Cap 1 al 5 cruz de navajas

Por Sarah Catheryn   Publicado a las  10:39 p. m.   1 comentario

1: Vida

Caminaba por los oscuros callejones de la ciudad de Volterra, en Italia. El gran reloj marcaba las tres de la mañana, una hora en la cual se le podía ver deambular como vil espectro. Sus pasos no producían sonido alguno sobre el empedrado que marcaba el camino que sus pies recorría. Todo estaba en silencio.
-Isabella.- escuchó una voz llamarle y pronto se vio invadida por una sensación de calidez. Adoraba escuchar esa voz, sentía que su vida volvía a ser suya.
-Hermana.- pronunció como respuesta. La otra se detuvo ante ella con una bella y cálida sonrisa adornando sus labios. -¿Te han enviado a buscarme?- le preguntó con curiosidad, pero a la vez, con algo de ansiedad.
-No, he venido por mi propia cuenta. Estaba segura que te encontraría por aquí.- respondió honestamente y sin apartar la mirada de Isabella.
-Me alegra que lo hicieras, Heidi.- una sonrisa se extendió por su rostro, y sus ojos violetas adquirieron un nuevo brillo.
Heidi es una muchacha alta y con una figura marcada; curvas en su sitio. Su cabello es de un lustroso color caoba, y su tez es tan pálida como la de cualquier vampiro existente. Sus ojos son rojos, símbolo de su dieta basada en sangre humana, pero usa lentillas azules, dándoles ese extraño matiz violeta.


Isabella es una vampiresa joven, estancada en las quince primaveras eternas. Su cabello es largo y castaño, a media espalda y un poco ondulado. Sus ojos solían ser marrones al estar viva, pero ahora son tan rojos como el resto. Usa lentillas como Heidi, lo que les facilita verse como hermanas reales.
-Haz estado un poco sombría, ¿no te parece?- preguntó la mayor, mientras apartaba algunos mechones castaños del rostro de su hermanita.
-Solo he pensado un poco en mi pasado.- dijo. –Quisiera vengarme por lo que nos hizo, quisiera matarlo con mis propias manos…- agregó mientras a su mente venía la imagen de aquél horrible hombre que había destrozado toda su vida en cuestión de horas.
-¿Y qué te lo impide?- le preguntó la otra, mientras una sonrisa maliciosa se adueñaba de sus labios.
-No creo que al amo Aro le guste.- la imagen del vampiro vino a inundar sus pensamientos.
Aro es uno de los Vulturis. Él, junto con Cayo y Marco, son los encargados de mantener la existencia de los vampiros en total secreto. Viven en Volterra, y junto con la guardia real -ya que los Vulturis son la realeza vampírica- controlan cada movimiento mal efectuado de su especie. Todos tienen poderes asombrosos, por eso es que se les permite unirse al grupo.
Aro, Cayo y Marco, tienen siglos de existir; nadie sabe por qué siguen juntos, dada su dieta a base de sangre humana. Los de la especie no tienden a agruparse en cantidades grandes, a excepción de dos clanes. El clan de Denali, ubicado en Alaska. Y la familia Cullen, en Estados Unidos. Muchos aseguran que su sed de poder y la ambición por el control les permiten seguir con el resto. Nada es seguro.
-Preguntémosle.- la simple sugerencia iluminó el rostro de Isabella. Y pronto ambas dirigieron sus pasos al castillo que habitaban, dispuestas a conseguir su objetivo.
C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.
-¿Q-que h-haces a-aquí?- escuchó preguntar con miedo a Phil, su padrastro.
-Visito a un viejo amigo. ¿No te alegra verme?- la sonrisa en su rostro se ensanchó al ver al hombre acorralado contra la pared. Su risa se escuchó musical, alegre. Este era el momento que tanto había deseado, ahora tenía una razón más para entregarle su existencia al amo Aro.
-Mira como tiembla esta asquerosa rata.- murmuró Heidi, mientras su atractiva figura cruzaba el umbral de la puerta. –No puedo creer que ensuciarás tus manos con él, Isabella.-
-Antes de acabar contigo, debo agradecerte el que me hayas llevado hasta Heidi.- sus dedos atraparon el rostro de Phil, quién solo miró aterrado a su hijastra, aquella dulce e inocente niña que había desaparecido tres meses atrás, el mismo día que Renée Swan murió. –Si yo no hubiera caído en ese callejón, ahora no sería un vampiro.- los ojos del hombre se abrieron con incredulidad.
-Nosotros también deberíamos darle las gracias, en ese caso.- murmuró una seductora voz masculina desde la ventana. Dos figuras cubiertas por largas y negras capas se introdujeron en la vivienda, clavando sus ojos carmesí en el tembloroso sujeto.
-Félix, Demetri.- saludó dulcemente Heidi. -¿Qué hacen en Barcelona?- preguntó visiblemente curiosa.
-No queríamos perdernos el espectáculo.- dijo Félix. Demetri solo asintió y se echó a reír, mientras ambos dejaban caer las capuchas.
Un grito resonó en el silencio sepulcral de aquella lluviosa noche. Barcelona se estremeció a la mañana siguiente, cuando el cuerpo de Phil fue encontrado crucificado en la pared de su casa. Marcas de uñas y colmillos, huesos destrozados; torturado, fue la palabra que muchos usaron. ¿Lo más aterrador? En su cuerpo no había una sola gota de sangre.
C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.
El latido de un corazón resonaba en el silencioso castillo italiano. Aro, Cayo y Marco miraban a Isabella con asombro, incapaces de comprender lo que ocurría.
-¿Cómo es eso posible?- preguntó Aro, mientras flotaba alrededor de Isabella. Ella solo lo contemplaba con respeto. -¿Qué dicen que ha ocurrido?- le preguntó a los otros. Félix, Demetri y Heidi se encogieron de hombros, asombrados por la misma razón.
-Mi corazón ha vuelto a latir cuando bebí la última gota de su sangre.- pronunció Isabella con asco, pero siendo sincera. –Creo que he obtenido su vitalidad, aunque dudo que se detenga alguna vez.- la posibilidad de morir ahora que tenía una vida eterna no pareció de su total agrado.
-Debe ser ha causa de tu poder.- concluyó Marco, desinteresado en el tema.
-Deseabas tanto arrebatarle su vida, que pasó a ser tuya.- dijo Cayo, mientras una sonrisa burlona se instalaba en su rostro de granito. –Ahora será más fácil que hagas tu trabajo.- Aro rió alegre, viendo el lado positivo del asunto; pues no lo había pensado hasta que su hermano lo comentó.
-Es posible.- murmuró ella como respuesta. -¿Puedo?- extendió su mano hacia Aro, quien asintió y la tomó entre la suya. Los pensamientos entusiastas de Aro pronto fueron oídos por Isabella, quien solo asintió y se retiró.
-Definitivamente, ella es perfecta para el trabajo.- concluyó Cayo.
-Lo sé. Me alegra que Heidi no la matara en ese callejón.- murmuró Aro.
C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.
-No dejas de sorprenderme, Isabella.- murmuró riendo Alec, mientras estudiaba el rostro sonrojado de su amiga.
-Eres extraña, ¿lo sabías?- preguntó antipáticamente Jane, pues había dejado de ser la consentida de Aro cuando Isabella legó.
-No deberías haber dicho eso.- dijo la de ojos violetas, mientras sujetaba entre sus manos el pequeño e infantil rostro de Jane. Alec rió divertido ante la escena, Isabella se congeló en su sitio, y Jane se encogió asustada.
-Ahora ha copiado tu poder, hermana.- Alec parecía el más alegre en aquel sitio, mientras que Jane murmuraba una sarta de maldiciones.
Isabella se sentó en el piso, asimilando el nuevo don que le había sido otorgado.
-Tu naturaleza, aquella que te acompañó al momento de la transformación, es poco usual.- escuchó murmurar a Demetri desde la puerta. –Desde que renaciste, puedes ocultarte del resto y evitar que sus poderes te afecten. Eres indestructible.-
-Y no solo eso.- agregó Heidi, quien se unía a aquella pequeña reunión sin ser invitada. –Puede controlar cualquier cosa con su mente. Ya vieron como clavó a su padrastro en la pared.- rió divertida. –Pensé que alguien más estaba lanzando los clavos, por poco y me asustaba. Imagínense al tipo.- Demetri sonrió ante el recuerdo.
-Y ahora puede leer mentes como Aro, torturar físicamente como Jane, la habilidad de rastreador de Demetri, la habilidad de Marco…ha robado los dones de todos los Vulturis y la guardia.- dijo Félix, con fingido malestar.
-¿Qué te he robado a ti?- preguntó Isabella, recobrándose.
-Mi sexy y encantadora personalidad.- respondió el otro. Todos se echaron a reír, mientras que Félix los miraba con el ceño fruncido.
Las tardes en Volterra eran divertidas, no podía negarlo.
C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.
-¿Estás segura de esto?- le preguntó Heidi.
-Aro me ha asignado mi primer trabajo. No pienso fallarle.- respondió Isabella, mientras deslizaba unas medias de red por sus blancas piernas. –Solo debo exterminar un neófito en Londres.-
-Pienso que no debes ir sola.- repuso la hermana mayor. –Solo llevas un año como vampiro, prácticamente sigues siendo un neófito.- insistió, pero desde el primer momento asumió su derrota.
-Puedo con ello.- y desapareció en la oscura noche.
Ese fue el inicio de su carrera como asesina. Neófitos en diferentes partes de Europa, Asia, África…
Isabella era perfecta para ello, y siempre volvía con una habilidad nueva.
Y así pasaron los años…
Cincuenta y cinco años…

