Cap 12: Futura Señora Cullen

Por DiarioTwilight   Publicado a las  8:24 p. m.   2 comentarios


Capítulo 12: Recuerdos

BELLA POV

Llevaba despierta un buen rato, y aunque no sabía con exactitud la hora, tenía la sensación de que era bastante tarde, ya que me sentía descansada por lo que debía haber dormido más de 7 horas, y teniendo en cuenta que el "poco" tiempo que habíamos planeado quedarnos con los chicos en el Pub se había alargado hasta las 5 de la mañana, ahora debían ser pasadas las 12 p.m.

Me encontraba muy a gustito en los cálidos brazos de Edward, el cual aun seguía durmiendo plácidamente, ya que a pesar de no poder verle la cara, pues nos encontrábamos acostados de lado, a la vez que sus fuertes brazos me envolvían en un posesivo abrazo mientras que una de sus manos estaba situada en mi abdomen bajo la fina tela de la parte de arriba de mi pijama, si que podía sentía su lenta respiración chocar con mi nuca, a la vez que su pecho desnudo, el cual se encontraba pegado a mi espalda subía y bajaba pausadamente con cada respiración.

Anoche lo habíamos pasado muy bien con los chicos, a pesar de que Rose y Emmett se fueron algo temprano, ya que Rosalie tenía que descansar, los demás nos quedamos todos charlando y bailando hasta muy tarde y hasta que nuestros cuerpos empezaron a encontrarse cansados y con sueño.

Edward y yo llegamos a casa verdaderamente agotados, tanto así que ambos cuando entramos en el dormitorio corrimos literalmente hacia la cama ya que yo estaba muerta, pues llevar tacones durante tantas horas me había pasado factura y me había dejado exhausta, y Edward paso gran parte del tiempo en la pista de baile conmigo por lo que también podría decirse que se lanzó a darle besos a la almohada en cuanto la vio.

No aguanté mucho tiempo más en la cama, puesto que me entraron una ganas enorme de ir al baño y hacer pis, por lo que muy cuidadosamente, y para que Edward no se despertara, intenté liberar mi cuerpo de entre sus brazos, para después deslizarme, para mi sorpresa, hábilmente sobre la cama hasta ponerme en pie, y poder salir corriendo, aunque sin hacer ruido, al baño personal del dormitorio, donde pude hacer pis tranquilamente.

Cuando me levanté del inodoro, me lavé la cara para despejarme un poco, ya que estaba completamente segura de que no me volvería a dormir sin embargo sentía que estaba un poco grogui.

Luego de salir del baño, me quedé mirando al hermoso y apuesto hombre que se encontraba durmiendo en la gran cama situada en el centro del dormitorio y sonreí embobada al ver su postura.

Él se encontraba totalmente destapado ya que las finas sabanas blancas estaban enredadas en sus pies, permitiéndome de esta manera ver su perfecto cuerpo prácticamente desnudo debido a que solamente se encontraba con unos bóxers pues anoche había alegado que hacía mucho calor como para dormir con ropa, e incluso trato de convencerme de que yo debía dormir también en ropa interior, o incluso mejor, desnuda. Pero yo me había negado pues si ya era bastante difícil para mí contenerme viéndolo a él así, estaba más que segura que si yo me quitaba algo de ropa, no nos podríamos reprimir, y ambos estábamos demasiado cansados y sin fuerzas, por lo que no sariá nada agradable que uno de los dos se quedara durmiendo dejando al otro con un calentón de miedo.

Al parecer mientras yo había estado en el baño, mi novio me había reemplazado fácilmente ya que inconscientemente, supongo, se había abrazado a la almohada fuertemente, mientras que había enterrado su cabeza en ella.

Jolines, era guapo hasta cuando dormía...

Observé que la parte de su cara que quedaba visible ante mis ojos reflejaba absoluta tranquilidad y que las marcadas facciones de su rostro se encontraban totalmente relajadas a la vez que su pelo se encontraba plenamente alborotado. Como siempre.Amaba su cabello.

Se veía realmente adorable, en ese momento me entraron unas ganas terribles de tirarme encima de él y empezar a comérmelo a besos, pero me las guardé ya que prefería que descansara, ya después tendría tiempo de saciar mis ganas de él…

Miré el reloj que había en la mesita junto a la cama, el cual marcaba las 12:30 p.m. por lo que decidí ir un rato a la sala de estar hasta que fuera un poquito más tarde para así poder preparar la comida; No me moleste en vestirme, ya lo haría después de comer, por lo que salí del dormitorio con la camiseta y los pequeños shorts que usaba como pijama y con los cuales había dormido.

Cuando entré a la sala de estar, la cual era absolutamente fantástica ya que además de ser una de las habitaciones más grandes de todo el departamento, era una habitación muy innovadora que además estaba iluminada por la luz del sol durante casi todo el día ya que poseía grandes ventanales de cristal en tres de las cuatro blancas paredes permitiendo también de esta forma observar la gran y fulgente belleza de la ciudad de Chicago.

El suelo, el cual contrastaba absolutamente con las paredes, era de color negro dando así un toque elegante y distinguido a la vez a la moderna sala de estar, sobre él había una gran alfombra de pelo de animal sintético color beige oscuro, el cual combinaba muy bien con los amplios sillones y un sofá color blanco que había alrededor de esta.

En frente del sofá más grande, el cual era uno de esos sofás enormes en los que uno de sus extremos se extendía hacia el exterior sobresaliendo excesivamente en comparación al otro extremo (*), —y que fácilmente podría pasar por una cama bastante cómoda— se encontraba un moderno mueble blanco, cuyos cajones y algunas estanterías eran negras, en el que se encontraba una gran televisión de plasma, la cual poseía en su parte baja y apoyado sobre el estante un Home Cinema color negro al igual que la televisión de plasma.

Prácticamente todo era color negro y blanco, incluso los numerosos marcos de las fotografías, de las cuales la mayoría eran de Edward y mías (FP), que había sobre el esplendido mueble donde se situaba la televisión, eran negros. Me di cuenta de las muchas fotografías que había ya de nosotros dentro de estas cuatro paredes, Edward antes ya tenía muchas pero ahora, junto con las que yo había traído de mi piso, ¡esto parecía una autentica galería fotográfica! Bueno quizás yo exageraba un poco, pero en verdad había muchas fotografías.

En el centro del salón (FP), sobre la gran alfombra y entre el sofá y los sillones había una pequeña mesita cuadrada de cristal sobre la cual se encontraba el ordenador portátil de Edward, un manojo de llaves y unas partituras, las cuales supuse que serían del hermoso piano negro de cola (FP) que se encontraba en una de las esquinas de la sala de estar junto a un gran ventanal, porque si, Edward tocaba el piano, y lo hacía como todo un profesional.

Tocaba el piano como los dioses, aunque claro ¿qué no se le daba bien a él? Si era prácticamente perfecto en todos los aspectos. Tomé las partituras entre mis manos y me dirigí hacia donde se encontraba el piano para después colocarlas sobre el atril (*) el cual me quede observando fijamente, siempre me había gustado escuchar a Edward tocar, me relajaba muchísimo el sonido que emitía tan majestuoso instrumento como lo es el piano, aún recuerdo la sorpresa que me llevé el día en el que Edward me compuso esa hermosa nana de cuna, mi nana, la que nunca me cansaría de escuchar.

Inicio flash Back

Ayer, Edward y yo habíamos cumplido un mes de relación, y sin duda había sido el mes más feliz de mi vida, nos habíamos vuelto increíblemente unidos, prácticamente inseparables, Emmett se burlaba diciendo que éramos muy pegajosos.

Y la verdad creo que tenía razón. Era perfecto.

Estaba viviendo el hermoso principio de una relación, donde cada pequeño mensaje te hace saltar de emoción, donde cada tonta palabra te hace reír, y donde cada pequeño roce te enciende y te quema como el fuego más abrasador de todos.

Aprovechábamos al máximo cada minuto que pasábamos juntos, todo era tan bonito que temía que nuestra felicidad terminara en cualquier momento, aunque esa idea se iba fácilmente de mi cabeza cuando Edward me decía cada noche cuanto me amaba, me llenaba de besos o me susurraba lo mucho que me había echado de menos a lo largo del día.

¡Jamás antes habría imaginado lo tierno y amoroso que Edward podía ser! Aunque según él, nunca lo fue y aseguraba que yo era la que sacaba ese lado dulce de él.

Con eso, junto con otras cosas, cada vez me convencía más de que esta relación sería, con el tiempo, demasiado fuerte para ser destruida por alguien, o algo. A veces el nombre de Tanya surcaba mi cabeza, pero lograba deshacerme de él con rapidez porque la verdad es que en este preciso momento ella no me preocupaba en lo más mínimo y menos aún después de recibir la noticia de que hace unas semanas se había largado a Australia. Misteriosamente había decidido regresar a su ciudad natal con sus padres, no obstante yo estaba más que convencida de que su regreso a Australia tenía mucho que ver con el lío que se había montado en la universidad hace algunas semanas.

Ya que poco después de que todo el mundo supiera que Edward y yo estábamos juntos—cosa que no fue sorpresa para nadie, ¿tan previsibles éramos?—la "joyita" de Tanya había comenzado a salir con un chico que estaba en un año más avanzado que ella en la universidad pero al parecer la muy zorra—porque eso era, una jodida zorra calienta pollas—lo había engañado a los pocos días con el novio de su "mejor" amiga Irina.

¿Si traicionaba así a sus "amigas" cómo trataría a sus enemigos? Ella era una mujer muy dañina.

Cuando la bomba estalló—Tanya era tan inteligente que se lo follaba en las duchas del gimnasio—ambos chicos (tanto el novio de Tanya como Irina) se cabrearon muchísimo con ella, además de que Irina casi le arranca los pelos. Hubo muchos problemas debido a ese incidente, muchas de sus "amigas" le dieron la espalada a Tanya, su novio engañado la acusó de ser una grandísima zorra frente a toda la facultad e Irina dejó de hablarle.

Todo esto abrumó a Tanya, que acostumbrada a ser el centro del planeta y la diosa a la que todos los chicos querían tener en su cama, se vio sola así que ella prácticamente salió huyendo de Chicago con la excusa de que llevaba mucho tiempo sin ver a sus padres, pues ella vino a estudiar a Chicago sola, pero en realidad todos sabían que solo fue una excusa para que sus padres dejaran de controlarla y ella pudiera gastar a sus anchas todo el dinero que su padre le proporcionaba. No solo era una mala persona sino que además era una estúpida niña rica caprichosa, por eso no me tragaba eso de que se sentía "mala hija" y debía pedir un traslado a la universidad de Australia para pasar más tiempo con sus padres.

En realidad nadie lo creyó y a mí, ciertamente, no me disgustaba en absoluto la idea de no encontrármela durante un buen tiempo. Además yo me había quedado muy satisfecha y desahogada pues la última vez que ella y yo nos vimos, pocos días antes de marcharse, Tanya, como de costumbre, intento joderme un poco la existencia, pero yo no me quede callada y me desahogue completamente dejándola sin palabras, joder, es que estaba hasta el mismísimo coño de que intentara amargarme, y ¡ mierda!, si Edward solo la veía como lo que es, el putón poligonero de la universidad, pues ¡que se joda!

Ella sola se había ganado ese papel, y además haciendo mucho daño.

Un sonido muy dulce y agradable me sacó de mis pensamientos, el sonido provenía, si no me equivocaba del salón, cosa que me extrañó ya que Edward me había dicho, si no recuerdo mal ya que estaba semiinconsciente, que iría a por el desayuno, pero que podía seguir durmiendo un rato más mientras él lo preparaba, cosa que había hecho ya que sentía que mis parpados se cerraban involuntariamente por lo que hace un rato se había puesto solamente los pantalones grises de su pijama dejando su torso desnudo y se había dirigido a la cocina dejándome a mi solita y desnuda en su cama, tapada solamente con las suaves mantas de esta, ya que anoche habíamos hecho el amor una vez más…

La verdad creo que en este último mes había echado más polvos que en toda mi vida.

