había acertado- ¿Porqué le dijiste que yo no soy su asunto y que ‘’es asunto de ustedes ahora’’?- hice comillas en el aire.

Noté que no soltaría ni una palabra.

-¿No me lo dirás, cierto?- nuevamente adiviné- seguiré esperando por ti- le afirmé.

Se acercó a mí, despacio y sigiloso, cómo si temiera que me asustara de él y me abrazó con delicadeza.

-Eres una chica inteligente, sé que no tendré que decirte nada. Tarde o temprano le darás vueltas al asunto y te darás cuenta de todo, quisiera contártelo, me muero por decírtelo; pero temo perderte.

-Nunca me perderás, aunque me ocultes cosas. Sé que lo haces para protegerme- afirmé mi abrazo.
Con uno de sus finos dedos, tomó mi mentón y me obligó a mirarlo.

Mis ojos se abrieron cómo platos al notar una gran diferencia en él.

Desde que lo conocí había tenido ojos verdes, y ahora sus ojos eran negros cómo la mismísima noche.
También tenía unas ojeras grises debajo de sus ojos.

-Supongo que tus secretos tienen que ver con que tienes lentillas- murmuré- y que tienes unas ojeras bastante notables- elevé mi mano y acaricié la zona de debajo de los ojos, él cerró los ojos ante el contacto- ¿No estarás usando drogas o algo así, no?.

No contestó, pero me dio una negativa moviendo su cabeza de un lado hacia otro.

-Entonces supongo que prefiero cualquier otra cosa a que uses drogas- le dije.

Abrió sus ojos, ahora un poco torturados.

-No lo digas, sino sabes realmente de que se trata.

-¿Tan malo puede ser?- dije mientras comenzaba a tocar suavemente su mejilla, noté cómo su mandíbula se tensaba- no lo creo.

-Ya te dije que no puedes decir si está bien o no sino sabes de qué va la cosa- me repitió Edward.

-Lo averiguaré por mis propios medios- insistí.

-Sé que será así- coincidió.

Lo miré nuevamente.

Detecté una tristeza en su mirada, cómo si le deprimiera su secreto.

Acerqué despacio mi rostro contra el suyo, para poder besarlo; cuándo notó mis intenciones, se tensó nuevamente y se alejó.

-¿Y tu secreto me impide besarme, o qué?- dije algo molesta- te extraño- le dije con una mueca- digamos que tus rechazos no me han sentado de lo mejor.

-Lo lamento- siseó y volvió a mirarme, ahora un poco más calmado- ya te dije que es lo mejor.
Me entristecí en un instante.

¿Qué era aquél secreto, que le impedía verme; hablarme, mirarme; o cualquier otra cosa, cómo un simple beso?.

Instantáneamente al ver cómo intentaba no llorar, se acercó a mí y me abrazó nuevamente.
Apoyé mi cabeza en su pecho.

Nuevamente suspiró.

-No sé qué hacer contigo- murmuró más para sí mismo que para mí.

Volví a encontrarme con su mirada.

Dudó unos instantes, pero rápidamente se acercó y rozó sus labios con los míos.

Me tomó por la cintura, se giró sobre sí mismo y quedé entre el Volvo y él.

No fue un beso dulce, más bien fue uno por obligación.

Sentí sus labios, ahora fríos, succionar mi labio inferior.

Un jadeo salió de mi boca cuándo comenzó a pasar su gélida lengua, áspera cómo la de un gato, por mi garganta.

Mi corazón comenzó a hacer cosquillas, y a pesar de que sabía que no íbamos a pasar de eso, no pude evitar ilusionarme.

Mis manos descendieron de su pecho hasta llegar su miembro.

Un gruñido inconfundible salió de lo profundo de su garganta, parecía que se iba a desgarrar ante tal gruñido.

Me aturdí por un momento, pero luego sentí sus manos, ahora más fuertes que nunca, tomar las mías y sacarlas lejos del alcance de su bragueta.

-Lo siento- murmuré totalmente avergonzada mientras el calor se expandía por mis mejillas- no debí hacer eso.

Comenzó a respirar profundamente, intentando controlarse.

-¿Seguro que… no quieres?- pregunté un poco confusa.

-No es que no quiera, es que no puedo- murmuró molesto- igualmente estamos en medio del aparcamiento del instituto. No vuelvas a hacer eso, por favor- dijo algo brusco.

-De acuerdo- dije aún agitada por la situación.

-Yo… debo irme- murmuró tan rápidamente que se me hizo casi imposible entenderle, tuve que prestar atención.

-¿No irás a clases?.

-Tengo otras cosas que hacer, además; dicen que es bueno faltar a clases de vez en cuándo. Te veré luego Bella.

Me moví ya que estaba sobre la puerta de conductor de su coche, me alejé unos pasos.

Él entró, encendió el coche y antes de irse a toda velocidad, me miró de refilón.

No sé porqué, pero me sentí impotente al verlo marchar.

Me sentí un poco irritada cuándo recordé que tendría que volver a clases.

Tomé mi mochila que se encontraba en el piso y comencé a caminar nuevamente al interior del edificio.