2: Familia

Esto es completamente absurdo.- murmuró un chico de aparentemente diecisiete años. Cabello cobrizo, grandes ojos dorados, piel pálida y ojeras moradas bajo los ojos.
-Vamos, Edward.- le reprochó una muchacha bajita con aspecto de duendecillo. Rebelde cabello negro, grandes ojos dorados, tez pálida y ojeras lilas. –No será tan malo.- dijo de nuevo, intentando convencer al muchacho.
-No lo vas a lograr, Alice.- clavó su vista de nuevo en el grueso libro que leía antes que su pequeña hermana interrumpiera su mundo.
-Edward Anthony Masen Cullen.- pronunció su nombre completo, pero él no se inmutó. –Tanya insiste en verte, han sido muy amables en invitarnos a pasar las fiestas con ellos. Debes bajar.- Alice parecía molesta, pero pronto esa expresión se volvió una que él conocía muy bien.
-¿Alice?- preguntó contrariado.
Alice era capaz de ver cosas que aún no pasaban, ya saben, el futuro. Pero este nunca era preciso; una decisión, por mas pequeña que fuera, podía cambiarlo todo. Edward, por su parte, era capaz de leer la mente de todos lo que le rodeaban, lo deseara o no.
¿No lo había mencionado? Ellos son vampiros, pertenecen a la familia Cullen; uno de los tres grandes clanes de vampiros en el mundo.
La muchacha ahogó un grito de emoción. Todos estaban reunidos a su alrededor, esperando con impaciencia lo que la vampiresa había visto.
-¿Qué pasa, Alice?- preguntó un muchacho rubio, de ojos dorados. La pareja de Alice, Jasper Hale.
-Habrá rebajas en Seattle en dos semanas.- respondió por ella Edward, mientras todos fruncían el ceño y miraban a una divertida Alice.
-¿Tanto alboroto por eso?- preguntó un vampiro enorme, de cabello castaño. –Comienzo a pensar que la enana necesita un psicólogo.- rió ante su broma.
-Cállate, Emmett.- le golpeó su mujer, una chica de figura escultural y cabello rubio.
-Iremos de compras, Rose.- le dijo la pequeña a la rubia. Ambas sonrieron. Si algo tenían en común Alice Cullen y Rosalie Hale, a demás de ser vampiros, era su gusto por las compras; aunque la primera estaba obsesionada.
Un hombre rubio le dirigió una mirada reprobatoria a Alice; mientras que la mujer de cabello color caramelo la miró con dulzura.
-No debes molestarte Carlisle.- le habló Edward a su padre. –Esme no lo está, y ya sabes como es Alice.- el hombre rubio asintió, no sin antes mirar el rostro dulce de su esposa.
Todos dejaron la habitación, menos Edward. Cuando la puerta iba a cerrase, Esme volvió a entrar.
-Sería lindo que bajaras un rato, cielo.- le dijo en tono maternal mientras apartaba el libro de sus manos. –No es bueno que estés siempre solo.-
-No quiero ser grosero, mamá.- comentó. –Pero conoces a Tanya, sabes que prácticamente se lanza sobre mí al verme.- ella rió al escucharlo. –Y sabes que es molesto.- Esme no podía discutirle ese punto. Esa vampiresa había estado enamorada de su pequeño desde muchas décadas atrás.
-Solo piénsalo.- besó su mejilla y volvió al piso de abajo, donde se encontraba el resto de su familia y sus amigos de Denali.
-No entiendo como logra convencerme.- murmuró para si mismo Edward, mientras marcaba la página del libro y se reunía con su familia.
C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.
-Haz echo un estupendo trabajo, Isabella.- pronunció con admiración Aro. –Y ahora puedes hacer que los vampiros te escuchen en sus cabezas, ¿telepatía, haz dicho?- el vampiro flotaba alrededor de la chica. Como un pequeño niño en una tienda de mascotas.
Así es, amo Aro. -Escuchó la voz de Isabella en su cabeza y sonrió complacido.
-Aunque no me será de utilidad si no puedo recibir una respuesta mental.- comentó desilusionada.
-Pero tu puedes leer la mente, cielo.- repuso Aro, mientras llevaba un dedo a su barbilla, pensativo.
-Solo al tacto, si pudiera hacerlo cuando deseo…-
-No creo que alguien pueda hacerlo.- le dijo Marco, siempre tan negativo.
Isabella le sacó la lengua de modo infantil, y Marco rió. A nadie le asombró el cambio del antes callado vampiro, pues todos actuaban distinto desde que la chica se unió a ellos. Cincuenta y cinco años atrás…
C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.
-¡Oh, Edward!- gritó Tanya al ver al vampiro de cabellos cobrizos bajar por las escaleras y como el había predicho, se lanzó a sus brazos.
-Hola, Tanya.- dijo de repente con mal humor. -¿Puedes apartarte?- no quiso sonar grosero, pero su paciencia no lo había acompañado en el viaje.