Luego de que estuve algo más despierta me deslicé de entre las sabanas para salir de la cama y así poder enrollar una de las mantas blancas alrededor de mi cuerpo para después salir del dormitorio y dirigirme a la sala de estar donde me encontré a Edward ¿tocando el piano?

Nunca lo había escuchado tocar el piano, y la verdad es que ahora que lo estaba haciendo estaba muy asombrada pues lo hacía genial, es como si lo hubiera tocado toda su vida.

-Buenos días hermosa-me saludó sonriéndome

-anoche estuviste algo salvaje, tengo la espalda algo colorada, ¿tú sabes a que se puede deber?-dijo alzando una ceja a la vez que mostraba una de sus calientes y sexys que mojó mis bragas.

-Buenos días-fue lo primero que atiné a decir sintiendo como el calor subía a mis mejillas pues los recuerdos de la noche anterior se agolparon en mi cabeza y la verdad creo que anoche me pase un pelín abrazándolo, y clavándole las uñas en la espalda pero es que antes semejantes orgasmo me era imposible contenerme.

¡La manera en la que hacía que me corriera ni si quiera era normal! Maldita sea, me estaba poniendo caliente de nuevo por su culpa.

-Lo siento, ¿te duele o algo?-murmuré comenzando a preocupárteme a la vez que caminaba descalza hacia él.

De verdad Bella, eres una bruta. Aprende a controlarte.

-No, para nada, además a mi me encanta que me dejes marcado-aseguró mirándome atrevidamente-estoy feliz de tener una gatita traviesa y salvaje en casa-dijo esto riendo fuertemente al ver como el color de mis mejillas seguía cambiando radicalmente a un rojo más intenso.

-¿Qué haces tocando el piano?-cambié de tema ya que hoy tenía todas las de perder.

Al menos si él me hubiese dejado algún chupetón que otro, como había hecho en otras ocasiones, tendría con que defenderme pero hoy no era mi día de suerte.

-Me gusta tocar el piano-dijo encogiéndose de hombros mientras seguía tocando sin desconcentrarse ni un segundo.- Y me apetecía darte los buenos días con una bonita melodía.

-No sabía que tocaras el piano ¿desde cuándo lo haces?-pregunté pensativamente mientras observaba como sus dedos se deslizaban ágil y habilidosamente sobre las teclas, quizás había aprendido hace poco, aunque por cómo se movían sus dedos parecía como si lo hiciera desde hace bastantes años.

- Desde que tenía 7 años-respondió tranquilamente y yo me asombré tanto que mi mandíbula debió de tocar el suelo, ¿por qué nunca supe esto?

- Mi padre se empeñó en que tocara algún instrumento, por lo que mi madre me apunto a clases de piano ya que en casa había un piano, el cual perteneció a mi abuelo materno por eso mamá también estaba ilusionada con la idea-me explicó mientras seguía tocando.

Me quedé pensando, y eso era cierto, en casa de los Cullen había un bonito piano de cola muy parecido a este, con la ligera diferencia de que el que había en la mansión Cullen tenía pequeños detalles dorados en los costados del piano. Parecía ser antiguo y tener gran valor sentimental para la familia.

- La verdad es que al principio no me gustó nada la idea –frunció los labios de forma graciosa- yo soñaba con tocar la guitarra en realidad pero con el paso de los años el sonido de esta hermosura-apuntó refiriéndose al piano-me conquistó completamente.

-Vaya, nunca me lo hubiera imaginado-dije todavía sorprendida y con la boca abierta. Debía de parecer idiota.

-¿Para qué creías entonces que tenía un piano en la sala de estar? Porque si que lo habías visto en anteriores ocasiones-afirmó sonriendo, y era verdad yo lo había visto muchas veces, pero nunca había caído en algo tan lógico como lo era el hecho de que si tenía un piano en su departamento era porque lo tocaba.

-Siempre es atractivo tener un piano en el salón de casa, da un toque distinguido, por eso pensé que lo tenías, pero nunca me paré a razonar en que quizá lo tocaras-dije un poco avergonzada por mi ignorancia

-¿Por qué no me lo habías dicho nunca?-pregunté curiosa

-Tú nunca me lo habías preguntado- contestó encogiéndose de hombros-pensé que no era importante…

Tú novio toca un grandioso y bello instrumento, pero él piensa que no es importante. Oh claro.

Y yo veo un gran y elegante instrumento de música en su sala de estar cada día y pienso que lo tiene por ¿decoración? ¡Ay, Bella!

-Carlisle y Esme me lo regalaron cuando me compré el departamento, ha sido uno de los mejores regalos de mi vida, y uno de los más apreciados sin duda-sonrió con cariño al recordar, probablemente, cuando sus padres le regalaron este instrumento.

-¿Incluso más que tu coche?-bromeé sabiendo que amaba su coche.

-Oh, no me hagas elegir-rió-pero creo que el piano es más importante que mi coche.

Eso me sorprendió y me llevó a pensar que en verdad el piano que tenía ante mis ojos no solo era hermoso sino que tenía un gran valor para Edward.

Edward, ni ningún hombre en realidad, pondría a su coche en segundo lugar así porque sí. ¿Debía sentirme celosa de su carro? ¿Y de su piano?

Me reí internamente, ¡diablos! Me temo que aún estaba algo adormecida.

-Quiero que escuches algo-me dijo mientras la melodía que estaba tocando se transformaba fluidamente en otra totalmente diferente.

Yo no entendía mucho de música pero me agradaba lo que escuchaba, era una canción lenta, bonita, que reflejaba sentimientos puros, realmente quien la hubiera compuesto debía de haber sido todo un maestro, quizá fuera de Mozart o Beethoven. Sabía que ellos eran grandes músicos y seguro que una melodía así solo podía provenir de personas tan dotadas y magnificas como ellos.

Me dejé envolver por las bonitas notas musicales hasta que la canción terminó lentamente y acabó por fundirse con el silencio de la habitación

-¿Qué te parece?-indagó sonriendo Edward a la vez que alzaba sus manos y rodeaba mi cintura, la cual se encontraba a escasos centímetros de su cuerpo, de tal manera que me sentó sobre sus piernas con suavidad cuando aún él se encontraba sentado en el banquillo negro del piano.

-¿te gusta?

-Sí, es realmente bonita-dije disfrutando de la sensación de su cercanía cuando sus brazos envolvieron mi cintura y pegaron mi espalda a su pecho para después darme un besito en la cabeza donde seguramente mi pelo se encontraba totalmente alborotado y enredado.

Ahora maldecía por no haberme peinado antes de venir al salón.

-Se llama Bella´s Lullaby-me sorprendió que llevara mi nombre, quizá la compuso un italiano, ya que mi nombre era un nombre muy común en Italia- y comencé a componerla después de la primera noche que pasaste entre mis brazos-me quedé en shock.

¿Componerla? ¿Acababa de decir que la compuso?

-¿Tú has compuesto esta canción?-balbuceé volteando mi rostro de tal manera que quedara frente al suyo, en el cual había aparecido una gran sonrisa, el asintió en respuesta a mi pregunta.

-¿Lo dices en serio?-volvió a asentir, y yo me sentí muy feliz y halagada-

-¿Me estás queriendo decir que me has escrito una canción?-dije atónita, él volvió a asentir sonriendo.

OH. DIOS. MÍO. ¡Él me había escrito una canción! ¡Había compuesto una hermosa melodía para mí! ¡Y le había puesto mi nombre!

Esto era tan jodidamente dulce y romántico.

-El día en el que me perdonaste, me sentía tan feliz que cuando llegué a casa y vi el piano me entraron unas ganas irrefrenables de tocar, de componer, de transmitir lo que sentía y reflejarlo en la música, tú fuiste mi inspiración, mi musa-me explicó con calidez- sin duda esta es la mejor canción que he compuesto-manifestó orgulloso.

¿Él había compuesto más obras de arte como esta? ¡Dios, gracias! Debo haber sido muy buena en alguna otra vida para merecer a un hombre come este. Era perfecto, endemoniadamente perfecto.

-Edward-su nombre salió junto con un suspiro de sus labios

-estoy sin palabras-admití impresionada- ha sido toda una sorpresa saber que tocabas el piano, pero esto…e-sto –susurré señalando la partitura- es genial, es hermoso, nunca nadie había compuesto una canción para mí -admití finalmente

Y era cierto, era increíble lo que el acaba de regalarme, nunca nadie había hecho esto por mí, ni si quiera lo podía haber imaginado. Era imposible no sentirse amada con un hombre como Edward a mi lado, él me demostraba día a día lo que me quería, y yo trataba— aunque no con cosas tan asombrosas como estas debo admitir— de demostrarle a cada momento lo enamorada que estaba de él.

-Muchísimas gracias, es preciosa, me ha encantado-dije dándole un casto beso en los labios, que él me devolvió felizmente

-estos pequeños detalles me hacen sentir tan feliz, tan amada, a veces provocas que quiera llorar de la emoción ¡no es justo!-refunfuñé en broma y el soltó una pequeña risa antes de volver a tomar mis labios.

-Sin ti mi vida no tendría sentido Edward, te amo tanto-murmuré cuando nuestras labios se separaron lo suficiente para permitirme hablar.

-Yo también te amo, Bella ahora tú eres mi vida-sentenció antes de unir nuestros labios nuevamente.

¡Oh, dios! Realmente sentía que iba a llorar de la felicidad pues era tan satisfactorio escuchar esas palabras de su boca, jamás me cansaría de escuchar un "te amo" suyo, eso sonaba tan increíble en sus labios. Y lo mejor de todo es que yo estaba segura de que cada una de sus palabras eran ciertas, pero ¿cómo no creerlas ante semejantes demostraciones de amor?

Diablos Edward Cullen, te amo más de lo que he amado alguna vez en mi corta vida. De hecho no creo nunca haber amado de esta forma tan intensa y fuerte, era la primera vez que experimentaba sensaciones tan abrumadoras y maravillosas.

-¿Sabes? Lo de anoche fue genial, fue como un sueño, gracias-dije después de un ratito en el que habíamos estado completamente envueltos en nuestra burbuja de amor.

-¿Te refieres al increíble polvazo que echamos o a la cena romántica?-interrogó sonriendo de una forma que no debería ser legal.

Anoche para celebrar nuestro primer aniversario, se lo había currado un montón, y no, no me había llevado a cenar a un restaurante súper caro—lo cual además yo no hubiera permitido si hubiera sido el caso—ni tampoco me había comprado un collar de diamantes—cosa que me hizo sentir aliviada— no, lo que había hecho había sido enviarme un hermoso ramo de gardenias (esas eran mis flores favoritas) a primera hora de la mañana, el cual había llegado a mi piso justo antes de ir a trabajar y venía acompañado de una nota que decía "gracias por regalarme el mes más bonito de mi vida, nos vemos esta noche a las diez en mi departamento, feliz aniversario, te amo. Edward"

Después, como bien decía la nota, por la noche preparó una deliciosa cena en su departamento en la que había puesto pequeñas velas rojas sobre la mesa, y había comprado Prosecco italiano (*) –que era mi vino preferido –para acompañar al delicioso pollo rustido que él mismo había preparado y que estaba exquisito, para después terminar la noche en su dormitorio con un bol de fresas y otro de chocolate dando lugar así a una noche muy caliente y definitivamente difícil de olvidar.

Él me estaba conociendo bien, sabía que yo no era chica de anillos con enormes piedras ni de cenas costosas en lujosos restaurantes por eso nuestra celebración había sido algo sencillo pero hecho con tanto amor que para mi había sido como el regalo más grande del mundo.

- Me refiero a ti, intentando hacerme feliz con tus simples, románticos y bonitos detalles

-¿Y lo consigo? ¿Crees que soy bueno intentando hacer feliz a la mujer que amo?-preguntó mirándome con sus penetrantes e intensos ojos verdes mientras sus manos acariciaban mi cintura

-¿Acaso lo dudas?, no ves que si no me pongo a saltar de felicidad es porque estoy increíblemente cómoda aquí entre tus brazos-dije respondiendo a su primera pregunta

-Y suponiendo que yo soy la mujer a la que amas, he de decirte cariño que no hay quien te gane en hacerme feliz-dije sonriendo

-Eres la mujer que amo, y siempre lo serás Bella-juró antes de unir nuestros labios, los cuales se fundieron en un ardiente beso, que aprovechó como momento de distracción para quitarme la sabana que envolvía mi cuerpo y que me separaba de la desnudez total, acto que desato nuestros instintos sexuales, el instinto de demostrar al otro todo lo que siente, por lo que Edward me tomó, de tal manera que yo envolví mis piernas en su cintura mientras me agarraba a su cuello a la vez que él se dirigía conmigo tomada de forma apresurada al dormitorio donde nuevamente nos amamos, como siempre lo haríamos porque esto que sentía por él estaba tatuado en mi corazón y jamás se borraría

Fin flash Back

Ese día sería imposible de borrar de mi memoria, en realidad cada momento vivido con él sería imposible de eliminar de mi cabeza.

Me quedé un rato observando las notas que estaban escritas con tinta negra sobre los pentagramas, y pude darme cuenta de que esta melodía era nueva, pues las notas no eran parecidas a las que había visto en otras partituras compuestas por Edward, por lo que estaba segura de no haberla escuchado antes ya que llevaba algunos días sin tocar el piano. Debido a nuestro viaje a California, y a su trabajo Edward no había tenido oportunidad de tocarlo.

Extrañaba que él lo hiciera.

Las partituras no se veían muy complicadas, por lo que me senté en la banqueta, la cual estaba situada en frente de dicho instrumento, y coloqué mis manos sobre las teclas.

Hace un año le había dicho a Edward que me gustaría poder tocar el piano, y él muy caballerosamente se había ofrecido a enseñarme, aunque aún me faltaba mucha practica, si que sabía tocar algunas de sus composiciones más sencillas, pero nunca conseguía terminarlas a pesar de que él nunca dejaba de animarme alegando de que lo hacía realmente bien debido al profesor tan bueno que había tenido, lo que siempre me hacia reír.

Fui un poco más atrevida y toqué las primeras notas, las cuales sornaban bastante bien, y no era para menos pues todas las composiciones de Edward eran realmente buenas, si él hubiese querido podría haberse dedicado a la música porque verdaderamente yo siempre he creído que tiene un talento increíble. No le habría resultado difícil hacerse un pequeño hueco entre los buenos compositores.

Él creía que yo solo pensaba esto porque siempre tenía buenos ojos para él, pero que en realidad no era tan bueno como yo pensaba, sin embargo creo que por esta vez Edward estaba equivocado. Él tocaba el piano y componía de una forma asombrosa.

Toqué algunas notas más y aunque no lo hacía de manera muy fluida sí que se podía distinguir la melodía de la canción, la cual era suave, con acordes largos en repetidas ocasiones. Estaba tan concentrada en no equivocarme en la siguiente nota que no me di cuenta de su presencia.

-Unas clases más y serás toda un profesional-dijo de tal manera que yo me sobresalté al escuchar su voz, por lo que dejé de tocar abruptamente y alcé la cabeza para encontrarme apoyado en el umbral de la puerta al hombre más guapo del planeta, semidesnudo, ya que solo vestía unos bóxers, con los brazos cruzados mientras me mostraba su sexy sonrisa torcida que tan hipnotizada siempre me dejaba, impidiéndome a la vez hablar con coherencia.

-Siento haberte despertado-me disculpé tras unos minutos, después de haberme recuperado de mi lapsus temporal al ver a Edward así.-

-No te preocupes-le restó importancia sonriendo, yo solo me perdí distraída por su marcada mandíbula.

Me gustaba mordérsela.

-Me he despertado poco después de que tú lo hicieras, simplemente he estado dando vueltas en la cama, al parecer mi subconsciente echaba de menos tú cuerpo, la almohada no te sustituye fácilmente ¿sabes?-bromeó acercándose a hasta mí mientras yo me ponía en pie sonriendo por su comentario para después envolver su cintura desnuda con mis brazos.

De esta forma él aprovechó mi cercanía para acorralarme contra uno de los laterales del piano a la vez que dejaba un húmedo beso en mis labios, en ese momento el calor de su cuerpo me envolvió haciéndome sentir completamente en casa.

-Estás calentito-susurré cuando me abrazó, ya que la temperatura de su cuerpo había aumentado ligeramente, lo suficiente para que yo pudiera notarlo.

Se estaba inexplicablemente bien entre sus cálidos brazos.

-¿Estás enfermo?-pregunté comenzando a preocuparme

-¿En pleno verano? Lo dudo preciosa, -dijo riendo, bueno yo también lo dudaba ya que tenía un aspecto fantástico como para estar enfermo

- No te preocupes es totalmente normal cuando te tengo cerca que esté caliente-se rió con picardía y yo pille perfectamente el doble sentido de sus palabras-

- y si a eso le sumas que a Eddie le encanta verte con esos shorts de pijama, pues la verdad es que no sé cómo no se ha incendiando la casa-insinuó acercándose más a mí para que pudiera notar como su gran amigo me estaba dando los buenos días, o mejor dicho las buenas tardes ya.

-Bueno, pues buenos días a los dos-respondí pícaramente también, frotándome contra la entrepierna de me novio, el cual gruñó en respuesta

-¿Cómo has dormido?-pregunté inocentemente dándole la vuelta a la conversación

-Yo genial, y él-dijo echando un rápido vistazo a la erección que se le comenzaba a marcar entre sus piernas- te ha echado de menos.

-¿Y tú no me has echado de menos?-puse un falso puchero

-Bueno, teniendo en cuenta que he dormido abrazado a ti, no me puedo quejar, pero a Eddie Jr. anoche le quitamos su ración de diversión-sonrió sensualmente, y yo entre sus "inocentes insinuaciones" y su amiguito rozando mi sexo me estaba poniendo muy caliente.

-Eso podemos solucionarlo rápidamente-ronroneé mirándolo a través de mis pestañas para después mordisquear levemente su mentón a la vez que situaba mis traviesas manos en el borde de la fina tela de sus bóxers, acto que provocó que se estremeciera lo cual me hizo reír sobre la piel de su mandíbula.

-Sí, creo… q-que… será lo m-mejor-titubeó sin sentido a la vez que me tomaba de las nalgas y me alzaba de tal manera que mis pies dejaron de tocar el suelo para después depositarme encima del piano en el cual quede sentada para después abrir mis piernas permitiendo así que el cuerpo de Edward se colocara entre ellas.

Una vez estuve acomodada sobre el piano enredé mis piernas en torno a su cadera quedando de esta manera mis pies rozando su culo, el cual con ayuda de estos atraje hacia mí de tal forma que su cuerpo quedó más cerca del mío.

No perdí ni un segundo y me lancé a sus labios, los cuales antes de besar febrilmente delineé y relamí sensualmente.

-¿Desesperado?-pregunté sonriendo cuando sus manos rápidamente me quitaron la camiseta gris de mi pijama, para a continuación quitarme los culottes azules con puntitos blancos que conjuntaban con el pijama.

-No sabes cuánto preciosa-contestó con deseo antes de lanzarse literalmente a mi yugular para comenzar a besar en repetidas ocasiones el hueco de mi garganta mientras descendía hasta llegar a mi escote donde con suma facilidad se despojó de mi sujetador, el cual dejó en uno de los extremos del piano, para después concentrarse plenamente en mis pechos, en los que dejó numerosos besitos hasta que se detuvo en un lugar concreto.

-Oh ¡dios!-aparentó cara de horror-

- ¿Quién ha sido el desvergonzado que te ha hecho esto cariño?-dijo fingiendo una molestia que en realidad no sentía ya que sonreía torcidamente al ver el pequeño chupetón que tenía sobre mi pezón izquierdo, el cual él me había dejado ayer por la mañana, cuando decidió "ayudarme" a guardar la ropa en el armario

-Ha sido mi provocativo novio-dije con una coqueta sonrisa mientras el acariciaba la marquita colorada que tenía en mi pecho y de la cual estaba segura que no desaparecería hasta dentro de unos días

-Creo que tú no conoces muy bien- el asintió en respuesta después de regalarme una sonrisa altanera y una mirada arrogante

Capullo encantador.

Volvió a centrar todos sus sentidos en mis pechos, los cuales acunó entre sus manos mientras yo colocaba una de mis manos en su nuca de tal manera que pudiera acercar su cabeza más a mis pechos pues la fricción que causaba era demasiado placentera para rechazarla.

-M-mmmmm.-ronroneé como una gatita cuando su lengua comenzó a hacer círculos alrededor de la aureola de mi pezón, lo que provocaba que mi excitación aumentara cada vez más.

¡Oh, joder! Estaba hecha un flan ¡me temblaban hasta las pierna de gusto!

Sentía la necesidad de gritar ante tantas atenciones que estaba recibiendo por parte de mi novio en cada parte de mi cuerpo y más ahora cuando una de sus manos abandonó mi pecho para dirigirse a mis braguitas de encaje, las cuales se deslizaron como la seda por mi piel cuando Edward me las quitó. Mis pies, para mi sorpresa muy habilidosos, comenzaron a bajar los bóxers de Edward puesto que mis manos no alcanzaron a hacerlo ya que estaban demasiado lejos.

Él al notar lo que me proponía, y al ver que lo único que conseguía era bajarlos solamente un poco, decidió ayudarme por lo que él solito se los bajo dejando en libertad a su gran miembro, el cual se encontraba ya totalmente erecto.

Esto sí que era un gran deleite para mis ojos. Cada vez que veía su pene me convencía más de lo perfecto que era, ¡Umm! Y que cosas tan fabulosas hacía con él.

Su boca fue descendiendo hasta mi abdomen dejando a su paso tiernos besitos hasta llegar a la parte baja de mi ombligo donde se detuvo a dejar besos más húmedos y largos. Sentí como me estremecía de anticipación cuando se acuclilló entre mis piernas y su lengua, de forma sensual y maestral, comenzó a lamer los labios externos de mi centro provocando que gimiera ante tan placentero acto.

-Edward, mm-mmm… c-cariño- gemí con voz ronca echando la cabeza hacia atrás y cerrando los ojos.

Aunque no veía su rostro, estaba más que segura que en este preciso instante sus verdes ojos estaban clavados en mi rostro pues muchas veces me había dicho que le encantaba ver mi cara cuando me daba placer, según él era algo, caliente y excitante.

-¿Te gusta cariño?-preguntó en tono juguetón cuando abrí los ojos.

Oh, ni te imaginas cuanto.

Él seguía lamiendo cada parte de mi sexo, acariciando mi clítoris con su boca, mientras yo mantenía mis brazos apoyados a ambos lados de mi cuerpo sobre el piano puesto que temía que mi cuerpo me jugara una mala pasada ya que en este momento me sentía como si estuviera hecha de gelatina, con cualquier movimiento sería capaz de deshacerme.

Llegó un determinado punto en el que el placer era tanto que comencé a gemir cosas sin sentido.

-¡Ahhh! ¡sí ,cariño!, M-me encanta… ¡Umm!-grité más alto de lo normal cuando comenzó a hacer círculos con su lengua alrededor de mi clítoris mientras que dos de sus dedos comenzaban a acariciar mi entrada

-M-mm… ¡no pares Edward!, s-sigue… ¡A-ah!-

Diablos, lo hacía putamente bien.

Amaba su lengua pero me moría de ganas de que introdujera de una vez por todas sus maravillosos dedos, que tanto placer me proporcionaban, aunque si por mí fuera preferiría que se enterrara en mi cuerpo con otra parte más interesante de su anatomía, pero ¡Ag! a él le encantaba jugar. Y para qué negarlo a mí también.

Comenzó a bombear dentro de mí con fuerza con dos dedos, aunque pronto añadió un tercer dedo, los cuales salían y se adentraban en mí con rapidez mientras su lengua seguía jugando con mi manojo de nervios provocando una sensación inigualable de placer.

Edward tenía unos dedos muy largos. Muy, muy largos. Y sabía demasiado bien como utilizarlos.

Literalmente me estaba matando.