Ella obedeció, aunque frunció el ceño. Odiaba que Edward no le prestara atención, pero no iba a rendirse fácilmente. Pronto Edward sería suyo.
Esa chica está loca, Edward”. Pensó Emmett, mientras por su rostro se extendía una sonrisa, que Edward contesto con otra ante el pensamiento. “Me pregunto de que color es la ropa int..”
-Emmett.- Edward se apretó el puente de la nariz con el dedo pulgar y el índice. –No quiero saberlo.-
-Pues no entres en mi mente.- le dijo entre risas. Rosalie Hale le miró sin entender, a veces su marido era un completo idiota.
C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.
-¿A dónde debo ir?- preguntó Isabella. Cayo la observó duramente, ella se encogió un poco.
-Irás a Forks, Washington.- Isabella observó a Aro con la boca abierta.
-¿Me enviarás a Estados Unidos?- todos se quedaron en silencio.
-Ahí se encuentra el clan de mi amigo Carlisle Cullen.- dijo Aro con alegría. –Quiero que estés cerca de ellos un tiempo, y vigiles los movimientos de este trío.- arrojó hacia ella tres fotografías. –Sospechamos de ellos desde hace meses.- ella asintió.
-¿Iré sola?- quiso saber.
-Heidi irá en un par de meses a ver como va todo.-
-¿Cuándo me marcho?- preguntó visiblemente triste.
-El fin de semana. Estudiarás en el instituto de Forks, ya te hemos matriculado.- ella volvió a asentir.
C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.
-Me alegra que el viaje terminara.- dijo Edward mientras conducía su coche, un flamante volvo plateado.
-Si mamá te oye se molestará.- le dijo Alice desde el asiento trasero.
-No creo que Esme lo hiciera.- repuso Jasper.
Edward se quedó en silencio, intentando bloquear los dulces pensamientos de la feliz pareja. No lograba entender cómo todas las parejas en su casa eran tan empalagosas.
En un BMW detrás del volvo, venían Rosalie Hale al volante y Emmett Cullen a su lado. Ambos hablando sobre coches, pues eran la pasión de Rosalie.
Y en un mercedes negro, venían Esme y Carlisle Cullen, hablando sobre Edward.
Un clan de vampiros integrado por siete personas. Tres chicas y cuatro chicos. Tres parejas y Edward. Padres, hermanos y primos; o eso pensaba el pueblo.
Pero a fin de cuentas, una familia.
C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.
-No quiero irme, hermana.- dijo Isabella, mientras algunas lágrimas se deslizaban por sus pálidas mejillas.
-No puedes fallarle a Aro, Isabella.- le respondió Heidi, aunque tampoco deseaba separarse de su pequeña y ficticia hermana vampiro. –Tu misma lo dijiste.- le recordó; en su papel de hermana mayor, autoritaria y responsable. Ambas rieron.
-Te voy a extrañar, Heidi.- dijo mientras la abrazaba. –Gracias por no matarme cuando te lo pedí.-
-Y yo te extrañaré a ti.- respondió. –Y gracias por ofrecérmela.- ambas sonrieron, luego terminaron de empacar las pertenencias de la más joven. El día de su partida había llegado.
Pronto Isabella Swan estaría en Forks.
————————————————-
Cruz de Navajas by Mari Cullen
¡Hola! Aquí yo con el primer capítulo de la historia. Me alegra que os haya gustado .
Aclarando algunas dudas:

1.Waa! Si, la vampiresa del callejón la convierte; y como vimos, es Heidi.
2.Bella puede ejercer control sobre el resto de los seres vivos y los objetos con su mente, pero también es capaz de protegerse y copiar poderes; como dice Demetri, es indestructible. xD
3.Sip, Bella tiene los ojos rojos y usa lentillas azules para hacerse pasar por la hermana menor de Heidi cuando salen de caza. Ya conocen el trabajo que realiza Heidi para los Vulturis…
4.Bella supo que Heidi era vampiro por la belleza inhumana. Estamos hablando de los tiempos de 1950; donde se conoce la existencia de estos seres solo como mitos, pero para una joven lista como Isabella Swan, que se concentra en lecturas menos superficiales y se deja guiar por sus instintos…fue fácil saberlo. A demás, ¿no era un poca obvia la sed de Heidi?
5.No, no estoy obsesionada con los padrastros malvados xD Pero me parece lo más razonable. Siempre es el padrastro el que abusa de sus hijastros, y siempre es la madrastra la mala del cuento. Si no me creen, preguntenle a Cenicienta xD

Creo que eso es suficiente por hoy xD Nos leemos pronto n.n
—————————–
Cruz de Navajas by mari cullen
Hola! Me alegra que el fic tenga tan recibimiento Vamos a algunas dudas:
, el fic se llama Cruz de Navajas por la canción de Mecano, que aunque no tiene nada que ver me tiene traumada xD.
roba poderes con contacto, solo debe tocar a alguien para un nuevo don.
No sé que mas decir…nos leemos en el siguiente.

Cap 3    Caza.
Las hojas secas crujieron bajo sus pies; se abofeteó mentalmente por su descuido. El ciervo que en ese momento bebía agua levantó su cabeza, y con sus pequeños ojos negros miró todo a su alrededor, sintiendo por su cuerpo correr el instinto de supervivencia.
Isabella suspiró cansadamente cuando el venado echó a correr, lejos de ella. Sus ojos violetas sometieron a un severo escrutinio el territorio que la rodeaba, buscando otra presa. Fácilmente podía haberlo inmovilizado, o atraerlo hacia ella, pero si lo hiciera, ¿dónde quedaría la diversión?
C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.
-¿Alice?- preguntó Jasper a su esposa de modo preocupado. La vampiresa de negros cabellos frunció el ceño frustrada y en sus labios se formó una mueca que dejó entrever sus blancos y afilados colmillos.
-Está molesta porque no puede ver el futuro con claridad.- murmuró Edward, ganándose una mirada envenenada de su hermana pequeña.
-Pero eso siempre ha sido igual.- comentó en voz baja y con tono de despreocupación Emmett. Pronto se vio sobre el suelo, con el cuerpo de la duendecilla sobre el suyo gruñendo de forma salvaje. –Era una broma, enana.- le dijo en son de broma, pero ella le gruñó de nuevo.
-No me refiero a eso.- intentó calmarlos el de cabellos cobrizos. –Sus visiones son borrosas, como si algo estuviera interfiriendo en ellas.- se quedó en silencio unos instantes, escuchando los pensamientos de una Alice furiosa.
-¿Podrías levantarte de mi marido, Alice?- preguntó Rosalie disgustada. “Emmett puede ser un completo idiota a veces”. Edward rió entre dientes, y Rosalie le sonrió.
-Vamos, mañana volvemos a clases y debemos alimentarnos bien.- dijo Alice, danzando alrededor de su esposo. “Esto es frustrante”.
C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.
¿Por qué tengo que asistir al instituto?” Se preguntaba mentalmente Isabella mientras caminaba entre los árboles del bosque de Forks. “¿Y por qué en Forks?” Con cada duda que surgía su ceño se iba frunciendo y una pequeña arruga de preocupación se formaba en su frente. “¿Qué pasa si cometo un error, si mato a alguien por accidente?”
Escuchó movimiento a unos cuantos metros de su posición y sonrió complacida, su presa estaba ahí, esperando por ella.
-Es perfecta.- se dijo a sí misma cuando se encontraba a cinco metros del asustado animal, quien se movía con desesperación en el claro.
C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.
-Es mía.- pronunció Edward, mirando al desprotegido animal en el claro. Sus hermanos le restaron importancia y se dedicaron a vagar a unos cuantos metros de él.
Se movió a una velocidad inhumana, propia de un ser de otro mundo; a velocidad vampírica. Se lanzó hacia el animal, sin notar que alguien más imitaba su movimiento.
Chocó contra algo, o mejor dicho alguien; y el sonido pareció el de dos rocas al estrellarse. Volvió en si mismo, aplacando sus instintos para ver lo sucedido.
-¿Qué ha pasado, Edward?- escuchó la voz de Alice a una distancia prudente. No lo sabía, un momento saltaba sobre su alimento y de pronto estaba en el suelo…
C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.
Isabella se encontraba igual de confundida, pero no por haber chocado con el vampiro, sino por estar arrebatándole su poder.
Su figura yacía congelada bajo el frío cuerpo del muchacho, incapaces ambos de reaccionar. Sus brazos estaban sobre su cabeza y mantenía los ojos cerrados y los labios entreabiertos, intentando volver en sí rápido; el tirante de su blusa se deslizaba por su hombro derecho con lentitud; y sentía su falda un poco más arriba de lo permitido. Pero eso no la mantenía con las mejillas sonrojadas como estaba, sino la cercanía de él.
C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.
Su cuerpo estaba sobre el de la muchacha, acomodado entre sus piernas. Una mano sobre la cabeza de ella y la otra sobre uno de sus pechos. Como si esto fuera una broma del destino, era la típica caída estilo anime.
Sus rostros estaban a escasos centímetros, y el embriagador aliento de la muchacha golpeaba sus labios. Por alguna razón era imposible apartar la mirada de ella, y peor aún, no era capaz de levantarse de esa comprometedora posición. Algo se lo impedía.
-¿Edward?- preguntó su pequeña hermana. Un chiflido de Emmett, seguido por las estridentes carcajadas de cuatro vampiros, rompieron el silencio.
Esto no se ve todos los días”. Pensaba una divertida duendecilla de ojos dorados. “Aunque no lo vi venir en ningún momento”. Eso sonaba más extraño aún.
Parece que Eddie está creciendo”. Emmett siempre era así, pero pronto lo iba a hacer tragarse ese comentario mental.
¿Cómo sucedió esto?” Se preguntaba una Rosalie visiblemente contrariada. “¿No deberíamos ver si ella está bien?”
¿Está viva?” Se preguntó Jasper.
Edward se levantó velozmente de ella, completamente avergonzado. Sus hermanos ahogaron una carcajada al ver su reacción tan exagerada. Estaban seguros que de ser posible, él estaría totalmente rojo. Acallaron otra carcajada.
C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.
Lo sintió retirarse, y pronto intentó imitar el movimiento, pero aún no era suficiente tiempo. Se sentó, acomodando su ropa. Una mano sujetando su falda y la otra apretando la tela de su blusa a la altura del corazón. El largo cabello castaño caía desordenado por su espalda, con algunas hojas en él. Mantenía la mirada en el suelo.
¿No es extraño que no lo haya visto, Edward?” Le cuestionó mentalmente Alice. “¿Y cómo no te diste cuenta?”
Es humana”. Pensó Rosalie. “Pero, ¿cómo es…?”
Es un poco extraña…” pensó Emmett.
¿Por qué está tan tranquila? La gente normalmente nos teme”. Se preguntaba Jasper.
Es bonita”. Pensó de forma distraída Edward, ignorando a todos sus hermanos. “¿Por qué no puedo escuchar sus pensamientos?”
Isabella estaba sorprendida, los escuchaba a todos. Y no había tenido que tocarlos, como Aro. Podía escuchar todo, a todos, podía oír sus pensamientos. Una pequeña sonrisa amenazó con apoderarse de sus labios, pero no la dejó. Y lo mejor, el lector de mentes no podía leer la suya.
C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.
Alice se puso de cuclillas ante la joven, cuando estaba a punto de tocarla, la otra levantó el rostro.
-Hola, soy Alice Cullen y estos de aquí son mis hermanos Emmett, Jasper, Rosalie y Edward.- señaló a cada uno con su pequeña y blanca mano y luego le dedicó una sonrisa a Isabella. -¿Te encuentras bien?- asintió como respuesta, pero dirigió su vista a cada uno de ellos.
Edward se acercó y le tendió la mano para ayudarla a levantarse, ella la aceptó y así se puso de pie.
-Lo siento.- susurraron ambos a la vez. Los demás miraban la escena divertidos.
-¿Cuál es tu nomb…?- antes de que Edward terminara la pregunta un teléfono celular comenzó a sonar. Ella se soltó de su agarre y se agachó a recoger el pequeño aparato que se encontraba en el suelo. Al ver el nombre en la pantalla su rostro se iluminó y una dulce sonrisa se extendió en sus labios.