-Mm-mmmm... ¡E-EDWARD! ¡AH-HHHH!-me retorcí cuando su lengua se adentro dentro de mi cuerpo tras haber retirado sus dedos.

Mis paredes comenzaban a apretarse en torno a él puesto que el orgasmo, que no tardaría en llegar, comenzaba a acumularse en mi vientre. Su lengua hacia maravillas dentro de mis pliegues por lo que no aguanté mucho hasta que mi cuerpo se arqueo contra Edward trayendo consigo uno de los mejores orgasmo que él me había dado con su lengua.

-¡DIOS! E-EDWARD, ¡Diablos! ¡SÍ! ¡SÍ! ¡SÍ! ¡SÍ!… ¡CARIÑO!-grité

-Vamos cariño… córrete para mi… -susurró contra intimidad provocándome un ligero cosquilleo justo ahí

¡Iba a explotar!

-Dámelo Bella-demandó con voz posesiva, ¡Ay, no aguanté más!

Segundos después me corrí fuertemente en su boca donde él bebió todos mis jugos de manera muy sensual. Después su boca volvió a apoderarse de la mía, era extraño saborearme a mí misma pero admito que también era algo excitante hacerlo a través de su boca

Demonios que si era excitante, sería capaz de correrme nuevamente solo haber visto a Edward beber mis jugos.

Comenzó a mordisquear mi hombro a la vez su miembro, el cual estaba increíblemente duro, se posicionó en mi entrada rozando mis pliegues suavemente por lo que yo agité mis caderas en busca de un roce más cercano que no pude conseguir ya que el capullo de mi novio se alejó rápidamente provocando que yo frunciera el ceño debido a la frustración por lo que él rio.

-¿Tan pronto vuelves a tener hambre preciosa?-dijo de forma burlona

-Soy insaciable Cullen-lo provoqué- así que deja de hablar de una jodida vez y hazme el amor-exigí

¡Ug! ¿Qué no entendía que me iba a dar un ataque al corazón?

-Pero que mandona es usted futura señora Cullen-se burló de nuevo sonriendo, lo cual se me contagio a mi también ya que yo no pude esconder la sonrisa que se formó en mi rostro ante la manera en la que me había llamado,

Señora Cullen.

Me gustaba como sonaba eso.

-Será mejor no hacerla esperar-dijo mientras acerba su erección a mi centro y comenzaba a rozar mis pliegues.

-¡Edward!-grité desesperada

-¡cariño deja de jugar y hazlo de una vez!-supliqué, y aunque sabía que él tenía las mismas ganas o más que yo, también sabía que solo lo hacía por chicharme ya que siempre le encantaba jugar conmigo en la cama aunque en este caso, en el salón.

-¿Qué quieres que haga cariño?-preguntó maliciosamente

¡Lo iba a matar! Lo fulminé con la mirada por lo que él se carcajeo antes de acercarse a mi oído

-vale, no te enfades preciosa-susurró remolón a la vez que sentía como se enterraba lenta y placenteramente en mi cuerpo

-A-ahhhh-gemimos los dos al mismo tiempo cuando su erección se adentro completamente en mí.

Durante unos segundos nos quedamos los dos quietos, simplemente disfrutando de la sensación de estar conectados, disfrutando de la sensación de tenerlo dentro de mí, hasta que minutos después él beso la comisura de mis labios dejando un pequeño y sexy mordisco en mi labio superior para después comenzar a moverse por lo que nuestros gemidos no tardaron en llenar la habitación.

-Mmmm…e-eres…. tan estrecha… tan perfecta para mí-dijo entrecortadamente rozando mis labios cuando sus embestidas aumentaron de velocidad provocando que mis paredes nuevamente comenzaran a contraerse— casi hasta estrangular— alrededor de su miembro, el cual había comenzado a palpitar.

-¡M-más!,¡ más! –pedí impaciente ya que estaba muy cerca del orgasmo

-¡Ah! más rápido c-cariño…-dije para que después Edward cumpliera mi petición

-¿Así preciosa?-sacó totalmente su miembro de mi vagina para rápidamente introducirlo completamente dentro de ella, lo cual provocaba una sensación sumamente placentera y única para ambos, por lo que repitió dicha acción un par de veces más hasta que finalmente comenzó a embestirme más, y más rápido.

OH. DIOS. MÍO.

-¡A-ahhhh! ¡SÍ! ¡SÍ! A-AMOR…. ¡Mmmm! M-ME VOY A CORRER ¡EDWA-RD!-avisé jadeando sonoramente cuando sentía que iba a estallar

-¡SÍ! CARIÑO, CÓRRETE PARA MÍ… ¡AH-HH!... QUIERO S-SENTIRTE…-gimió alto.

Bajó una de sus manos, la cual se encontraba anteriormente en mi cintura, hasta el punto de unión de nuestros cuerpos, para así poder estimular mi clítoris provocando que sacudidas de placer golpearan mi cuerpo minutos antes de llegar a la cumbre y volverme a correr.

El puto cielo.

-¡SÍ! ¡Oh dios! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! -grité cuando mis paredes se contrajeron y expulsaron todos mis flujos hacia el exterior una vez me había envuelto el orgasmo.

-¡J-joder! -maldijo Edward tras haber embestido un par de veces más, después de que yo hubiera llegado a la cumbre alcanzando él su propio orgasmo

-Ah-hhh-jadeó cuando liberó su semen dentro de mí causando que sintiera su esencia corriendo a través de mí centro, en mi interior, una sensación que no cambiaría por nada del mundo sin duda.

Ambos nos quedamos jadeando y algo pegajosos pero eso no importó ya que Edward me abrazo fuertemente enterrando su cara en mi cuello para después sentir como respiraba profundamente mientras nuestros cuerpos todavía seguían conectados.

Yo le devolví el abrazo entrelazando mis manos en su nuca para luego dejar un pequeño beso en su sien.

-Wow-dijo él únicamente después de que rompiéramos el abrazo-

Él salió lentamente de mi cuerpo provocando que ambos gimiéramos al unísono ya que aun estábamos muy sensibles debido al espectacular orgasmo que habíamos experimentado anteriormente. Luego se colocó nuevamente sus bóxers, yo por el contrario seguía desnudad, ni siquiera sabía donde se encontraba mi ropa con exactitud, eche un vago vistazo y al no verla decidí no molestarme en buscarla, no me preocupaba seguir desnuda.

La verdad es que me importaba muy poco.

-Esto ha sido….-murmuré agotada

-Sí, lo sé –suspiró también agotado-ha sido asombroso-continuó él terminando la frase por mí dejando ver una sonrisa de satisfacción.

Yo sonreí pues no podía estar más de acuerdo con él, esto sí que era levantarse con energías.

-contigo siempre es increíble-reafirmó colocando sus manos en mis caderas a la vez que me mostraba ese brillo especial que poseían sus ojos después de tan ajetreadas demostraciones de amor.

-¿Sabes preciosa?, acaba de cumplir una de mis más deseadas fantasías sexuales-dijo riendo después de que le diera un casto beso en los labios.

Yo sonreí. ¿En serio?, eso era nuevo.

-¿Una de tus fantasías sexuales era hacerme el amor sobre tu preciado instrumento musical?-pregunté con un tono de picardía en la voz para que después él me besara profundamente antes de contestar

-No, en realidad era que me hicieras un Striptease sobre el piano pero sin duda esto lo supera mil veces-comentó riendo

-Te prometo que algún día te lo haré-le susurré en el oído para después dejar un besito en el lóbulo de su oreja.

-mmmm-gimió muy bajito

-Y, ¿por qué no me lo haces hoy?-preguntó sonriendo

-Cariño, por si no te has dado cuenta, estoy completamente desnuda, así que ya no te puedo hacer un striptease-dije como si fuera lo más obvio del mundo mientras el sonreía-en otra ocasión-le aseguré. Sería divertido hacer eso.

-además tengo hambre, ¿no piensas alimentarme?-dije poniendo, con su ayuda, mis pies nuevamente en el suelo para comenzar a andar hacia la cocina

-¡¿Más hambre?¡-exclamó por lo que yo me volteé para encontrarme con su cara a escasos centímetros de la mía, en la cual había una gran sonrisa, ya me imagina a qué tipo de "apetito" se refería.

¡Mal pensado!

-¡No me refiero a ese apetito!-me defendí sonrojada.

Después de semejante sesión de sexo había quedado más que satisfecha por unas horas, solo por unas horas. Probablemente en la noche querría más.

-Ya lo sé preciosa pero es que me encanta cuando te sonrojas-se carcajeó antes de atrapar mi labio inferior con sus dientes para después besarme dulcemente.-Anda vamos a la cocina que te voy a preparar algo de comer

-Mmmm ¿Vas a cocinar tú?-el asintió

-¿debería tener miedo?-dije bromeando mientras buscaba mi ropa, concretamente mi pijama. ¿Dónde mierdas estaban mis shorts?

-Tontita, sabes que yo cocino genial-dijo orgulloso de sí mismo.

Bueno eso no podía discutírselo, él cocinaba muy bien.

-Aunque he de admitir que nunca podré superar tus deliciosos desayunos-dijo ladeando una sonrisa cuando vio que tomé mi sujetador, el cual se encontraba sobre el piano, y mis bragas, para después ponérmelas.

-Bueno y ¿qué me vas a prepara para comer?-hablé caminando en dirección al pasillo mientras sostenía en mis brazos mi short y mi camiseta, los cuales había encontrado detrás del sillón.

-No sé, un buen Chef siempre sabe improvisar preciosa-dijo mientras me daba una suave nalgada en el trasero, ¡Auch! yo me volteé y lo encaré.

-¡Cullen eres un manoseador!-lo acusé y él rió,

-¿no puedes tener tus manos quietecitas? – dije recitando las misma palabras que una vez hace mas de 3 años le dije por querer pasarse de la raya conmigo.

Inicio Flash Back

Aprovechado que casi todos habíamos pillado unos días libres, ya que era verano, habíamos pagado un hotel para cuatro noches, y habíamos hecho una pequeña escapada a Miami por lo que ahora nos encontrábamos Alice, Jasper, Ángela, Edward y yo en Miami.

Rose, Emmett y Ben lamentablemente no habían podido venir por diversos motivos, Rose estaba en Europa por asuntos de trabajo, Emmett no había podido obtener un par de días libres—según él, su jefe era un idiota amargado— y Ben había viajado a ver a sus padres a Canadá.

A pesar de que a nosotros nos hubiera gustado posponer el viaje y hacerlo en otro momento de tal manera que ellos pudieran acompañarnos nos habían insistido para que no dejáramos pasar esta oportunidad pues ya tendríamos tiempo de hacer otros viajes todos juntos.

Por eso ahora nos encontrábamos en la piscina del hotel, esta era nuestra última noche aquí y se daba una de esas fiestas en las que todos visten de blanco—una fiesta ibicenca—por lo que nos quedaríamos a disfrutar nuestra última noche en este asombroso lugar pero mientras tanto pasaríamos el resto de la tarde tomando el sol y tostándonos un poquito.

No conseguía entender por qué me costaba tanto broncearme, mi piel siempre fue muy pálida y cuando tomaba el sol tenía más probabilidades de acabar de color rojo que con un bonito bronceado. Frustrante.

Ángela y yo nos encontrábamos sentadas en dos hamacas blancas, con un par de mojitos en las manos, el bikini puesto y las gafas de sol en la cara.

-Estas vacaciones han sido geniales, es el antídoto perfecto después de un mes lleno de exámenes Bells-comentó una relajada Ángela, la cual llevaba un bonito bikini azul con hojas blancas estampadas en el que la parte superior de dicho bikini se ataba al cuello (FP); yo en cambio llevaba un bikini muy simple color blanco con rayas rojas en el que las tiras de dicho bikini eran color azul marino (FP).

-Sí, tienes razón Angy, esto es genial-coincidí completamente desestresada, en verdad habían sido horribles los exámenes finales.

También me sentía absolutamente relajada y calmada aunque claro después de haber pasado 4 días enteros peleándome con Edward merecía un descanso, ¡Dios era tan imbécil! Me era demasiado extraño que no estuviera cerca jodiéndome un rato.

¿Dónde se había metido? ¿Y Alice? ¿Y Jasper?

Estaban tardando demasiado pues habían dicho que subirían a la habitación a coger un par de cosas y bajarían pronto sin embargo yo calculaba que había pasado como una hora por lo que me incorporé y me quité las gafas de sol tratando de buscarlos entre la gente, pero la verdad es que no los vi a pesar de que ahora no había mucha gente, puesto que solamente algunas de las tumbonas estaban ocupadas, y en la piscina únicamente había un grupo de adolescentes jugando a ahogarse entre ellos, pero nada de Alice, Jasper y Edward.

Le resté importancia y decidí tumbarme nuevamente, ya vendrían en algún momento.

-¡Vamos a la piscina chicos!-escuché un grito procedente de alguien muy cercano cuando por fin había conseguido quedarme cómoda en la hamaca, pues a pesar de hacer calor, mucho calor, se estaba genial ya que la sombrilla de tela que había junto a cada par de tumbonas impedía que Ángela y yo nos achicharrásemos.

Abrí los ojos al escuchar el grito para a continuación ver a Jasper riendo mientras tomaba a Alice en brazos—la cual llevaba un bonito bikini azul turquesa y blanco (FP) —y después correr hasta el borde de la piscina y lanzarse a ella con Alice en brazos, la cual reía alegremente, yo sonreí ante la escena, ¡estos dos se querían un montón!, Alice tenía mucha suerte de tener a un chico como Jasper a su lado.

Mi sonrisa se fue a la mierda cuando a pocos metros, sentado en el borde de la piscina se encontraba Edward enfundado en un perfecto bañador azul marino, con el cabello ligeramente mojado y esa sonrisa de ¡estoy jodidamente bueno! Que ponía a cualquier estúpida a sus pies.

Solo sentía ganas de golpearlo por ser tan odioso y arrogante.

Al parecer estaba muy bien acompañado ya que con él se encontraba una chica, con un cuerpo escultural, rubia y con una sonrisa en la cara que llegaba a cada una de sus orejas cuando se acercaba a él y lo manoseaba acarameladamente. ¡Ag!

Quise vomitar cuando observé como Edward apartaba un mechón de su cara y se lo colocaba detrás de la oreja sonriéndole, después desinteresadamente ojeé como se acercaba y le susurraba algo al oído, probablemente cualquier idiotez, provocando que la Barbie rubia se riera de forma histérica.

La escena era tan repugnante. Y no, no me jodía que Edward estuviera con la chica, ¡qué conste! lo que pasa es que la pobre muchacha me daba pena, ya que se estaba metiendo en la boca de un lobo, mira que todas eran iguales, siempre iban a parar con el mismo gilipollas.

Vamos media neurona—pensé refiriéndome a la llamativa rubia— solo porque sea guapo, tenga unos ojos hermosos y unos labios perfectos, no tiene por qué ser un buen chico. De hecho era un mal, muy mal chico. Un patán engreído que se reía de cualquier mujer y que además pensaba que todas caerían enamoradas a besar sus pies.

¿Acababa de pensar que era guapo, tenía ojos hermosos y labios perfectos? Oh dios Bella, estás muy mal.

Debían de ser los mojitos que me había tomado, seguro era eso que me hacía pensar puras tonterías.

Bufé enfadada. No entendía por qué con lo feliz que yo estaba hace unos minutos ahora me había puesto echa una furia. Volví a refunfuñar internamente para después decidir que no me amargaría mis últimas horas de vacaciones por Cullen, así que decidí pasar del tema, que hiciera lo que quisiera, a mi no me importaba en lo mas mínimo.

-¡Bells!, ¡Angela!, ¡Venid a bañaros! ¡El agua esta genial!-gritó Alice desde lejos, de tal manera que me obligué a mi misma a apartar la mirada de Edward y prestarle toda mi atención a su hermana, a la cual le mostré una sonrisa

-Lo siento Alice, yo estoy demasiado cómoda aquí-dije por lo que ella me sacó la lengua de una forma muy graciosa.

-¿No vienes Bells?-inquirió mi amiga Ángela mientras se levantaba y se quitaba las gafas para dejarlas sobre la hamaca que ocupaba. Yo negué con la cabeza

-Pues yo sí que voy a ir un rato con los chicos, me apetece un buen chapuzón-dijo riendo

-Está bien Angy, yo me quedaré un rato tomando el sol-dije antes de ver como se alejaba hacia la piscina para después zambullirse en ella.

Yo, antes de volver a tumbarme, eche un rápido vistazo a donde se encontraba Edward, ¡solo por curiosidad! Está claro, ya que a mí lo que el hiciera me daba igual.

Y allí estaba el muy pervertido acariciando disimuladamente la pierna de aquella rubia mientras le volvía a susurrar algo al oído provocando que ella riera, ¿acaso no pensaba despegarse de su oreja?

Mientras pensaba en lo baboso que era Edward, mi mirada se cruzó con la suya cuando el volvió la cabeza en mi dirección para que acto seguido se me quedara mirando, sonriera arrogantemente y me guiñara un ojo

¡Diablos! Me había pillado mirándolo.

¡Ay! Esto me iba a traer malas consecuencias, intenté disimular mi nerviosismo por lo que yo lo fulminé con la mirada antes de apartar la vista de tan repugnante escena.

. . .

Llevaba un rato muy agustito recostada en la tumbona disfrutando del cálido clima veraniego de Miami, incluso si no fuera por las carcajadas y gritos de mis amigos que escuchaba a lo lejos, procedentes de la piscina que había a pocos metros de mi, podría jurar que me habría quedado durmiendo

Mi mente estaba divagando y soñando despierta cuando sentí como algo pesado y mojado se colocaba encima de mi cuerpo provocando que las gotitas de agua que desprendía ese desconocido o desconocida erizaran la piel de mi cuerpo, mi primera reacción fue abrir los ojos, los cuales llameaban de furia para después encontrarme con la persona a la que menos tenía ganas de ver en este momento.

-¡Mierda Edward! ¡Está helada!-me quejé de mala gana refiriéndome al agua

-Pensé que tendrías calor después de tanto tiempo al sol-dijo sonriendo a la vez que se acercaba y me daba un beso en la mejilla humedeciéndomela a causa de que sus labios también estaban mojados.

-¡¿Qué hacer gilipollas?!-reaccioné rápidamente a la vez que lo empujaba colocando mis manos sobre su pecho, el cual parecía esculpido por los mismísimos dioses, para en un patético intento, debido a mi poca fuerza, tirarlo al suelo aunque como era de esperar sin conseguir mi propósito.

Odiaba que fuera mucho más fuerte que yo. A este paso nunca podría patearle el culo ¡demonios!

-Te bajo la temperatura, aunque bueno entiendo que al verme en vez de bajar, te suba-supuso con obviedad el muy creído

-¡No seas idiota! Y quítate de encima, por si no lo notas no me agrada tenerte sobre mí, además me estás aplastando-gruñí dándole golpes en el pecho, aunque él ni se inmutaba

-mejor corre, y pídele a la rubia que se te suba encima, que seguro está encantada, pero a mí no me molestes, Cullen.

-¿Celosa preciosa?-arqueó una ceja sonriéndome.

¡Ag! a pesar de lo mal que me caía he de admitir que su sonrisa era encantadora, aunque realmente eso jamás, pero jamás se lo diría a él, ya tenía un ego lo suficientemente alto como para que le creciera más.

-Para nada-dije con desinterés mientras aprovechaba su momento de "soy irresistible" para intentar deshacerme de él por lo que alcé mi rodilla, la cual peligrosamente se encontraba debajo de su entrepierna, para acto seguido propinarle una buena patada en esta.

Su reacción me encantó, ¡Oh, dios que si lo hizo! Edward se puso pálido como una estatua a la vez que su cara se crispo de dolor

-¡Jódete Cullen!-siseé por lo bajinis a la vez que empujaba su cuerpo de tal manera que pudiera salir de la jaula que este había formado sobre el mío aunque claro mi mala suerte no podía dejarme descansar ni en vacaciones por lo que cuando me levanté, no sé exactamente de qué forma, pero mis pies se enredaron en mi toalla, la cual en algún momento debió de haberse caído al suelo, para después tropezar y caer a la dura superficie del suelo, donde sentí un agudo dolor en mi tobillo izquierdo.

-¡Auch!-lloriqueé cuando mi culo se estampó contra las losas de arcilla decoradas con extrañas formas que recubrían el suelo

-¡Jódete Swan!-exclamó Edward riendo a pesar de tener sus manos colocadas en su entrepierna.

Já, al parecer le había dado fuerte, bien, me sentía orgullosa de mi misma.

-Cállate imbécil-contraataqué mientras frotaba mi tobillo el cual comenzaba a tomar un color morado, lo cual seguro no era buena señal. Me levanté cuidadosamente pero cuando mi pie dañado toco el suelo sentí un dolor punzante por lo que emití un pequeño grito de dolor que al parecer alarmó a Edward.

-¿Estás bien?-cuestionó frunciendo el ceño

-No ves que no idiota-dije refunfuñando mientras me sentaba en la tumbona y ponía mi pie en alto, el cual ahora estaba bastante hinchado

-Ha sido tu culpa, si no hubieras venido y no me hubieras cabreado, como siempre, esto no me hubiese pasado-lo acusé. ¡Ay, dios! De verdad mi tobillo no lucia nada bien

-Deja de insultarme y de echarme la culpa, y deja que te revise el tobillo-dijo e insistió tanto que yo no tuve más remedio que aceptar pues al fin y al cabo era médico ¿no? Confío en que al menos supiera hacer esto bien.

Edward me obligó a tumbarme completamente en la tumbona para después comenzar a tocar mi tobillo y preguntarme si me dolía o no cuando tocaba determinadas zonas.

-¿te molesta esto?-presionó con el dedo en la zona interna del tobillo, y yo literalmente vi estrellas. Jadeé de dolor

-No tiene muy buena pinta, creo que te lo has roto, pero no estoy seguro, necesitas ir a un hospital y que te tomen una radiografía, de momento deberías ponerte hielo, ¿tenéis Alice, Ángela y tú una neverita en vuestra habitación?-yo asentí. Debajo de la televisión de la habitación había una pequeña nevera gris con hielo y refrescos.

-bien ahí hay hielo por lo que será mejor que te lleve a tu habitación-dijo luego de ponerse de pie mientras hacía ademán de tomarme de la mano.

-¡Ni de coña!, yo voy solita-exclamé al ver sus intenciones, el alzó una ceja reacio.

-¿Y se puede saber cómo vas a llegar hasta la tercera planta del hotel, tú solita-repitió mis palabras con cierto deje de burla- teniendo en cuenta que el ascensor se estropeo anoche?-dijo aguantándose una carcajada

Buen punto, ¿cómo iba a hacerlo? Podría llamar a Alice y a Angela. Eché un rápido vistazo y al ver lo entretenidas que estaban hablando con Jazz deseche esa ida, no les iba a arruinar la soleada tarde.

-Está bien Cullen, pero cuidado con lo que intentas-advertí apuntándole con el dedo mientras me incorporaba con mucha dificultad para que después Edward pasara una mano por mi cintura desnuda a la vez que yo ponía mi brazo opuesto alrededor de su hombro.

Sin querer perdí un poco el equilibrio y apoyé mi pie lastimado en el suelo soportando en el parte del peso de mi cuerpo, ¡joder, no puedo creer que doliera tanto!

-¡Ay!-me quejé bajito

-Ten cuidado, si sigues así vas a tener escayolado el pie por meses, y entonces ¿cómo me vas a perseguir para golpearme cada vez que tu mal humor se apodere de ti?-inquirió divertido y sin pensarlo una pequeña risa escapó de mi boca.

Me sorprendía su súbita preocupación por mí

- Yo no soy malhumorada, tu sacas mi mal humor-afirmé y el chasqueó la lengua negando con la cabeza

-Sabes que no preciosa

-¡Ag! No empieces, no la cagues-advertí ¡odiaba que me llamara preciosa! Porque lo hacía de forma altiva y arrogante.