-Debo irme.- dijo en un susurro. –Adiós.- su pequeña mano se agitó en el aire antes de llevar el celular a su oído y responder con voz alegre.
Todos se quedaron inmóviles, viendo a la joven desaparecer entre los árboles del bosque y sin saber siquiera su nombre. Los cinco coincidieron en algo.
-Es extraña.-
Cinco ojos dorados se contemplaron con extrañeza, por primera vez estaban de acuerdo en algo.
Cap 4 Colegio.
-Estúpido instituto lleno de humanos insolentes.- pronunció la de ojos violetas al dejar su casa. Sus pasos la condujeron a la carretera, y siguió su camino a paso humano hasta el lugar llamado escuela, dispuesta a llegar tarde y ser despachada a su hogar. Pero eso no ocurrió. –Maldito reloj adelantado de esa casa…- maldijo interiormente a su escaso interés por el tiempo, lo que la había llevado a salir excesivamente temprano.
-Buenos días, alumnos.- pronunció el profesor de Literatura, recibiendo a sus alumnos con una enorme sonrisa que solo representaba una cosa: examen sorpresa. –Saluden a su nueva compañera, la Srita. Swan.- la nombrada entró al salón, sonriendo dulcemente y dejando a varios sin aliento.
Es realmente hermosa…”- pensó un chico al fondo del salón, para luego jadear en busca de aire.
Mira esas curvas…”- un chico rubio de ojos azules no apartaba su mirada de ella. “Pienso abordarla al sonar el timbre”- sonrió sensualmente, o eso es lo que llegó a pensar.
Es tan hermosa como los Cullen, ¿tendrán algún parentesco?”- se preguntó una chica al lado del único asiento vacío en aquel salón atestado de gente.
-Mis queridos estudiantes…- la voz del maestro resonó en aquel silencio sepulcral. –Hoy tenemos un examen sorpresa…- cientos de bufidos fueron escuchados. –Y por su falta de cooperación, será oral…- quejas, murmullos, bufidos fueron la respuesta.
-Hola, mi nombre es Jessica Stanley.- murmuró la chica a su lado. “Espero que no se acerque a Edward…”- la de cabello castaño hizo una mueca, que pronto cubrió con una bella sonrisa.
-Soy Isabella Swan, es un gusto conocerte Jessica.- se rió interiormente por el rostro desencajado de su compañera, quien se había quedado alucinada con el suave tono de su voz. Deslumbrada, como quedaba todo humano.
-Srita. Swan.- le llamó el maestro. –Ha ingresado hoy al colegio y ya la veo hablando en clase.- le reprochó el hombre visiblemente molesto. “El hecho de que sea devastadoramente hermosa y tengo un cuerpo así…¡Concéntrate, hombre. Es una alumna”- ella se rió suavemente, mirando los ojos torturados del hombre. -¿Podría hablarme sobre el libro Orgullo y Prejuicio de Jane Austen, si es que lo ha leído?- le cuestionó el hombre con rostro serio. “Las chicas bonitas como ella no leen, prefieren pasar su tiempo frente al espejo o con sus novios”-
Ella le miró con el ceño fruncido y los labios apretados. ¿Quién se creía ese tipo para juzgarla? Había comprado el libro en uno de sus viajes de cacería en los años de 1950, mucho antes que ese hombre, casi le había tocado conocer a la autora y se atrevía a decir –o pensar en dado caso- que no lo había leído. Los hombres no tienen cerebro, se repitió interiormente, y se rió con disimulo por el chiste privado del que disfrutaba.
-Lo he leído, por supuesto.- repuso con voz aterciopelada, dejando a muchos sin aliento. –Jane Austen es una autora visiblemente reconocida y admirada, sus obras han transcendido las barreras del tiempo y se ha convertido prácticamente en una leyenda. Su obra más grande, o por lo menos a mi parecer, es Orgullo y Prejuicio; que narra el romance entra una joven sin fortuna y un engreído hombre. Elizabeth Bennet representa el prejuicio, dada su facilidad para etiquetar a la gente y juzgarla por su apariencia o comentarios; mientras que el Sr. Darcy representa al Orgullo en todo su esplendor, pues es sabido por todos que es un hombre ruin y sin interés por el resto…- ella continuó hablando, hasta dejar al maestro sin aliento.
El hombre le miró con la boca abierta y una expresión de total sorpresa, revisando una y otra vez el análisis que la muchacha había hecho de la obra. Algunos de sus compañeros chiflaron y otros aplaudieron, pues al parecer era la primera capaz de dejar sin habla al maestro de literatura.
Definitivamente ella es especial. Debo tener cuidado.”- se dijo a sí mismo el hombre. El timbre sonó y todos comenzaron a salir, quedando Isabella en su lugar guardando sus cosas.
Es mi oportunidad”- la voz de ese chico rubio resonó en su cabeza. –Hola, soy Mike Newton, es un gusto conocerte.- ella le sonrió.
-Soy Isabella, el gusto es mío, Mike.- el sonrió de oreja a oreja, complacido ante su logro. –No quiero ser grosera dado que es mi primer día, pero si lo que intentas en invitarme a salir o algo similar…- el asintió, la sonrisa no se borró de sus labios. -…debo negarme.- todo rastro de simpatía desapareció. –No tengo interés en salir con ningún chico…- “humano” pensó para si misma.
Definitivamente es como los Cullen”- ella le miró sorprendida. “Ellos siempre se niegan a salir con otros. Esta chica es igual que Edward Cullen”.- frunció el ceño, indignada ante tal comparación. Los humanos eran criaturas estúpidas. Recogió su bolso y una libreta de apuntes que siempre cargaba en sus manos y se fue al comedor con el ceño fruncido.
Vaya, la chica nueva es realmente sexy”- pensó un chico, mientras hablaba sobre ella con sus amigos. “Espero que no tenga novio”- ¿Novio? No lo tenía, nunca lo había querido ni necesitado…
Solo mírenla, se cree la gran cosa…”- la muchacha con esos pensamientos mordió su manzana roja y giró el rostro.
-Oh, Bella. Siéntate con nosotros.- le habló Jessica Stanley, haciéndole una seña con la mano para que se acercara. Miró a todos los de esa mesa: Jessica Stanley, Mike Newton, Lauren Mallory, Tyler Crowley, Ángela Weber y Ben Cheney. No tenía nada en contra de los dos últimos, pero los primeros cuatro no le agradaban. Sonrió como disculpa y fue a sentarse en una mesa desocupada, no sin antes sentir la mirada de cinco vampiros curiosos en ella.
-¿Esa no es la chica del bosque?-preguntó con una vibración de labios Alice.
-Si, es la chica que manoseó Eddie en el claro.- rió Emmett, ganándose una mirada de reproche de sus hermanos.
Isabella no prestaba mucha atención a su entorno, escuchaba las voces de mucha gente en su cabeza a la vez, un zumbido interminable que la abrumaba, pero era parte del don que siempre había deseado tener. Puso su libreta de notas sobre la mesa y sacó un bolígrafo negro de su bolso. Su maravillosa letra pronto comenzó a llenar la hoja.
Lunes 20 de Agosto de 2005
Primer día…
La vida en Forks no parece ser complicada. Mi casa es confortable y se encuentra en medio del bosque, apartada del resto. Es oscura y fría, o esa impresión me da. Está bien. El instituto es mucho peor de lo que esperaba. Mis compañeros son predecibles, lo que podía considerarse de hormonas andantes en un pueblo sin novedades. El cielo ha estado nublado la mayor parte del tiempo, pero no ha llovido, aún. Me he topado con cinco de los Cullen: Edward, Emmett, Alice, Rosalie y Jasper. Parecen buenas “personas”, en lo que cabe decir. Asisten al mismo instituto que yo y en este momento me están mirando.
Nuestro primer encuentro fue algo completamente inesperado. Me encontraba cazando un ciervo cuando éste escapó, por lo que tuve que buscar una nueva presa. La encontré en el claro, pero al parecer Edward Cullen también decidió lanzarse por ella, por la que chocamos y terminamos en el suelo en una posición demasiado comprometedora. Sé que Heidi se va a reír con esto, pero terminé con un lindo chico entre las piernas y una de sus manos en mi pecho. Intenten no recordarlo cuando regrese a casa.
Y tengo un nuevo poder, hasta ahora. Edward posee el poder que tanto he anhelado, y en nuestro accidental encuentro lo he copiado. Ahora leo mentes sin necesidad del tacto, aunque son pensamientos del momento y hay un límite de distancia. Sigo pensando que si convino ambos, saldrá algo bueno…
Seguiré observando…
Isabella Marie Swan Vulturi.
La cerró al tiempo que Alice Cullen se sentaba frente a ella. “Es una muchacha realmente linda. Creo que podemos ser buenas amigas”- el pensamiento de la vampira de negros cabellos fue el más decente de aquél absurdo día.
-Hola, Alice.- la saludó cortésmente. Guardando la libreta y la pluma en su bolso, solo por precaución. –Creo que aún no me presento, lamento lo de la última vez. Soy Isabella Swan, acabo de mudarme a Forks. Discúlpame con tus hermanos.-
-No te preocupes, no están molestos.- pronunció Alice Cullen con lentitud, intentando no alterar a la “humana” frente a ella. -¿Te gustaría sentarte con nosotros?- le preguntó al tiempo que tocaba su mano. Bella se congeló un segundo, el poder de Alice estaba pasando a ser suyo, veía pequeños flash de cosas que nunca había visto, cosas que no pasaban. La pequeña duendecilla tenía acceso al futuro, y ahora ella iba a hacer uso de ese don.
Cuando el proceso terminó, le sonrió agradecida. Ambas se pusieron de pie y caminaron a la mesa de los Cullen, hablando animadamente sobre el ritmo de vida en el lluvioso pueblo.
-Chicos, ella es Isabella Swan.- dijo con voz alegre la vidente. Todos alzaron sus rostros y miraron a la invitada.
-Hola.- contestaron los cuatro a la vez. Bella sonrió como respuesta.
-Siéntate, por favor.- le pidió Alice con dulzura. Ella obedeció sin renegar y tomó asiento junto a Rosalie, frente a Edward, pues se sentaban con sus parejas…se dio una bofetada mental por pensar eso. -¿Y, de donde vienes, Isabella?- le preguntó casualmente.
-Nací en Barcelona, pero al morir mi madre me mudé a Italia, con una amiga y su familia.- respondió mientras desmigajaba sin entusiasmo la dona que le habían ofrecido. –Pero decidieron que sería bueno para mí venir a Estados Unidos. Así que aquí estoy.-
-Siento lo de tu madre.- dijo Jasper, mandando ondas de calma por toda la mesa, pues es sabido que los humanos se ponen sentimentales al hablar de esos temas.
-No te preocupes, fue hace muchos años.- una diminuta sonrisa intentó apoderarse de sus labios, pero no se lo permitió. –A demás, he sido muy feliz con mi nueva familia.- esta vez si sonrió, disfrutando los recuerdos que invadían su mente.
-¿No tenías más familia?- preguntó con curiosidad Alice.
-En realidad, no. Mi padre murió cuando nací, y mi padrastro no me quería. La noche que mi madre murió me escapé de casa, ahí fue cuando mi amiga me encontró y me convenció de mudarnos a Italia. Acepté encantada, y ahora somos como hermanas, y así la llamo precisamente: hermana.-
-¿Tu padrastro nunca te buscó?- la pregunta venía de un interesado Emmett.
-No, pensó que así estaría mejor. Pero yo si lo busqué tiempo después, mi sorpresa fue enorme a la mañana siguiente de haber llegado a Barcelona; todos los periódicos daban a conocer la noticia del asesinato de mi padrastro…-
Eso se parece al caso del que nos habló Carlisle, el ocurrido en Barcelona en la década de los 50′s.”- pensó Edward. Isabella lo miró curiosa un segundo, ese chico era realmente listo. Esperaba que no la descubriera pronto, o la diversión se iba a acabar.
Una imagen atravesó su mente, pero causó un nudo en su estómago. Su primera visión le fue presentada, y la sensación de mareo se hizo presente. Sintió los ojos pesados, y tuvo miedo de ser muy obvia. Respiró un poco más rápido de lo normal, aunque fuera innecesario.
La campana sonó, y ella se vio regresada a la realidad.
Cuatro de los Cullen se pusieron de pie, en la mesa solo quedaron sentados Edward y Bella, mirando la mesa sin nada más que hacer.
-Llegarás tarde a clase.- le dijo él. Ella le miró una fracción de segundo, viendo que tampoco él pensaba arriesgarse entrando a Biología.
-No iré. Escuché que harán la prueba del grupo sanguíneo, no creo resistirlo.- sonrió apenada, pues a pesar de llevar cincuenta y cinco años en entrenamiento, aún le era imposible mantenerse quieta al oler la sangre. Él asintió como respuesta.
Se pusieron de pie al mismo tiempo y caminaron juntos y sin hablar hacia el exterior, una vez llegados al estacionamiento se dirigieron al coche de él. Isabella se sentó sobre la cajuela del volvo, mientras Edward se recargaba a su lado. Las gotas de lluvia comenzaron a caer sobre ellos, y sus ojos se encontraron por primera vez. Ese fue el inicio de todo…
Cruz de Navajas by mari cullen
¡Waaa! Capi 5 Up! xD Aclrando dudas…
1. Bella nació en 1935 y Heidi la transforma en un callejón de Barcelona en 1950, cuando ella tiene quince años. Tres meses después de renacer, Bella solicita permiso a los Vulturis para vengarse por lo que le hicieron a su madre y a ella, acabando con la vida de su padrastro. Su corazón late, y ya se ha designado el uso que se le dará a Bella mientras forme parte de la releza vampírica, pero como neófita no es de utilidad todavía, dado que sus intintos y su sed no se encuentran del todo aplacados y podría ser un problema con el cual lidear. Un año después de que ésta se convirtiera en vampiro, Aro le asigna un trabajo de exterminadora, mándandola a acabar con un neófito, y ese es el inicio de su carrera. La Isabella que vemos con los Cullen, aparenta tener 17 años, pero en realidad está congelada en los 15 y ha vivido como inmortal 55 años, así que tiene como 70 años vagando x ahí.
2. Demetri lo dijo: “Eres indestructible”. Puede evitar que los demás vampiros usen sus poderes en ella, por eso Alice no puede verla. Y puede aparentar ser humana y hacer que otros vampiros lo parezcan, lo que le facilita “ir por comida” cuando está en Italia. Puede hacer desaparecer su olor completamente cuando caza, de ese modo la presa no ser´acapaz de identificar nada, aunque tampoco es que le importe si saben de ella o no xD
No sé que más decir. Nos leemos pronto.