Él no refunfuñó esta vez, cosa que agradecí ya que de lo contrario estoy segura que hubiésemos comenzado a pelear, solo esperó a que dejara mis cosas en la tumbona, junto a las de Ángela, pues los chicos a pesar de no haber notado lo ocurrido, estaban en la piscina por lo que no pasaría nada si las dejaba ahí.

Me encaminé con Edward hacia la entrada del hotel a la pata coja ya que no podía andar y apoyar parte de mi peso en Edward me facilitaba las cosas, aunque me comencé a tensar desde el momento en el que sus manos se habían adueñado de mi cintura, puesto que su toque siempre me producía un cosquilleo muy extraño que no sabía interpretar, pero en este momento estaba realmente nerviosa ya que por algún motivo—creo que se debía al hecho de que yo daba un pequeño salto con cada paso— su mano, la cual antes estaba en mi cintura, ahora había ascendido y se encontraba justo debajo de mi pecho, el cual rozaba levemente, y lo que más me cabreaba es que yo no me sentía molesta con él por ese simple roce "involuntario", porque el cabrón sabía perfectamente lo que hacía, lo peor era que yo quería que me tocara.

Me producía sensaciones extrañas cuando lo hacía, sensaciones que nunca había sentido con otro hombre, pero que me gustaban, y por mucho que me costara admitirlo, sensaciones que también disfrutaba, lo cual me tenía muy confundida

¿Qué me pasaba?

Llegamos a las escaleras, las cuales me costaron mucho subir, ya que eran 3 plantas y cada dos por tres necesitaba parar a descansar, Edward se había ofrecido a tomarme, pero ni de coña lo permití, así que tras un buen rato de discutir con él ya que no paraba de meterse conmigo por lo patosa que era llegamos a la tercera planta y caminamos hasta la habitación, donde mientras yo metía la tarjetita para que la puerta se abriera, su mano "disimuladamente" comenzó a descender hasta mi nalga.

-¡Edward!-reprendí enfadada al notar su mano recorrer la piel de mi mulo

-¿Qué?-dijo inocentemente mostrando esa deslumbrante sonrisa suya

-La mano-le advertir y él capullo sonrió con descaro antes de retirarla y volverla a colocar en mi cintura

-Vale, me porto bien-se rindió poniendo cara de inocencia para después verlo sonreír antes de entrar en la habitación.

Nada más entrar me senté en la cama apoyando la espalda en el respaldar de esta a la vez que observaba como Edward tomaba la bolsita de hielo que había en la pequeña nevera gris situada en el mueble, debajo del televisor.

Tras tomar la bolsa de hielo se sentó en el borde de la cama, junto a mí, para acto seguido poner la fría bolsa sobre mi pie hinchado. Mi reacción fue pegar un respingo cuando sentí como el frío del hielo calaba mis huesos al hacer contacto con mi piel que de repente se erizó ya que la jodida bolsita estaba demasiado fresca.

Edward no pasó esto por alto, y se rió en voz baja. ¡Cómo me gustaría meterle los cubitos por los huevos! A ver si así seguía riéndose…

-Debes tenerla puesta 20 minutos-apuntó refiriéndose a la bolsa con una sorprendente voz de profesional que no duro ni dos minutos ya que no tardo en volver a burlarse de mí.

-¿No crees que ya tienes una edad para aprender a caminar bien, preciosa?-inquirió burlonamente

-Yo sé caminar bien-me defendí-y… deja de burlarte de mí-refunfuñé

- si no fuera porque no puedo sostenerme en pie te pegaría otra patada donde tú sabes de muy buena gana-dije orgullosa de mi misma.

Él podía ser más fuerte que yo, pero en cuanto a patadas, yo sabía darlas muy bien. ¡En verdad le había dado su merecido! Volví a alagarme a mí misma mentalmente.

-Ahí te has pasado preciosa-murmuró fingiendo estar ofendido. Arrugo la cara en un gesto de dolor al recordar mi "agradable" regalo de antes.

Púdrete Cullen.

Después de todo yo había terminado peor parada que él ¡Me había lastimado mi tobillo! Así que no sería tan mala idea darle otra buena lección en sus partes…

-¿Alguna vez te he dicho que odio que me llames preciosa?-bufé al instante molesta

-¿Y yo alguna vez te he dicho lo guapa que estas enfadada?-respondió el maldito sonriendo

-Es imposible hablar contigo-dije refunfuñando, y admito que bastante enojada, a la vez que me cruzaba de brazos, cosa que al parecer le causó algún tipo de diversión ya que él rio fuertemente.

Sentí la necesidad de sacarle la lengua como una niña en medio de una rabieta, pero logré abstenerme.

Pasaron 10 minutos en los que gracias a dios Edward logró comportarse aunque después empezó a darme suaves caricia con sus dedos en mis piernas, lo cual me estaba poniendo profundamente nerviosa. Al principio no le dije nada ya que estaba segura que empezaríamos a discutir, o que empezaría con sus comentarios de "me vuelves loco Bella" que eran totalmente falsos así que lo deje pasar pero cada vez se me estaba haciendo más difícil ya que sus manos ascendían hasta mis nalgas donde comenzaban a trazar dibujos de formas sin sentido pero que sin embargo me provocaban un ligero cosquilleo en la piel.

Necesitaba que se detuviera.

-¿No puedes tener las manos quietecitas?-dije apartando una de sus manos, las cuales hacía subidos a mi abdomen, quizás con mas hostilidad de la que en realidad quería mostrar. Pero claro, olvidé que eso para él le era indiferente ya que siguió insistiendo cuando masajeando mi piel.

-Es que tu piel es como un imán para mis manos es como si no pudiera evitar tocarla-dijo mientras volvía a poner la mano en mi tobillo

Lástima que le dijera lo mismo a cada una de las zorras que pasaban por su cama. Me sentí mal y decepcionada al darme cuenta, una vez más, que él solamente buscaba eso, un polvo.

Un revolcón, sexo. Así era Edward Cullen.

-Muy bonito Cullen-ironicé aparentando indiferencia. Él no tenía que saber cuánto me molestaba que tratara a las chicas así. Solo era un idiota inmaduro.

-¿Te importaría concentrarte en mi tobillo y no en el resto de mi anatomía?-dije alzando una ceja segundos después cuando continuaba sin apartar sus manos de mi.

-Lo intentaré-sonrió como un canalla mientras dirigía ambas manos a mi tobillo para después levantar la bolsita de hielo, y echar un vistazo a este.

Vale, hasta ahí todo iba bien, él era médico y yo ahora era su paciente, creo. Lo normal era que me revisara pero lo que no era normal es lo que hizo a continuación ya que tras haberse quedado un momento pensando se inclinó y dejó un dulce beso en la zona afectada de mi tobillo, sin embargo eso no fue lo peor, lo terrible realmente fue que me sentí tan bien cuando hizo eso, me pareció un gesto tan cariñoso, tan bonito, que me era imposible creer que procediera de él.

Pero yo no podía permitir que él terminara engatusándome.

-¡¿Qué mierdas haces Edward?!-reaccioné con la voz débil pues cuando hacía ese tipo de cosas siempre mi cuerpo me traicionaba y mi corazón se debilitaba. Eres tan idiota Bella.

-Te doy un tratamiento especial para que se te cure el tobillo-"argumentó" antes de dejar otro beso con el cual yo sentí miles de chispas salir de sus labios e impactar con mi piel.

Oh, dios Edward. ¿Qué me ocurre contigo?

No podía sentirme bien con sus caricias, y recordar que hace una hora había estado baboseando con una rubia de talla 90-60-90 híper perfecta y guapa. ¡Él estaba haciendo conmigo lo mismo ahora! Eso me enfureció mucho.

-¡No quiero tratamientos especiales! ¡Quita tú sucia boca de mi cuerpo!-dije cabreada al recordar que se había estado besando con la estúpida rubia de la piscina, definitivamente yo no iba a ser su segundo plato.

-A ti te encanta que mi sucia boca te bese, no me lo niegues-dijo decidido

¿Cuándo había dado la situación una vuelta de 360°? Hace solo un momento se estaba portando más o menos bien, pero ahora volvía a ser el mismo idiota de siempre.

Era encantador por momentos, y odioso e irritable después.

-Vete a la mierda-dije lanzando dagas por los ojos

-¿Quién es el médico aquí? Pues déjame hacer mi trabajo-dijo riendo para volver a acercar sus labios con la intención de besarme.

-Quieto ahí Cullen-ordené alejándolo y apartando el tobillo de su boca, lo cual provocó que se me escapara un pequeño gemido de dolor

-Te juro que si vuelves a hacerlo gritaré tan alto que te romperé los tímpanos-amenacé muy seriamente comenzando a cabrearme, pues estaba muy equivocado si creía que le iba a seguir el juego

-Prueba, me encantan los retos-eso no lo dudaba, ya que yo para él eso es lo que era, un simple reto.

Yo resoplé antes de contestar

-Mejor me voy a la enfermería del hotel, o si no hay a recepción a pedir el número de un taxi para ir a un hospital porque tú no me estás ayudando en nada y me sigue doliendo el tobillo-dije sin paciencia haciendo ademán de levantarme de la cama, aunque él fue más rápido y se levantó antes que yo.

-¡Vale!-exclamó- yo te acompaño-se ofreció, ¡pero este tío era bipolar o qué!

Hace un momento me estaba sacando de mis casillas, después me dice cosas bonitas, luego se pone a besarme y a comportarse como un engreído, y ahora es amable ¡me iba a volver loca!

Iba a contestarle que no, que mejor se fuera a otro lado y me dejara tranquila un rato, pero no me dio tiempo ya que rápidamente me tomó en vilo y caminó hacia la puerta de la habitación para después salir de esta.

-¡Edward bájame!-me quejé revolviéndome entre sus brazos

-¡Bella si te me sigues moviendo te vas a caer!-dijo pero yo seguí removiéndome

-¡Qué me bajes Cullen!-grité pero nada él seguía intentando inmovilizar mis manos aunque le era realmente difícil ya que sus brazos me sostenían.

Al parecer los dos formamos tal alboroto que cuando una anciana paso por nuestro lado malinterpreto la situación.

-¡Sinvergüenza! ¡Deja a la niña tranquila!-gritaba la anciana, que al parecer pensaba que Edward me estaba haciendo daño, por lo que yo decidí aprovechar la situación. ¡Te ibas a enterar idiota!

-Señora ayúdeme, este degenerado no me deja tranquila-dije horrorizada a lo que a Edward se le descompuso la cara de susto

-Le he dicho que me deje tranquila, pero él insiste, ¡está intentando propasarse conmigo!-protesté acusándolo-¡Ya no sé qué hacer para que se vaya! –dije indignada y poniendo mi mejor cara de niña buena y responsable a la buena señora.

Ella me iba a sacar de un buen aprieto. Quería que Edward me dejara en paz y se largara de una maldita vez.

-¿¡Qué!? –Exclamó desprevenido- ¡No, claro que no!, que no señora que está loca, no le haga caso, es que no se ha tomado su medicina diaria, es mi prima, ha estado encerrada en un psiquiátrico, es celosa compulsiva, agrede a las chicas rubias y guapas que se acercan a su novio, es una mujer rencorosa-dijo tapándose con una mano un lado de la boca, como si estuviera confesándole un secreto de estado a al anciana, sin embargo yo pude escucharlo.

-La hemos traído de vacaciones con la familia pensando que le haría bien, pero al parecer le están perjudicando-asintió con tristeza mirando a la anciana. Mi boca formó una perfecta "O" cuando terminó de decir todas esas estupideces

Pero bueno, esto era el colmo ¿ahora yo me medicaba? ¿Estaba en un psiquiátrico? Y ¿Acababa de insinuar que yo estaba celosa de la rubia con la que había estado en la piscina? ¿Pero quién coño se creía?

Muy bien, pues yo también sabía ser cabrona y mucho.

-¡Oh, claro que no! ¿No crees que ya eras suficiente mayor para andar inventando eso Edward? No somos niños y ¡Déjame en paz de una vez!-me volví a mirar a la señora poniendo cara de afligida-Lleva acosándome desde que nos conocimos, me sigue a todos lados, y eso…eso… ¡me da miedo!-intenté pensar en algo muy triste para que un par de lágrimas vinieran a mis ojos, tenía que parecer asustada

-Por favor, señora, no me deje sola con él, por favor…-supliqué y oh, mierda, si las miradas matasen yo ya estaría muerta por la forma en la que Edward me miraba.

-¿Acosándote? ¡No me jodas Bella! Si eres tú la que se muere mí y porque la foll…. -no pudo terminar porque la anciana mujer se acercó a él y comenzó a propinarle golpes con su bolso en el brazo,

De no ser porque la situación era de lo más graciosa le habría dado un par de bofetadas por lo que había estado a punto de decir y realmente me hubiera enfada con él, sin embargo y para su suerte, yo ahora solo quería llorar de la risa ante la escena que tenía delante, lástima que no pude reírme ya que la señora no me hubiera creído si lo hubiera hecho.

-Eres un maleducado, jovencito-lo reprendió anciana entre escandalizada y enojada por sus palabras-¿cómo le hablas así a una muchacha tan guapa? Eres un sinvergüenza, si yo fuera tu madre te daría un par de buenas nalgadas ¡Así nunca conseguirás una novia!-le volvió a propinar un golpe en el brazo

-¡Joder señora no me pegue!-exclamó impulsivo Edward frotándose después donde le había dado

-¡No digas palabrotas jovencito!-dijo con enfado la anciana-¿No te enseñaron modales? ¡Soy mucho mayor que tú, respétame muchacho!-lo reprendió duramente.

Edward palideció y yo me tuve que morder el labio fuertemente para no reír.

No te rías, no te rías, no te rías, no te rías…

¡Y suelta a la muchacha!-exigió con tal enfado y seguridad que Edward no tuvo más remedio que obedecerla bueno aunque más bien creo que fue porque no quería meterse en problemas por lo que me dejó sobre el suelo para después fulminarme con la mirada a lo que yo le respondí sacándole la lengua asegurándome de que la anciana no me veía donde después Edward algo enfadado, irritado y frustrado se marchó.

-Gracias señora,-dije al voltearme para hablar con ella-Él tiene un problema con las mujeres, no soporta que lo rechacen-dije fingiendo resignación

-¡Ay cariño! Hay tantos sinvergüenzas en esta vida hija, ya no sabes de quien fiarte. En mi época esto no pasaba, los muchachos de ahora son todos unos granujas-dijo la anciana con sabiduría.

Me recordaba tanto a mi abuela Marie, la mamá de Charlie. La extrañaba mucho, ella murió cuando yo tenía 15 años, hace mucho tiempo de eso pero aún extrañaba sentarme con ella a conversar, escuchar sus sabios consejos y comer sus ricas galletas con trocitos de chocolate

-¿Qué te ha pasado en el pie, bonita?-dijo mostrando preocupación al ver que no lo apoyaba en el suelo.

-Me he caído en la piscina, tengo que ir un hospital, la verdad es que no tiene muy buena pinta-murmuré mirando mi tobillo, que a pesar de haber perdido un poco de inflamación debido al hielo, aun seguía teniendo una pinta que daba un poco de miedo-

-Oh, si quieres puedo llamar a mi sobrino para que te ayude, él es muy guapo y fuerte, y muy educado-dijo con orgullo-nada que ver con ese desvergonzado que te traía en brazos-farfulló al recordad a Edward.

-Mi sobrino estará encantado de ayudarte a bajar, el ascensor se estropeo anoche ¿lo sabías, cielo?

-Sí, pero no se preocupe señora, yo puedo bajar sola-dije excusándome, aunque la verdad es que una ayuda no me vendría nada mal, tres pisos eran demasiado cuando tenías que andar con un solo pie.

-No es molestia bonita, espera aquí un minuto voy a llamarlo hija-dijo y se dirigió hacia la puerta de su habitación, la cual solamente estaba a 3 puertas de distancia de la mía y de la de las chicas.

Así que un poco después apareció Alec, así se llamaba el nieto de Helen, la anciana que había conocido, ambos eran muy simpáticos, además de que Alec era sumamente atractivo, era un año mayor que yo y era actor, aunque su cara no me sonaba de haberla visto en ninguna película ya que según me había contado solamente había podido conseguir papeles pequeños, pero que no perdía la esperanza de convertirse en un gran actor, no obstante sabía que era todo un reto meterse y ganar fama en el mundo de la televisión.

Como no había enfermería en el hotel, me habían acompañado al hospital más cercano, donde tal y como había dicho Edward, me informaron de que me había fracturado el tobillo por lo que tuvieron que vendármelo, así que pasaría las próximas 2 semanas con muletas guardando reposo.

Después de ir al hospital, Helen y su nieto me agradaron tanto que fuimos al restaurante del hotel, me sentía en deuda con ellos así que insistí hasta que terminaron aceptando tomar unos cafés conmigo, donde me contaron un poco de sus vidas.

Helen me dijo había vivido prácticamente toda su vida en Estados Unidos, concretamente en Tennessee pero que había nacido en Italia, por lo que sus raíces eran italianas, me estuvo contando cosas muy interesante del origen de mi nombre y de su significado. Ella dijo que Isabella representaba la bondad pero también un carácter firme y aseguró que me gustaba conocer gente y hacer nuevas amistades.

También Alec me contó que se encontraba en Miami por motivos de trabajo, y que había decidió traer a su abuela con él porque era como su madre, ya que esta había muerto cuando él nació. Así que así pasamos el resto de la tarde, charlando un poco para después despedirnos ya que supuse que Alice y Angela estarían algo preocupadas y buscándome, puesto que antes de la cena volví a la habitación donde me las encontré.

Les conté lo sucedido ya que se asombraron bastante de verme accidentada, lo cual eventualmente les pareció muy gracioso. Luego nos arreglamos y bajamos a la fiesta que se celebraba en la piscina, donde me encontré a Edward de nuevo con la rubia

¡Maldito idiota rencoroso!

Pero bueno si olvidamos lo de Edward, la noche fue perfecta, lo pasamos genial ya que a pesar de estar gran parte del tiempo sentada en una silla debido a mi poca capacidad de bailar con un tobillo roto, mis amigos siempre estuvieron haciéndome compañía, además que también estuve con Alec, con el cual Edward estuvo un poco antipático, pero con el que yo compenetre muy bien. Era un chico encantador

Fin flash Back

-Recuerdo cuando me preguntaste eso por primera vez y terminé perdiendo los nervios y peleando con una anciana, no puedo creer que dijera aquellas estupideces frente a la señora mayor-se llevó las manos al rostro avergonzado al recordar aquel viaje

-Fue una de las cosas más divertidas que presencié en aquel viaje, nos sabes las ganas de reír que tenía-le admití

-Eres cruel-separó un par de dedos de una mano dejándome ver su ojo.

-¡Ey! Tú fuiste el que dijo frente a una ancianita que yo era celosa compulsiva, que estaba loca, me medicaba y ¡que quería follarte!

-Casi dije que querías follarme-me corrigió apartando las manos de su rostro riendo

-Porque te comenzó a golpear con el bolso y no pudiste seguir hablando-me carcajeé de él reviviendo el momento

-Bueno, me alegro de que lo hiciera, sino hubiera seguido diciendo estupideces-aceptó pero luego levantó la vista y de repente me miró con una mirada depravada y divertida a la vez ¿Qué tramaba decir?

-Pero, admítelo preciosa en el fondo verdaderamente querías que te follara-rió al ver mi reacción. Probablemente yo estaría muy sonrojada ahora

-¡No! En realidad quería partirte la cara-puse las manos contra su pecho desnudo, pues aún seguía él en bóxers y yo en ropa interior-pero si admito que estaba deseando que volvieras a besarme todo el tiempo, siento la vez dije que me daban asco tus besos, esa fue la mentira más grande que dije en mi vida.

-Mis besos mojaban tus bragas, mentías fatal preciosa-dijo seguro de sí mismo, y yo lo empuje suavemente con las manos en realidad sin intención de hacerle daño.

¡Ag, jodido arrogante encantador! Solo porque sabía que se divertía hablándome así para sacarme de mis casillas, porque lo amaba y porque me estaba mirando de una forma que hacía temblar todos mis huesos no le di una buena patada en sus partes "más" nobles.

-Y tú llevabas una erección debajo de tus pantalones todo el tiempo-decidí provocarlo yo también cuando sonreí lascivamente.

-¡Sí!-exclamó y yo reí fuertemente, ¡Ay, me encantaba ponerme juguetona con él!

-Era muy molesto querer follarte y no poder hacerlo-murmuró con una graciosa voz de indignación antes de acercase a mi oído a susurrarme-pero, ¿sabes qué? Luego me masturbaba pensando en ti

En otra ocasión seguramente me habría atragantado hasta con mi propia saliva, pero ahora solo me puse a reír estruendosamente

-Eres un puto salido Edward-le golpeé el brazo

-¿qué? ¡Es verdad! Me masturbé muchas veces pensando en ti-él decía esto como si estuviera hablando del tiempo, pero esto es lo que ocurría cuando llevabas años de confianza con alguien, y más con tu pareja, no tenías pudor de decir cualquier cosa que se te pasara por la mente.

Le indiqué con el dedo que se acercara a mí, y él con curiosidad lo hizo. Pasé una mano por el cabello de su nuca y me acerqué melosa a su oreja

-Yo también lo hacía-susurré con erotismo para luego salpicar su cuello de pequeños besos. Su pulso se aceleró y la Bella de mi interior se puso a bailar de felicidad.

-Traviesa –me acusó por lo que yo reí, pero él me acalló cuando atrapó mis labios entre los suyo. Oh dios, ¿cuánto podría yo a amar a este hombre?

-Me encanta besarte, no te imaginas cuan perfectos se sienten tus labios-me susurró cuando les dio tregua.

-Tienes unos labios bonitos, me gusta la forma que tienen-dijo distraído, como si solo estuviese pensando en voz alta, llevando su dedo hasta mi boca y perfilando con él mis labios. Instintivamente estos se curvaron en una pequeña sonrisa–ahora son aún más hermosos, ¿sabes que tienes la sonrisa más deslumbrante y honesta del mundo?-me halagó

Ow, Edward. ¿Eso es porque él no había visto la suya acaso? Esa sí que era una sonrisa hermosa

-No creo que seas objetivo-cuando estas enamorado, ciertamente eres poco objetivo-pero no me importa si alguien piensa que tengo sonrisa fea o linda, solo me interesa que te guste a ti

-Tú a mi me encantas de la cabeza a los pies-ronroneó en mi oreja

-¿Recuerdas la fiesta en la que nos conocimos?-Oh, cómo olvidar eso. Asentí con la cabeza-yo pensé que tus labios eran lindos y apetecibles, y en ese momento yo no te amaba, así que creo que soy muy objetivo

-También me fijé en tus ojos, y me cautivaron, parecían quemar y envolver a cualquiera que los mirase, me recordaron al color del chocolate derretido ¡Amé el color marrón desde ese día! Y tampoco estaba enamorado de ti, sin embargo fue eso lo que pensé.

-¿A dónde quieres llegar?-verdaderamente me estaba haciendo sonrojar. Se estaba poniendo tierno y eso me provocaba muchas emociones, quería besarlo, abrazarlo y apretujarlo contra mí.

-Quiero llegar a que eres una mujer muy hermosa, e independientemente de mis sentimientos hacia ti, lo eres. Cualquier persona podría darme la razón solo con verte. Tienes rasgos dulces y delicados, tu cuerpo es perfecto y yo, yo tengo la suerte de cerciorarme de eso cada noche-reí-tu voz es suave, tu risa es música, tu piel sedosa y tu interior es maravilloso. Tienes una personalidad que amo, eres luchadora y tu capacidad de perdonar es tan grande como tu corazón. Eres increíble, y quiero que te lo grabes en la cabeza para que nunca nadie te haga dudar de lo asombrosa que eres.