Cap 5 Vistazo

El violeta engatusador de su mirada impactó con el dorado de la suya, y sintió que el aire –innecesario- se escapaba de su cuerpo y su corazón bombeaba –una sangre inexistente- a una elevada velocidad. Sentía el atronador sonido de “su corazón” en los oídos, y eso no la ayudaba a tranquilizarse.
-¿Estás bien?- preguntó Edward con voz aterciopelada a su compañera. Ella asintió levemente, intentando apartar la curiosidad que sentía en ese momento, pero no lo logró.
-Creo…-susurró suavemente. -…que caminaré un poco por la escuela, para conocer, ya sabes…- se sentía nerviosa, pero sobre todo, interesada en conocer al vampiro a su lado. -¿Puedes ayudarme a bajar?- él la contemplaba con mucha frustración, intentando entender por qué no le era posible acceder a la mente de la chica.
La tomó por la cintura y puso sus pies en el suelo, pero su cuerpo quedó entre el del menor de los Cullen y el volvo. Sus mejillas adquirieron un tono escarlata ante la repentina oleada de calor que le recorrió ante la proximidad. Buscó los ojos de su acompañante con dificultad, deseosa de no hacerlo…
Y nuevamente se perdió en el caramelo fundido que la contemplaba, pero esta vez fue distinto. Un pasado que no era el suyo la golpeó con fuerza, estaba combinando ambas habilidades para leer mentes y ese era el resultado. Grandes escenas de los tempranos años de 1900 pasaron por su cabeza en ese instante, como si varios flashes le fueran mostrados. Sintió en carne propia cada segundo que vio…y le dolió. La transformación le dolió de nuevo, y descubrió todo lo que ese vampiro escondía en su memoria.
Edward la contemplaba ensimismado, sabiendo que contra sus ojos no podía luchar. Ahora se encontraba sumergido en una piscina violeta, tan hechizante y cautivadora como la sola presencia de Isabella Swan. No quería soltarla, ni que se fuera. Deseaba tenerla entre sus brazos un instante más y ser capaz de imaginar lo que pasaba por su cabeza. Pero al mismo tiempo, le gustaba esa pared en blanco; le gustaba la forma tan misteriosa de Isabella, le gustaba esa sensación de ansiedad y curiosidad que lo embargaba al estar cerca de ella.
Los labios de Bella temblaron levemente, mientras una lágrima corría por su mejilla. Una pequeña y rota sonrisa se instaló en sus labios. Eso era demasiado, incluso para ella. No sabía como liberarse del don que estaba usando, ¿qué tenía que hacer para volver a la realidad?
Una pequeña corriente eléctrica la recorrió entera, causando un escalofrío en su espalda. ¡Detestaba todas esas reacciones humanas! Eran tan…enfermizas…
La frente de Edward descansaba sobre la suya, y sentía el agarre en su cintura todavía, pero no era consciente que sus dedos acariciaban la mejilla del vampiro. Una sensación de revoloteo en su estómago se incrementó, como si fueran ciento de mariposas volando en su interior. Necesitaba apartarse, detestaba que los chicos la tocaran, lo hacía desde lo de su padrastro…
Sintió el celular vibrar y maldijo interiormente por lo inoportuno de la llamada. Sus ojos se oscurecieron un poco, perdiendo el brillo que los caracterizaba cada vez que usaba uno de sus dones. Edward no se alejó, seguía hipnotizado y ella cogió el móvil entre sus dedos para llevárselo a la oreja. –Hermana…- susurró suavemente.
-¿Cómo está todo por allá, Isabella?- la musical voz de Heidi a través del pequeño aparato no perdía su encanto, ni ese toque de seducción propio de la vampiresa. -¿Haz hecho nuevos amigos?- preguntó divertida, de fondo pudo escuchar a Aro rogando por hablar con ella.
Bella apartó la mano del rostro de Edward y se liberó de él. Edward se recargó en el volvo, como si nada hubiera pasado. Los ojos dorados viajaban por el rostro alegre de la chica, ¿qué pasaba?
-Dile a mis padrinos que estoy bien.- una risa musical y alegre escapó de sus labios cuando escuchó a Aro bufar y Marco reír desde lejos. –La respuesta es sí.- miró disimuladamente a su compañero. -¿Cómo están todos? No se habrán estado divirtiendo sin mí…- la amenazó divertida.
-Sin ti la diversión no es igual.- Félix comenzó a quejarse del comentario de Heidi, por lo que pronto fue golpeado por un alegre Demetri. Alec rió ante la escena y Jane los regañó por su comportamiento tan “estúpido”. Isabella se rió suavemente. -¿Quién clavará estacas con su mente si no estás acá?- ambas negaron con la cabeza a la vez, y una sonrisa se posó en sus labios al mismo tiempo, como si estuvieran sincronizadas.
-Te extraño.- murmuró. –Te extraño mucho.- era tan difícil para ella mantenerse alejada de su “hermana”, considerando que se separaban algunas horas –cuando iban a trabajar- solamente. Pero semanas completas… -¿Cuándo vienes a visitarme?- se atrevió a preguntar, aunque sabía que no sería pronto.
-No lo sé. Aro no me ha dado ninguna orden.- escuchó murmullos a velocidad vampírica. No pudo entenderlos. –Debo irme, adiós, hermanita.- la llamada se cortó.
-No, espera, hermana.- la línea la recibió antes que pudiera agregar algo más. Retiró el aparato con pesadez y lo devolvió a su bolso. –Eres estúpida, Isabella. Ella no vendrá a verte pronto…- se había olvidado por completo de su amigo, quien la observaba pensativo. Aunque ella no escuchaba nada, solo su propia mente.
-Creo que pronto podrás ver a tu hermana.- susurró Edward con voz dulce. Isabella levantó la vista y le sonrió, él le correspondió con otra igual de alegre. –A propósito, mi hermana quiere pedirte algo.- ella frunció el ceño, no deseaba ir de compras…
C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.
-Creo que ese color te queda precioso.- susurró Alice al ver a Isabella salir de un probador con un ligero vestido azul. “A demás, Edward adora el azul”.- un pequeño sonrojo se extendió por las mejillas de la vampiresa al recibir ese pensamiento. -¡Debes comprarlo!- chilló al tiempo que echaba a correr a ver más ropa.
Será un día largo”.- pensó amargamente, mientras Rosalie la miraba interrogante.
¿Qué es ella en realidad?”- se preguntó la rubia. Isabella se giró a mirarla, sus ojos denotaban terror. “Un humano hubiera salido lastimado al chocar con uno de nosotros, a demás, ¿qué hacía ella en el claro? Y, ¿qué la hace tan especial? Su olor es extraño, más dulce que cualquier tipo de sangre normal…y huele como a fresas. Pero, su corazón late…”-