-¿sabes lo idiota que me siento cuando me dices cosas tan hermosas y yo ni si quiera puedo responder algo coherente, o en el mejor de los casos algo ingenioso?

-Bueno, me alegra tener ese poder en ti, señorita Swan-rió gracioso-me gusta ser capaz de dejarte sin palabras, creo que eso muy bueno-me guiñó un ojo

-Me haces sentir increíblemente bien Edward, me das mucha seguridad-dije.

Ni en la adolescencia ni ahora, yo no había sido el tipo de chica con problemas de autoestima en realidad, puede que no fuera la mujer más deslumbrante del mundo, de hecho era muy normal, pero él lograba hacer que confiara mucho en mí, jamás me había hecho sentir inferior o fea.

-Eres muy especial para mí, preciosa

-¿Eso lo dices porque nunca habías mirado a una chica antes a los ojos que a las tetas?- bromeé, él me dijo eso hace tiempo, aceptó que en la fiesta en la que nos conocimos, por primera vez en su vida, había mirado a una chica a sus ojos antes que reparar es sus pecho, ¡definitivamente eso era muy halagador para mí!

-Eso influye mucho-continuó con la broma

-Tú también eres especial para mí Edward, nunca antes me había enamorado de verdad-ahora fui yo la que realmente se puso emocional-siento cosas muy bonitas e intensas contigo, eres el primero que ha logrado despertar eso en mí-afirmé una vez más pues eso él ya lo sabía.

-El primero y el último.-Terminó diciendo posesivamente

-La primera y la última-en cierta forma repetí sus palabras solo que esta vez refiriéndome a él, ya que yo también era la primera mujer de la que se enamoraba y ciertamente esperaba ser la última también.

-Siempre vas a ser tú a la que anhelé ver cada mañana en mi cama cuando abra los ojos-prometió y yo sabía, después de tanto tiempo y con mucha seguridad, que sus palabras eran tan sinceras y ciertas como lo es el sencillo hecho de que el cielo es azul o la hierba es verde.

Suspiré. Era asombroso que después de 3 años él y yo nos fuéramos a casar, eso me hacía profundamente feliz, porque había encontrado a alguien que me amaba, que era sumamente buena persona, que compartía mis intereses, entendía mis momentos de malhumor, me tenía paciencia e intentaba hacerme sonreír cuando estaba triste. Era detallista, amoroso, cariñoso y durante estos años siempre me había hecho saber lo mucho que me quería, me había demostrado que se preocupaba por mí protegiéndome y había estado junto a mí en cada duro momento que había pasado.

Él era mi perfecto y capullo arrogante príncipe azul.

-Cuando estuvimos en Miami y me dañé el pie, y tú me acompañaste a la habitación y comenzaste a darme todos esos besos, no tienes una idea de cómo se sintieron-sentí la necesidad de hacérselo saber-me puse tan nerviosa, por momentos dudaba, quería mandarlo todo al diablo y simplemente dejar que me tocaras y que me besaras

-¿Crees que de no haberlo sabido hubiera seguido insistiendo?-pensó durante un instante la respuesta a su propia pregunta-bueno, igual si hubiera seguido insistiendo-ambos reímos, claro que lo hubiera hecho.

No importaba que mis palabras al decirle que se largara y me dejara en paz hubieran sido de verdad sinceras, él no habría parado y habría seguido persistiendo.

-Pero te lo he dicho, eres una mala mentirosa. Te encantaba que te tocara-me dijo mientras me quitaba un mechón de pelo que tenía en la cara para después ponerlo detrás de mi oreja

-No más de lo que me gusta ahora-respondí rozando suavemente la punta de mi nariz en su barbilla para después estirarme hasta alcanzar sus labios, los cuales uní rápidamente a los míos de tal manera que nos fundimos en un largo beso.

Pero no solamente fue un largo beso, fueron dos, tres, cuatro y hasta cinco largos y lascivos besos

-Edward-susurré contra sus labios tras llevar un rato besándonos

-Mmm-contestó reacio a terminar el beso ya que después su lengua volvió a delinear mi labio inferior

Necesitaba terminar de ponerme algo de ropa, estar en ropa interior frente a él no era buena idea ahora

-Voy a vestirme cariño-dije cuando corteé el beso ya que realmente me estaba muriendo de hambre

- Tú deberías hacer lo mismo antes de ponerte a cocinar ¿o piensas hacerlo así? –dije sonriendo y señalando sus bóxers.

Mi mirada, que no pudo ignorar a Eddie Jr. se paseó por sus no excesivos ni exageradamente marcados abdominales y luego por los fuertes músculos de sus piernas. ¡Este hombre quería matarme!

-Esa es una buena idea, de hecho suena tentador que tu sexy novio te cocine semidesnudo-arqueó las cejas repetidas veces a modo de insinuación y yo rodé los ojos divertida.

Lo cierto es que era muy tentador, pero posiblemente nos olvidaríamos de la comida, nos iríamos al dormitorio y cuando estuviéramos en el punto más interesante, la cocina comenzaría a arder por habernos dejado el fuego encendido, entonces saldríamos corriendo del departamento sin ropa y asustados y eso no era nada divertido.

-No lo niegues, se que te encantaría preciosa-me insinuó riendo

-En serio cariño, la ropa se inventó para algo-dije-úsala-le aconseje burlonamente

-Pues tú a mi me gustas más sin ropa-comentó paseando sus dedos por el canal de mi pecho

-Pues tú novia está muerta de hambre así que si no comemos pronto no me veras sin ropa durante semanas, ¿lo entiendes cariño?-desafié en broma acariciando el hueso de su cadera

-¿Me está amenazando señorita Swan?-preguntó elevando una ceja, yo iba a responderle algo ingenioso que tenía en la punta de la lengua cuando justo en ese instante escuché como mi móvil comenzó a sonar a lo lejos ya que se encontraba en el dormitorio.

-Te has salvado Cullen-dije mientras corría por el pasillo para rápidamente entrar en el dormitorio tras escuchar la musical risa de Edward antes de contestar mí móvil

-Hola Rose-la saludé ya que en la pantalla táctil del móvil había visto su nombre anteriormente

-Hola Bells-me respondió al saludo alegremente

-te llamaba para decirte que he invitado a los chicos esta tarde a casa, podríamos pasar la tarde en la piscina y esta noche hacer barbacoa, Emmett está impaciente por estrenarla-rió Rose pues recientemente a Emmett le había dado por experimentar y había terminado construyendo una barbacoa en el jardín de su casa

-¡Eso es genial Rose!, Edward y yo estaremos allí a las… -dije esperando que ella terminara la frase

-A las 6-concluyó

-también he llamado a Vanessa y a Jacob-dijo a la vez que escuché la puerta del dormitorio abrirse.

Giré mi cabeza pude ver a Edward entrar a la habitación sonriente para después dirigirse al armario y sacar una camiseta blanca y unas bermudas de chándal negras Adidas, las cuales se puso rápidamente, supongo que eligió un chándal para estar cómodo

-ellos han aceptado venir, pero no saben dónde queda nuestra casa así que, ¿podrías Edward y tú traerlos con vosotros?-preguntó aunque yo perdí un poco el hilo de la conversación ya que Edward me guiño un ojo mientras se acercaba para darme un besito en el cuello y susurrarme un "te amo, voy a preparar la comida" que fue correspondido con una sonrisa tonta de mi parte a la vez que asentía con la cabeza para después verlo salir por la puerta

-¿Bella? ¿Estás ahí?-preguntó Rosalie

-Emm, ¿Rose? Oh, sí, sí estoy aquí… -dije intentando recordar lo último que me había dicho-…si… Ummm ¿Jake? ¿Vanessa? claro no te preocupes, nosotros nos encargamos de ellos.

-Vale Bells, nos vemos esta tarde, un beso nena, ¡adiós!-se despidió

-Adiós Rose-contesté antes de cortar la llamada

Tras dejar el móvil sobre la mesilla, abrí el armario donde elegí un bonito vestido veraniego de manga corta blanco con rayas azules (FP), decidí no ponerme el bikini hasta más tarde por lo que tampoco me puse los zapatos ya que normalmente siempre que estábamos en casa Edward y yo— bueno en especial yo— andábamos descalzos por toda la casa así que salí del dormitorio y fui a la cocina donde me encontré a Edward cocinando

-¿Necesita ayuda el Chef profesional de la casa? -pregunté acercándome a él y echando una ojeada a lo que estaba cocinando.

¡Ñiam! Eso tenía muy buena pinta

-Claro, ¿podrías hacer la ensalada? Chef-dijo sonriéndome, a lo que yo asentí con la cabeza y me dirigí a la platera donde tomé un bol para preparar la ensalada.

- ¿Qué quería Rosalie?-preguntó ya que sabía que me había llamado ella pues me había escuchado llamarla por su nombre al contestar el teléfono

-Nos ha invitado esta tarde a su casa, por lo visto Emmett tiene especial interés en hacer una barbacoa-dije riendo a la vez que Edward hacia lo mismo

-Tendremos que llevar con nosotros a mi hermano y a Ness, ya que están un poco desorientados respecto a donde vive cada uno de nosotros

-Vale, no hay problema amor-coincidió antes de dejar un corto beso en mi labios

Nos pasamos un rato cocinando a la vez que hablábamos y bromeábamos para después preparar la mesa, donde acto seguido comeríamos, ya que Edward había cocinado una comida que prometía estar exquisita.

()()()()()()()()()()()()()()()()()()()()() 17 Julio 2011 ()()()()()()()()()()()()()()()()()()()()()()()()() ()()()()()()()()()()()()()()()()()()()()()()()()() ()

(*): Lo que describe Bella, es uno de esos sofás en forma de L

Atril(*): Soporte utilizado para colocar las partituras de un instrumento. Hay varios tamaños y tipos de atriles.

Prosecco italiano (*): Tipo de vino, es típico de Italia.

Bermudas (*): son pantalones por la rodilla, y en este caso son unos de chándal negros Adidas

.

.

.

¡Hola!

Aquí estoy una vez más con nuevo capi :D Espero que lo hayáis disfrutado y, bueno respecto al capi quería aclarar algo sobre Bella. La Bella de esta historia no es la Bella con baja autoestima que no confía en sí misma y que piensa que es horrible, no, sin embargo tampoco es, ni de lejos, una creída que piensa que es la mujer más guapa y perfecta del mundo. Tendrá sus momentos de bajón (sobre todo lo vais a ver en los Flash Back) pero no vais a encontrar a la Bella rota e insegura que todo el tiempo cree que es una basura pero tampoco a la prepotente que se come el mundo y piensa que es genial, encontraréis un punto intermedio en ella :) ¡Necesitaba aclarar eso!

Poco más tengo que decir esta vez, solo ¡muchas gracias de nuevo por Reviews, alertas y favoritos! Responderé más tarde los Reviews que me habéis dejado y pondré también las fotos del capi en mi perfil. (En Facebook ya están puestas) Nos leemos la próxima semana, muchos abrazos. Nika ^

^

Acerca del Autor

Nos dedicamos a brindar información a todos los fans de la Saga Crepúsculo. Desde entonces nos hemos encargado de cubrir premieres, eventos, actualizar día a día nueva información sobre el cast. Después de que terminó la épica Saga en Noviembre del 2012, seguimos los proyectos de cada actor como corresponde.
Lee más en: Conócenos

2 comentarios:

  1. palitatj10/22/2011

    exelente me encanta este fic' !!!! me tienes muy picada leyendo día y noche xoxoxoxo

    ResponderEliminar
  2. Anónimo8/02/2012

    Muy Buen Fic ;)

    ResponderEliminar

¡Anímate a comentar, siempre y cuando sea con respeto! Bienvenid@s.

Sube de nuevo ↑
Bienvenidos

    Bienvenido a la web de Diario Twilight. Llevamos siete años trayéndote las mejores noticias de La Saga Crepúsculo y su elenco. Haz parte de nuestras redes sociales y no pierdas detalle

Seguidores Blogger

Vsitas

© 2015 Diario Twilight. WP Mythemeshop Converted by Bloggertheme9
Blogger templates. Proudly Powered by Blogger.