¡Cuánta razón tenía Rosalie Hale! Ella no era una humana común y corriente, ni siquiera era una humana. Era una vampiresa con casi siete décadas de vida –transformada a sus quince años en 1950- aparentando ser una muchacha de diecisiete años en 2005. ¡Por supuesto que era especial, distinta, extraña! Era un vampiro, por el amor de Dios…
-Rosalie.- ¿por qué le llamaba? Ni siquiera ella lo sabía. -¿Qué opinas de este vestido?- preguntó suavemente.
-Es…bonito.- respondió la otra. “No me teme como todas. Ella me gusta…”-
-¿Sabes, Rosalie?- comentó la de ojos violetas al volver a ponerse su ropa normal. –Me agradas.- los ojos de la rubia denotaban sorpresa y confusión. Su cabeza estaba echa un lío. –Lo digo de verdad.- ambas sonrieron.
También me agradas”.- pensó la de ojos dorados, pero no se atrevió a demostrar su apreciación es voz alta. Era demasiado Rosalie Hale para hacer eso, y Bella lo entendía.
C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.C.d.N.
-Este ha sido un día largo.- susurró al llegar a su casa de Forks. Dejó caer las bolsas sobre su cama, decidiendo guardar el contenido después. Estaba aburrida, las compras no eran lo suyo. Pero tampoco podía “ir clavando estacas con su mente” por ahí. Heidi tenía mucha razón, ella encontraba diversión en realizar sus trabajos como exterminadora o asesina, aunque lo segundo se oía extraño para designarla.
Sacó el cuaderno y anotó lo que seguía, explicando sobre Rosalie Hale y Alice Cullen, comentando el momento con Edward e interrogando por la llamada de Heidi. Estaba segura que no era solo para saludarla, y el modo en que la había cortado. ¡Algo andaba mal en Volterra! Y ella estaba atrapada en Forks…
Como si los cielos escucharan eso, un trueno retumbó en aquél silencio profundo del bosque, antes que la tormenta empezara y un aguacero empapara los vidrios. Forks no cambiaba, siempre había sido así, y así sería siempre. ¡Detestaba estar fuera de casa! Quería volver donde Aro, Cayo y Marco, jugar ajedrez con ellos; salir de caza con Heidi; humillar a Félix y gastar bromas con Demetri; molestar a Jane y reírse de las travesuras de Alec. ¡Los extrañaba tanto!
Alguien tocó a la puerta. Bajó las escaleras a paso humano, sin ganas ni esfuerzo. Abrió lentamente y se topó con unos ojos negros como la noche observándola fijamente. Una vampiresa segada por la sed tocando a su puerta, ¿dónde se había visto eso? Aunque claro, ¡Esto es América! No había comparación entre la segura ciudad italiana y el descuidado pueblo estadounidense.
-Eres un vampiro.- susurró la de ojos negros y cabellos de fuego. –Tu olor no es como el de un humano…- su voz era melodiosa, pero a la vez salvaje. -…tu corazón sigue latiendo.- Isabella miró en su mente, de momento estaba sola y una compañera le sería de gran ayuda. A demás, necesitaba divertirse…
-Isabella Marie Swan.- extendió su mano hacia ella. La otra la tomó entre sus fríos dedos.
-Victoria.- se limitó a informarle, pues no confiaba por completo de su nueva “amiga”.
-Eres bienvenida a mi casa, Victoria.- sonrió angelicalmente, pero a la otra le pareció muy sospechoso. -¿Tienes algún don?- preguntó tan pronto fue cerrada la puerta.
-Soy experta en escabullirme, eso te lo puedo asegurar.- respondió con simpleza. Pero Bella sabía mucho más de lo que podía imaginar la mismísima Victoria, pues con tocar su mano había visto mucho de ella.
La invitó a tomar un baño caliente y se ofreció a llevarla de caza, aunque debían tener cuidado de a que persona cazar. Isabella mantuvo calmados los instintos de su nueva compañera de cabellos rojos, intentando que la situación no se le saliera de las manos. Lo que menos necesitaba era problemas con los curiosos Cullen o que alguien descubriera su verdadera identidad.
Volvieron a casa pasadas unas horas, platicaron sobre sus vidas –con datos falsos- durante la noche. Y por la mañana Bella partió al instituto, mientras Victoria salía del pueblo a buscar entretenimiento barato o un bocadillo. El camino a la escuela era sumamente corto para alguien de su capacidad, pero hoy no tenía ganas de ser vampiro. Un volvo plateado que ella conocía muy bien se detuvo a su lado –mientras caminaba por la carretera- con la puerta del copiloto abierta.
En su interior solo estaba Edward Cullen, mirándola con curiosidad y sonriendo de esa forma tan hermosa. Le devolvió la sonrisa al tiempo que subía al auto y cerraba la puerta, puso el bolso a sus pies y se giró hacia él.
Él también la miró. Sus ojos se clavaron en los ojos lavandas de ella y se sintió desprotegido ante la penetrante mirada de su compañera. Pero era imposible negarlo, había algo en ella que le atraía de sobremanera. Y no solo era ese olor o la ansiedad por no escucharla, ella emanaba peligro por cada poro, como si también fuera un depredador…
Reprimió la idea, incapaz de seguir considerando a tan inocente criatura un peligro para alguien. Pero no le pasó desapercibida la mirada traviesa y divertida de Isabella cuando él dejó de pensar aquello. Como si ella si fuera capaz de leerle la mente y le resultara gracioso aquello.
Definitivamente iba a descubrir que le ocultaba Isabella Swan, de eso estaba seguro o dejaba de llamarse Edward Anthony Masen Cullen.


Acerca del Autor

Nos dedicamos a brindar información a todos los fans de la Saga Crepúsculo. Desde entonces nos hemos encargado de cubrir premieres, eventos, actualizar día a día nueva información sobre el cast. Después de que terminó la épica Saga en Noviembre del 2012, seguimos los proyectos de cada actor como corresponde.
Lee más en: Conócenos

1 comentario:

¡Anímate a comentar, siempre y cuando sea con respeto! Bienvenid@s.

Sube de nuevo ↑
Bienvenidos

    Bienvenido a la web de Diario Twilight. Llevamos siete años trayéndote las mejores noticias de La Saga Crepúsculo y su elenco. Haz parte de nuestras redes sociales y no pierdas detalle

Seguidores Blogger

Vsitas

© 2015 Diario Twilight. WP Mythemeshop Converted by Bloggertheme9
Blogger templates. Proudly Powered by Blogger.